Sonora, una vereda del municipio de Paujil, en el departamento del Caquetá, sur de Colombia, es uno de los tantos territorios del país que ha sido directamente afectado por el conflicto armado interno, que persiste a pesar del proceso de paz que se inició con el Gobierno de Juan Manuel Santos.

Durante años, los grupos armados asesinaron e instrumentalizaron a la población civil, sin embargo, hoy el nombre de la región se escucha como sinónimo de emprendimiento y empoderamiento, debido a la asociación de un grupo de mujeres que decidió lanzar su propia marca de café.

Café Sonora, es un trabajo colectivo de unas 20 mujeres que se está convirtiendo en uno de los más apetecidos del departamento, incluso ya se vende en otras regiones de Colombia como símbolo de la voluntad de las campesinas por el progreso de sus familias.

“En la época que llegué a la finca de la familia de mi esposo, en la Sonora, estaban en plena cosecha de café, cuando eso se cogía hartísimo, yo tuve que enfrentarme al trabajo con la tierra y al conocimiento del café”, según recuerda Miryam, quien asegura llegó hace ya más de 20 años a la vereda, proveniente de Tuluá, Valle del Cauca (suroccidente).

Hoy Myriam tiene una tierra en la que trabaja para darle una buena educación a sus hijos y nietos.

La Asociación de Mujeres Cafeteras del Paujil - Amucapa - se conformó a través de una convocatoria de la Federación Nacional de Cafeteros. En el 2013 se reunieron un grupo de trabajadoras y empezaron a enfocarse no solo en el fortalecimiento de los procesos productivos y comerciales, también en el tema de la equidad de género y empoderamiento de la mujer rural.​​​​​​​

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El empoderamiento de las mujeres colombianas a través del café

“La cultura cafetera es machista. Los esposos eran los que iban a las reuniones, a quienes les otorgan la cédula cafetera; solo hasta ahora van a comenzar a cedular a las mujeres, las capacitaciones sirvieron para empoderarnos. Las mujeres somos un punto clave y el eje de las realidades” manifiesta Helena Téllez, la tesorera del grupo.

Desde un principio la Asociación trabajó en la capacitación y fortalecimiento de las mujeres. La idea era que conocieran sus derechos y las herramientas para protegerlos. Con el Programa de Mujer Rural del Ministerio de Agricultura, las integrantes de Amucapa compraron gran parte de la maquinaria y los seis bultos de café pergamino que necesitaban para iniciar su negocio.

Las mujeres dejaban la recolección para producir el café en las montañas del Caquetá.

Para las mujeres de Amucapa no ha sido fácil, los retornos económicos y sociales de su trabajo se tardan en llegar. Ellas consideran que falta mucho para fortalecer a la Asociación, pero las que están no pierden la energía; a punta de compromiso y trabajo comercializan café y promueven la creación de una red de trabajadoras que se apoyen mutuamente.

Este proyecto ha permitido el incremento del 40% en la producción de café de la región y se han impulsado 25 empresas cafeteras orientadas a la comercialización asociativa.

Helena Téllez, ahora con su mirada puesta en el cafetal afirma: “La meta es exportar en grande, hay buena calidad, mano de obra, solo necesitamos oportunidades, para que todas marchemos por el mismo camino”.