"Con 'Candelaria', encontré en Cuba la nostalgia del Chocó"
El cineasta colombiano Jhonny Hendrix habló con la Agencia Anadolu sobre el rodaje de su película en Cuba y lo que le cautivó, sobre cómo es hacer cine en Colombia, pero también, sobre política y corrupción.

BOGOTÁ
Por: Diego Carranza
‘Candelaria’, la nueva película de Jhonny Hendrix Hinestroza, cineasta de Quibdó (Chocó), convocó a casi cinco mil personas en las salas de cine colombiano durante el último fin de semana tras su lanzamiento el jueves pasado. El filme ocupó el puesto número 13 y compitió con otras cuatro producciones locales.
Esta producción recibió el Gran Premio del Público del Festival de Cine Latinoamericano de Toulouse en marzo pasado y el Premio del Público a Mejor Película en el Festival de Minsk (Bielorrusia) en 2017; así como el Premio a Mejor Director de las Jornadas de los Autores (una sección del Festival de Cine de Venecia) en septiembre del año pasado. También ha sido merecedora de una Mención Especial del Jurado en el Festival de Kerala (India) y de selecciones oficiales en Panamá, Reino Unido, Rumania, Estados Unidos y Alemania.
La tercera película de Hendrix, una tragicomedia protagonizada por Verónica Lynn (Candelaria) y Alden Knight (Victor Hugo) que se desarrolla en la Cuba de los 90, es una historia de amor entre dos ancianos en medio de las dificultades del bloqueo estadounidense a la isla. Sin embargo, la producción muestra una realidad que, según el director chocoano, está presente en toda la región, por lo que afirmó que más allá de ser una película cubana, era una historia latinoamericana.
La Agencia Anadolu habló con Hendrix Hinestroza sobre su trabajo y lo que le cautivó, sobre cómo es hacer cine en Colombia, pero también sobre política y corrupción. También resaltó la dignidad humana de la vejez y de sus raíces.
Hablemos de ‘Candelaria’ que sigue recogiendo frutos. ¿En qué se inspiró para esta película?
Candelaria es una mezcla de una historia que conocí en La Habana, la misma razón por la cual la filmé allá, porque me parecía que debía mantenerse en su lugar de origen, con una historia de vivencias personales y recuerdos de mis padres, de gente que conozco y que me parece que en algún momento ha tenido un acercamiento con esa palabra que llaman ‘amor’.
¿Por qué la Cuba de los 90?
La historia la conocí y tal cual como me la contaban hablaba sobre ese periodo especial, un momento que es importante en la historia de Latinoamérica, directa y radicalmente, porque creo que toda la región de alguna u otra forma vive ese periodo especial. Sí o sí nosotros hemos tenido esa sensación de pobreza, de abandono, de que no hay nada de qué pegarnos. Y también porque me parecía un momento más que importante para resaltar el amor, porque creo que solamente allí, en un espacio como ese, puedes discernir quién te ama de verdad y quién es capaz de todo por vos.
¿Qué lo cautivó de Cuba y su gente?
Cuba para toda la gente de Latinoamérica significa algo enorme, todos tenemos de una u otra forma deseos o recuerdos allí. A mí particularmente me trae muchos recuerdos con mi papá, por conversaciones que tuvimos sobre lo que significaba Cuba para Latinoamérica y lo que era, pero lo que sí encontré allá, que era importantísimo y que era muy similar a mi Chocó, era la mirada de la gente. Yo siento que en Cuba la gente tiene un grado de nostalgia que solamente cabe en la gente de África, que solamente está inmerso en la gente del Pacífico colombiano. Encontrar eso en Cuba me hizo pensar en mi tierra y por eso me pareció verosímil, yo como chocoano, narrar esa historia en la Cuba de los 90.
Esa mirada quedó de cierta forma de la época de la esclavitud, porque es una mirada (que quiere decir) que en algún momento todo estuvo bien y que quiere volver a ese momento, pero ya que estoy aquí, me la gozo y me quedo…. Como que siempre está esa nostalgia de un lugar mejor.
¿Qué fue lo más bonito y a la vez, lo más difícil de esta película?
Lo más lindo fue conocer a los viejos, los actores, convertirme en amigo de ellos, compartir con ellos. Saber que leyeron el guion y que hablaron conmigo de cómo quería la historia, y ver ese sacrificio, su entrega, el hecho de que llegaran primero que todo el mundo al set, que estuvieran tan compenetrados conmigo en la historia hasta el punto que yo les decía: "ustedes son mis papás y yo soy su hijo", porque de verdad nos entendíamos plenamente.
Lo más difícil fue que Jesús Terry, quien era el protagonista al principio, muriera faltando 20 días para arrancar el rodaje. Eso me destrozó, sentí que la muerte llega, de verdad, en un momento inesperado y te deja sin oportunidades; porque este iba a ser el primer protagónico de Terry. Con 80 años, Jesús soñó con este papel toda su vida y cuando le llega no tuvo oportunidad de hacerlo. Entonces, verlo desde esa perspectiva me generaba mucho dolor. Fue el momento más duro de la película; sin haberla filmado, yo ya estaba devastado.
¿Sobre ‘los viejos’, ellos llegaron a usted o usted a ellos?
Yo llegué a ellos. Verónica, en un casting que convocamos de mujeres. Tengo que anotar que para mí Candelaria era una mujer mulata, muy a lo cubano, y apenas la conocí no sé por qué me robó el alma, el corazón, no sé qué me robó, pero de inmediato cambió mi personaje a una mujer blanca, con tintes arios, y me fascinó. La escogí a ella primero que a todo el mundo.
A Jesús Terry lo escogí después por su gracia, por su sonrisa, era un personaje muy carismático, me parecía que con él podía conseguir una pareja muy bonita, de esas de antaño. Cuando él murió, me tocó buscar de nuevo y ya no estaba buscando carisma ni nada de eso, sino alguien que fuera muy buen actor y que le sirviera de contrapunto a Verónica. Me quería recostar en ella porque era muy poco el tiempo que tenía para encontrar lo que estaba buscando. Quería buscar entonces a alguien que por lo menos en términos actorales le llegue.
Apareció Alden Knight, me llevaron a su casa y me dijeron: "este ‘man’ le puede servir, pero es un poco problemático, si está dispuesto". Y resulta que cuando llegué pareciera que nos conociéramos de toda la vida, nos hicimos súper amigos y trabajamos perfectamente. No tuvimos ningún problema.
Usted en otra entrevista ya dijo que no hay que “ponerle fronteras” a las ideas cuando le preguntan por qué un director de cine colombiano hace una película en Cuba o algo similar, pero con tantas historias locales que contar, ¿por qué irse afuera?
Porque no me parece que es una historia que sea de afuera. Es una historia tan colombiana como cualquier otra. Creo que lo que lo ubica a uno en el contexto de lo que es Cuba es la voz de Fidel (Castro) en las noticias y que literalmente ellos hablan cubano. De resto, todo es muy similar a Colombia, obviamente no la Colombia que conoce todo el mundo sino la que conocemos algunos.
Entonces me parecía que era una historia tan latinoamericana que, en medio de su dolor y su tristeza, pero también en medio de su alegría y su belleza, no tenía frontera. Y por eso nunca lo vi como un impedimento o como una situación difícil para la película.
También dijo ya que Cuba y el Pacífico, de donde usted viene, tienen problemas parecidos, sin embargo, me parece difícil hacer el símil, pues son dos contextos bastante diferentes...
Los contextos políticos son bastante diferentes, pero los contextos sociales, no lo son. Son países y un departamento que han estado olvidados por el mundo. Cuba, después de que cae la Unión Soviética, es un país que todas sus relaciones fueron muy difíciles con el resto del mundo por una imposición, básicamente lo marcaron, hoy decir que sos socialista o de izquierda es el peor pecado de la historia. Creo que a Cuba le cayó el pecado con toda. Y al Chocó le cayó el pecado, con toda; ahí no hay socialismo, no hay nada, pero toda la riqueza se la roban. Es un departamento olvidado, es como un lugar inhóspito, enclaustrado en el tiempo, donde si bien llega tecnología y llega todo, llega a unos niveles carísimos donde muy poca gente realmente puede echar mano de ese tipo de cosas. Entonces, en términos culturales sí es muy parecido, por la música, la comida, por mil cosas, pero en términos sociológicos de cómo ha sido el comportamiento del mundo para con ellos, son muy parecidos.
A pesar de la riqueza que tiene el Pacífico colombiano, es una región que aún no tiene la atención que merece en el país. ¿Por qué cree que esto sucede?
Divide y vencerás, digo yo. El Pacífico tiene Buenaventura, que está a dos horas de Cali por carretera, que por todo lo que trae, debería ser la mejor de todo el territorio nacional. Pero no.
Una vez un amigo que tiene que ver con política me decía: "es como si levantaran las murallas más altas para que nadie mire hacia allá y para que la gente de allá no mire hacia acá, y que solamente puedan atravesar las personas que queremos que lo hagan".
Creo que son esos territorios en los que políticamente no hay una intención ni un interés de que mejoren. Estamos hablando de los dos territorios con mayor afluencia hídrica y no tienen acueducto ni alcantarillado; cuando te dicen eso, vos decís "no hay voluntad"; pero hay riqueza, y la riqueza sí la ven, sí la encuentran y se la llevan. Pero no les interesa en ningún momento que haya mejoría de la comunidad.
Y sí, tenemos líderes que se roban el dinero, como también Antioquia los tiene, pero son mucho menores los recursos que llegan a estos territorios, por lo tanto, hay menos por hacer. No hay buena educación, no hay acueducto, alcantarillado… son más todos los contras que los pros, y desde esa perspectiva, la comunidad es más abandonada, dejada, sitiada, muy al estilo de como fue Cuba.
¿Para hacerse con recursos públicos?
Obvio. Es como quien dice, tú no puedes educar un pueblo que es ignorante, porque en el momento que lo eduques, ya no va a votar por ti.
Hace un tiempo era común escuchar que hacer cine en Colombia era muy difícil. ¿Sigue siendo así?
Ahora es más difícil. Porque los inversionistas cada vez son menos y un inversionista quiere recuperar de inmediato. Porque a pesar de que el camino hacia el éxito, o bueno, hacia la industrialización más bien, cada vez es mejor, a pesar de que tenemos muchos avances (en lo técnico, en lo profesional, en las historias, etc.), en términos económicos los recursos cada vez son menos.
Y son menos también porque en medio del auge y del boom cinematográfico que se está teniendo en Colombia, obviamente cada vez son más las personas o grupos que se interesan en hacer cine. ¿Qué arroja eso? Uno, que ya no son diez las personas que están haciendo cine, sino que son mil. Por lo tanto, los recursos, puede que sean los mismos o son menos para repartirlos. Entonces, si antes eran diez, imaginate ahora que son mil, si hay menos recursos. Tenés casi que migajas para hacer una película.
Y teniendo eso claro, se viene el segundo bloque, que es más difícil todavía y que no hemos podido superar: si antes hacíamos una o dos películas y lográbamos enfrentarnos a un público en la pantalla grande, y no nos veían, ahora que hay cien películas que se compiten por esa única ventana de exhibición (porque tenemos muy pocas salas), pues obviamente hay menos lugares para tantas películas. Entonces no solamente hay menos plata para hacerlas, sino que al haber tantas, hay menos salas para proyectarlas… de ahí que la mayoría sean un fracaso.
Hemos podido ver que las producciones colombianas han pasado de la comedia, que ridiculiza a una clase media-baja generalmente, a historias como el Abrazo de la Serpiente, Chocó, Pájaros de Verano y ahora Candelaria… ¿El cine colombiano está entrando en otra etapa a pesar de los retos que mencionó?
Más que el cine colombiano esté en otra época… Antes hablábamos de un cine colombiano que estaba en nacimiento, después se puso los pañales, lo arrullaron, le enseñaron a gatear, aprendió a caminar… yo creo que lo que está ocurriendo es que está buscando una personalidad. Es como un adolescente que está escuchando rock, metal, salsa al mismo tiempo, y que todavía no sabe lo que le gusta.
Como todavía no tiene una personalidad adquirida, vemos que va del ‘tingo al tango’, pero ya se le siente una voz un poco más gruesa… Ya está madurando, ya está creciendo lo suficiente como para adquirir su personalidad y de ahí que vienen películas que se ganan el respeto del público. Falta como siempre, pero creo que sí está en una etapa de adolescencia, madurando de una forma muy rápida.
A pesar de la adversidad que atraviesan los personajes en la película, logran mantener su dignidad, algo similar a lo que se podía ver en ‘El coronel no tiene quien le escriba’. ¿Cómo lo logró y por qué quiso plasmar eso?
Volvemos al Chocó. Yo crecí un territorio en el que más que aparentar es importante ser. Y yo crecí con una familia (mi papá) que todo el tiempo te decía eso, que fueras digno del nombre, del apellido, de tu hogar, de tu familia. Nunca vas a encontrar en el Chocó una cocina con trastes sucios. Puede que en cualquier otro territorio a uno le dé asco tomarse un agua de panela, pero en el Chocó la gente más humilde es la gente que tiene las ollas más limpias y desde allí es que tengo mi identidad y que construyo los personajes en cada una de mis películas. No suelo hablar o no me interesa hablar de personajes que han perdido su dignidad por alguna razón.
Mis personajes tienen la tendencia así, posiblemente ser pobres, pero nunca perder su dignidad, nunca perderse por dinero. Ser pobre no significa ser indigno; son ‘miseraltivos’… significa que mantienen su postura en una humildad, una ternura y una nobleza sin perder la dignidad, que es lo que nos convierte en seres humanos realmente.
Becario de la Fundación Carolina y estuvo en la Casa de América… aunque en 2008 ya tenía una trayectoria, ¿en qué influyó esta experiencia en su carrera y qué aconsejaría respecto a esas oportunidades que ofrece, por ejemplo y en este caso, el Gobierno español?
Para mí Fundación Carolina (FC) significó demasiadas cosas. Una de ellas, literalmente, fue conocer a la gente que conocí. Tengo grandes amigos hoy, casi todos directores de cine o guionistas, hicimos una familia que todavía se comunica. Tres de mis películas han sido producidas con personas que conocí allá: ‘Deshora’; ‘Candelaria’, por ejemplo, la coproductora es una amiga que conocí en FC, la argentina Bárbara Sarasola; hicimos también ‘Anina’, el coproductor es uruguayo y también lo conocí allá.
Ese tipo de oportunidades lo que hacen es que conozcas gente con un talento inagotable que te inspira, te empuja, te ayuda y te complementa. Eso me dio FC, además de un elemento que sirvió mucho en mi caminar personal y es el hecho de que yo hasta ese momento no había salido de Colombia y conocía Europa… claro, es como cuando te abren los ojos. Empecé a sentir que el mundo era más pequeño de lo que yo me imaginaba, y cuando el mundo se te hace más pequeño, pues los sueños se te hacen más posibles. Eso lo logró la FC cuando me dio la beca y pude hacer mi especialización allá. Es una experiencia demasiado rica que se la recomendaría a todo el mundo.
A partir de esa beca cambiaron muchas cosas en mi vida y muchas formas de ver las cosas y la vida.
Hay que recomendarle a la gente no solamente FC, sino también abrirse horizontes. FC es uno de los caminos, pero hay que abrirse metas. Hay muchas convocatorias a nivel internacional que pueden servir y en las que uno se puede apoyar. Es el camino en la medida en que hay que salir del cascarón. Hay muchas becas como estas que le permiten a uno poder reventar ese cascarón y salir del huevo.
¿Cómo van sus dos nuevos trabajos: uno en el Darién con dos niños indígenas y otro acerca de un escritor que está haciendo un libro sobre campos de concentración y nazismo? ¿Cuándo las conoceremos?
Vamos muy bien, estamos buscando inversionistas. Pero ahora estamos escribiendo los guiones y en una fase de divulgación, de buscar apoyos, para poder llevar a cabo estas películas.
Considero que son películas que le importan al mundo, porque al igual que ‘Candelaria’, estoy tratando una problemática social, una problemática del mundo en los dos temas; y me parece que tienen que ver con gente que piensa igual que nosotros y que en algún momento el mundo o el universo nos permita conocernos y juntarnos para poder llevar a cabo estos proyectos. Lo que nos falta literalmente es financiación, estamos en esa búsqueda.
La Academia Colombiana de Artes y Ciencias Cinematográficas (ACACC) eligió a ‘Matar a Jesús’, de Laura Mora, para representar a Colombia en la edición 33 de los Premios Goya y a ‘Pájaros de Verano’, de Cristina Gallego y Ciro Guerra, para la edición 91 del Óscar. ¿Por qué cree que ‘Candelaria’ no quedó?
‘Candelaria’ tiene su camino, no sé por qué no quedó. Uno siempre quiere al hijo de uno más que a los hijos del vecino, pero creo que allí están tres directores fenomenales. Laura Mora es un personaje con un talento increíble y se merece eso y más. Cristina Gallego y Ciro han demostrado a través de su carrera que tienen clarísimo el cine que quieren hacer y que logran hacer. Y me siento muy orgulloso y feliz por ellos y por todo lo que le pasa a cada uno de los directores colombianos.
Si me dices que por qué no está mi película allí, lo único que podría decir es que no soy capaz, o no soy bueno, haciendo lobby. Cuando tenés una academia que es la que decide, tenés que hacer un buen lobby, unos procesos a los que no estoy acostumbrado y que no me gusta hacer. Todas de una u otra forma hacían el trabajo de decirle a los representantes de la academia que votaran por ellos, pero yo no mandé ni siquiera un mail… que era como se debe hacer una votación.
Yo no hice campaña, mejor dicho, y los demás lo hicieron, e imagino que así lograron llegar a un público o a un grupo de personas de la academia que determinó cuáles eran los que debían ser representados. Igual creo que estaremos muy bien representados y que daremos la pelea hasta donde se les permita. Veremos si lo logran y ojalá lo hagan.
‘Candelaria’ deja entrever un mensaje político por el tema del bloqueo estadounidense en la isla, pero ¿por qué no incluir al Gobierno cubano en la problemática local de la época?
Mirá, mi paradoja no era ni con Estados Unidos ni con Cuba. Lo político se convierte en un paisaje en medio de la historia de amor, pero ese paisaje o la perspectiva del mismo era solamente uno: el ser humano creó unos mecanismos en donde el pobre va a ser más pobre y el rico va a ser más rico. Y ese mecanismo realmente se dio con la caída de la Unión Soviética y el muro de Berlín, y el cerco que le pusieron a Cuba para ese entonces. Es decir, se creó una nueva ruta, que era sí o sí el capitalismo con toda.
Y cuando uno mira a Cuba, de lo único que se puede estar seguro es que el socialismo no es el camino. Pero cuando uno mira al resto de Latinoamérica, África y otros continentes, también podemos asegurar que el capitalismo tampoco lo es.
Mi crítica entonces no iba hacia EEUU o Cuba. Va hacia el ser humano; nosotros podríamos tener la opción de ser un poco más equitativos o nobles, pero lo que decidimos es ser caníbales. Entre más le quitamos al otro y más tenemos, más felices somos, y eso es básicamente lo que no quiere mirar la película. Es decir, ‘Candelaria’ le da la espalda a lo político, se centra en una historia de amor y a pesar de que lo político ocurre e incide en la vida de estos personajes, no importa. Lo que importa al final es que ellos dos se tienen el uno al otro.
¿Estará en el Festival Internacional de Cine de Cali?
Pues todavía no me han hecho la invitación, pero siempre soy de los que digo que hay que apoyar esos festivales, no solamente por todo el buen cine que trae, sino además porque creo que Luis Ospina (el director artístico del Festival) ha logrado algo bonito y es juntar a todos los caleños, o todos los que tenemos corazón caleño, para hablar de cine. Creo que la ciudad, o de alguna manera el Pacífico, necesitaba eso, que no se muera ese espíritu que sembraron Ospina y sus amigos (o el universo o el cosmos, o como le quieran llamar) en algún momento.
Este año, con tanto ‘corre corre’, no sé si logremos estar, todavía no nos ha llegado invitación por ‘Candelaria’, pero creería que sí.