Arantxa Echevarría: “Como todo grupo social, los gitanos tienen luces y sombras”

Por: Santiago Serna Duque

La película Carmen y Lola, dirigida por la española Arantxa Echevarría, cuenta la historia de un amor entre dos mujeres gitanas, que rompe con el yugo machista arraigado en esta comunidad del país ibérico.

En contra de la opresión paternal que soporta día tras día, Carmen se enamora de Lola, quien hace grafitis de pájaros y sueña con ser maestra. Las dos tratan de sostener su romance a pesar de la discriminación y el sometimiento del hombre, del varón gitano que quiere a una mujer para que le sirva la comida, le lave la ropa y le dé hijos.

En el marco del Bogotá Audiovisual Market (BAM), evento que reúne a miembros de la industria audiovisual internacional en la capital de Colombia, del 9 al 13 de julio, la Agencia Anadolu habló con la realizadora acerca de su película, el machismo español, la homofobia gitana y el movimiento ‘Me Too’.

Una gitana destinada a tener y criar hijos conoce a otra gitana que dibuja grafitis y sueña con estudiar. Se enamoran. ¿Cómo surgió la idea?

La idea de la película nació cuando vi en un periódico español la noticia de un matrimonio entre dos mujeres gitanas. La ceremonia se celebró en el 2009, pero el casamiento igualitario en España había sido aprobado en el 2004, por lo que no tendría por qué ser noticia.

Aunque sí había algo peculiar en esa publicación, las dos mujeres estaban de espaldas y no se les podía ver el rostro, tenían nombres supuestos (seudónimos) y también decían que en el día más feliz de sus vidas “no las había acompañado ningún familiar”.

Tras ver la foto del periódico en la que ellas me daban la espalda dije: “La una es Carmen y la otra es Lola. Quiero contar su historia”.

¿Hubo alguna inconformidad del pueblo gitano porque una ‘paya’ (persona no gitana) representó la intimidad de dos lesbianas en dicha comunidad?

He tenido todo tipo de problemas. Primero por ser 'paya' y luego por ser mujer. A la hora de enfrentarme a los patriarcas y sentarme con ellos a charlar, los tipos no veían con buenos ojos el hecho de dialogar a solas con una mujer y preguntaban: "¿Hay algún hombre encargado de esta producción?".

En ese momento les decía que yo era la directora de la película y que tenían que comunicarse conmigo. Fue muy complicado dialogar abiertamente sobre homosexualidad con ellos porque ese sigue siendo un tema tabú.

La homosexualidad es un asunto que no asumen como propio y se vive en la oscuridad, a escondidas, debajo de la alfombra. Los gitanos sugieren que la homosexualidad es un “problema de la sociedad” ajeno a ellos y que nosotros, los ‘payos', estamos introduciéndolo en su realidad.

¿Cómo funciona el arraigado acervo machista de la cultura gitana en España?

Pues funciona un poco como la misma sociedad española. No creas que son muy diferentes. El gitano siempre ha sido muy señalado por nosotros a pesar de que viven hace 500 años en el territorio español. Hemos sido clasistas con ellos y les tildamos de ladrones, de traficantes, los hemos maltratado y segregado.

Por esa victimización, el gitano que lleva una vida honesta -la gran mayoría- aprendió a repudiarnos. En tal medida ellos no aceptan las leyes, ni la evolución de la sociedad mayoritaria, como, por ejemplo, los matrimonios gays.

Se han mantenido muy apegados a su cultura que es maravillosa y entiende la importancia de escuchar a los mayores, el concepto de familia, la pasión por la música que significa felicidad y el respeto por el silencio, que se traduce en duelo.

Pero por otro lado conservan costumbres como: “la mujer está para alimentar a los hijos y servir al marido, ese ‘gran héroe’ que sale a trabajar y trae el dinero por el que debe ser respetado”. Como todo grupo social, los gitanos tienen luces y sombras.

¿Contactó a alguna gitana lesbiana para escribir el guion?

Fue muy complicado porque mis personajes eran adolescentes y yo acudí a espacios LGBTI para encontrarlas, pero las chicas homosexuales gitanas no van a esos lugares. Hubo un momento de desesperación porque no las podía hallar y, por ende, no conocería sus historias, así que la película iba a ser hecha por una 'paya' sin los testimonios reales.

En un momento se me ocurrió buscar en las páginas de internet, donde las gitanas lesbianas podían ser anónimas y empecé a meterme en los chats. Pasaron varios días antes de que una chica me contactó y me preguntó si yo era gitana. Le dije que sí, le mentí. Pero, después de hablar y preguntar, le manifesté que era directora de cine y que estaba recogiendo información para escribir un guion.

Ella me contactó con otras 14 o 15 chicas que me ayudaron en la elaboración del texto. Entramos en una rutina donde yo les enviaba lo que tenía escrito y ellas me decían qué era cierto en sus vidas y qué no. Ciertamente esto fue un trabajo de coescritura con ellas.

En una entrevista con el director colombiano Víctor Gaviria, acerca de su película La mujer del animal, él me explicaba que en Colombia muchos hombres tienen una pareja con el único objetivo de adoctrinarla. ¿Pasa igual en España?

En España vivimos en democracia desde 1975 y queda mucho por hacer, con decirte que una mujer como mi madre, antes de aquel año, no podía coger el tren sola ni podía ser la propietaria de un inmueble.

Y aunque hay que decir que las cosas en España cambiaron desde que salimos de la dictadura de Franco, continúan existiendo casos de feminicidios o de abusos sexuales como el de 'La Manada', en el que un juez dejó en libertad a un grupo de hombres que violaron a una joven en las fiestas de San Fermín con el argumento de que ella no se defendió.

En las comunidades marginales, como en la sociedad en general, sí que se puede ver a la mujer como un artilugio masculino, esa es la verdad.

¿Por qué eligió actores naturales para Carmen y Lola?

Porque no podía contar esta historia con actores ‘payos’, sería una mentira. Tampoco hay mucha cantidad de actores gitanos, tan solo los de la familia Flores que son muy conocidos.

Tras 27 años de carrera fue la primera mujer española en ser seleccionada en la Quincena de Realizadores del Festival de Cannes. ¿No cree que tardaron muchos años en hacer ese reconocimiento?

Pues me parece terrible que se hubiesen demorado tanto en llamarnos, pero sabes que es un festival muy elitista en el que se presentan más de 2.500 películas por año.

El hecho de que me seleccionen es un orgullo y honor, pero a mí me da mucha rabia que apenas en el 2018 soy la primera mujer española en ser elegida en la Quincena de Cannes.

Ahí te preguntas: ¿qué ha pasado en el cine español? Y te encuentras con que el número de directoras españolas se puede contar con los dedos de la mano. Cuando hay tan pocas es difícil que te seleccionen. Ahora están cambiando las cosas en el cine de España, aparecimos directoras que tenemos mucho que decir y nos están pasando el micrófono.

El movimiento ‘Me Too’ destapó una serie de escándalos sexuales contra las mujeres en la industria del cine que, incluso, podría costarle una condena de cadena perpetua al productor Harvey Weinstein. ¿Qué piensa al respecto?

Pues me parece maravilloso que se descubra el pastel, como decimos en España. Lo del cine es anecdótico, esto pasa en todo el ámbito laboral, es común eso del director de la compañía que le mete la palmada en el culo a su asistente.

Pero como te digo, me parece fenomenal que se denuncien a estos personajes, aunque creo que las que deben alzar la voz son las mujeres con poder. A veces esperamos que se quejen aquellas que nadie escucha, las que tienen todas las de perder. ¡Pero vamos! Cuando el alegato lo hace alguien como Meryl Streep las cosas son bien diferentes.

Por último, sé que Martin Scorsese es como un “Dios” para usted. ¿Cuál es su película favorita de él?

Te voy a decir dos que no suelen estar en la lista de los que amamos a Scorsese: Casino y El lobo de Wall Street. De esta última me parece increíble que un hombre de setenta y punta de años pueda realizar una película que parece dirigida por un chaval.