Política, Economía, Análisis

Irán: sanciones, estancamiento económico y balances cambiantes

Con las inminentes sanciones de Estados Unidos, días más difíciles parecen estar por delante de la República Islámica.

Selim Celal  | 29.09.2018 - Actualızacıón : 01.10.2018
Irán: sanciones, estancamiento económico y balances cambiantes

ESTAMBUL

*Por Selim Celal

Experto en política exterior de Irán y políticas internas.

Con las sanciones de Estados Unidos, la soga alrededor del cuello del presidente de Irán, Hassan Rouhani, se está ajustando gradualmente. El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, parece tener la razón cuando dice que dejó a Irán luchando para sobrevivir en un momento en que estaba a punto de ganar el Medio Oriente.

La República Islámica, en las últimas cuatro décadas, ha demostrado que generalmente es capaz de sortear las crisis, pero esta vez parece agotada. La pregunta es, ¿por qué Irán está tan desesperado? Hay al menos cuatro razones que podemos pensar:

En primer lugar, la economía se está deteriorando abruptamente, cediendo bajo una inflación de tres dígitos. Pero, no hay nadie que se haga responsable por esto. Muy al contrario, todos están involucrados en un juego de culpar y fabricar teorías de conspiración. Por ejemplo, el 3 de agosto, los principales periódicos iraníes publicaron historias en sus portadas acerca de la escasez de pañales en el país.

El tema fue tan controvertido, que el Ayatolá Alí Jamenei, el líder supremo de Irán, mencionó la crisis en uno de sus discursos, pero la describió como una conspiración contra Irán. 

En los últimos días, terminó convirtiéndose en un hazmerreír para los cibernautas. Uno debería preguntarse cómo un régimen que se jacta de su gran poder podría desestabilizarse por unos pañales. En segundo lugar, las tendencias del comportamiento externo de la República Islámica muestran que inicialmente el régimen lo maneja bien, pero eventualmente pierde demasiado. 

La República Islámica ha fracasado en su política exterior, particularmente en su política regional. En Siria, los ataques israelíes contra Bashar al Assad y las milicias chiitas respaldadas por Irán se han vuelto regulares y a pesar de las enormes bajas reportadas, Irán nunca se ha atrevido a tomar represalias.

En Irak, los ciudadanos protestan contra la participación iraní en su país. El 7 de septiembre, el consulado iraní en Basora fue incendiado por manifestantes iraquíes.

Cabe mencionar que la política exterior es un fenómeno multifacético que involucra muchos factores nacionales, regionales y sistémicos. Incluso las mejores decisiones a veces pueden fallar ya que ningún Estado en el mundo tiene todos los factores y condiciones favorables a su disposición. Sin embargo, en política exterior, especialmente si el factor de seguridad tradicional está en juego, la moral nacional es un determinante clave. El poder de una nación, desde el punto de vista de su moral nacional, radica en la calidad de su gobierno. Como dijo Hans Morgenthau en su obra maestra Política Entre las Naciones, “los hombres libres luchan mejor que los esclavos, las naciones bien gobernadas probablemente tengan una moral nacional más alta que las naciones mal gobernadas”.

El principal problema con la política exterior iraní es que el régimen, por una parte, no confía en que la gente les cuente la verdadera historia detrás de su fracaso en la región. La gente, por otro lado, no apoya la política exterior del régimen. Por ejemplo, en el caso de Siria, la percepción común es que Irán ha gastado millones de dólares. La gente también piensa que sus recursos nacionales también se están desperdiciando para los peregrinos iraquíes que vienen a visitar los santuarios en Mashhad, porque Irán está subsidiando esos viajes.

La baja moral nacional se manifestó especialmente en relación con el reciente ataque a las fuerzas militares iraníes en la ciudad de Ahvaz este 22 de septiembre. Aunque el incidente debe analizarse a fondo por derecho propio, el tema aquí es que los ciudadanos iraníes parecen apáticos ante el incidente. Poco después del ataque, los cibernautas se dividieron y algunos incluso afirmaron que era un trabajo interno. Significa que la nación no está en la misma página, incluso en el momento de una tragedia nacional.

En tercer lugar, la Irán ha fallado ideológicamente. El ayatolá Jomeini, fundador de la República Islámica, llegó con la gran misión de exportar la revolución, lo que en realidad significaba exportar el chiismo. 

En las últimas cuatro décadas, el régimen ha tenido éxito exportando su ideología en todo el mundo. Ha nutrido y ganado simpatizantes de la República Islámica en muchos países, desde Malasia hasta los países remotos de África y América Latina.

Pero al interior del país, el régimen parece sentirse poco atraído por esto. En general, es muy difícil erradicar las ideologías; lleva cientos de años eliminarlos. Pero el chiismo ha sido socavado por sus propios supuestos guardianes.

Qom, que en algún momento fue la ciudad más religiosa de Irán; aunque sigue siendo el centro humano de los chiitas en términos de actividades intelectuales, ya no es el símbolo de los valores religiosos chiitas. Del mismo modo, por estos días, los chiitas están de luto por la muerte del tercer imán (líder religioso) chiita, Hussain Ibn Ali, que fue asesinado en la llanura de Karbala el décimo día del Muharram (primer mes del año islámico) en el año 61 A.H. (10 de octubre de 680 DC). Según las costumbres religiosas chiíes, los hombres chiitas no se afeitan, y las mujeres no se maquillan.

Todos suelen vestir ropas negras y practican la autoflagelación para recordar la dura experiencia de su imán. Pero según los informes de prensa, los salones de belleza disfrutan de una temporada alta en las grandes ciudades iraníes en estos días. El fracaso ideológico del régimen se puede medir mejor con una imagen ampliamente difundida de Carlos Queiroz, el entrenador del equipo nacional iraní de fútbol, que lo muestra vestido con ropas negras y practicando la autoflagelación. 

Recurrir a un no creyente para propagar su ideología es un signo revelador del fracaso de esa misma ideología. Ya están circulando rumores de que le pagaron para participar en la procesión de duelo.

Finalmente, existe un alto volumen de políticas de poder entre las élites iraníes. En el pasado, las autoridades iraníes solían unirse en una sola voz en momentos de crisis nacionales, acusando a los enemigos extranjeros al unísono. Ahora, sin embargo, las culpas, las acusaciones, las victimizaciones y el chantaje se han convertido en características clave de la política interna iraní.

El ayatolá Jamenei, el 13 de agosto, reconoció que las sanciones efectivamente habían afectado al país; sin embargo, culpó categóricamente al presidente Rouhani y a su gobierno por su mala gestión. Esto es un indicador de que aún persiste la disputa entre Rouhani y el líder supremo.

El intento del líder supremo de convertir al presidente Rouhani en chivo expiatorio abrió camino para una mayor presión sobre este último entre los círculos conservadores. El 25 de agosto, Mansoor Arzi, un panegírico que se cree está en el círculo cercano del líder supremo, advirtió a Rouhani que “se ahogaría” del mismo modo que el expresidente Hashemi Rafsanjani. Arzi declaró abiertamente: “Ese tipo [Rafsanjani] murió finalmente ahogado, y este tipo [Rouhani] también morirá ahogado”.

Técnicamente hablando, los políticos recurren a la amenaza abierta cuando falla la diplomacia clandestina. Por lo tanto, la advertencia de Arzi muestra que el establecimiento no ha tenido éxito de convencer a Rouhani sobre ciertos asuntos, por lo que ahora se ha llevado la lucha contra él al dominio público.

Hubo un período en que el Parlamento iraní fue entendido como una empresa conjunta del magistrado Ali Larijani y Hassan Rouhani. Pero parece que este ya no es el caso. La relación entre Rouhani y Larijani se ha vuelto tensa. Una señal clave de esto es que Larijani ya no está usando su potencial en el parlamento para proteger al gobierno. El 8 de agosto, el Parlamento iraní destituyó al ministro de Trabajo y Asuntos Sociales, Ali Rabiee, después de una interpelación. 

Tres semanas después, el 26 de agosto, destituyó al ministro de Economía, Masoud Karbasian; y solo dos días después de eso, el 28 de agosto, el presidente Rouhani fue convocado por los parlamentarios para responder sus preguntas. El resultado de una votación realizada después del interrogatorio muestra que el Parlamento no estaba satisfecho con las explicaciones de Rouhani.

De acuerdo con las normas judiciales de Irán, el caso ahora debe remitirse a la judicatura. Aunque el parlamento aún no ha presentado el caso al poder judicial, ciertamente lo utilizará como una espada desenvainada que cuelga sobre la cabeza de Hassan Rouhani para chantajearlo aún más.

Entre tanto, el expresidente de la República Islámica Mahmud Ahmadineyad ha regresado para tratar de explotar el resentimiento público actual. Aunque nadie apoya abiertamente las actividades de Ahmadineyad, ciertamente hay círculos conservadores que están contentos con la nueva ola de ataques de Ahmadineyad contra Larijani y el presidente Rouhani. Pero la cuestión es que, aunque comparten las preocupaciones del exmandatario, no lo quieren como su representante.

La situación general sugiere que el principal problema de la república islámica no son las crisis externas que enfrenta; sino más bien la crisis interna dentro de sus órganos. Tal vez por eso el ayatolá Kazem Seddiqi, el imán encargado de liderar de las oraciones del viernes en Teherán, advirtió a las autoridades iraníes una vez más en su discurso del 14 de septiembre que se ahogarían por completo si alguno de ellos hiciera un agujero en el fondo del bote.

Teniendo en cuenta lo anterior, hay muchos políticos dentro del establecimiento que sienten que la República Islámica debería optar de inmediato por un nuevo acuerdo con Estados Unidos, entre ellos, algunos son conservadores, como Natiq Nuri y Ali Mutahhari. 

Ellos ya llegaron a la conclusión de que la República Islámica no puede mantener el acuerdo nuclear (Plan de Acción Conjunto y Completo de 2015) sin Estados Unidos como tal.

Sin embargo, hay un gran obstáculo para el régimen iraní que le impide hacer ese intento. Los líderes iraníes quieren un trato secreto, mientras que el presidente Trump cree en la negociación abierta. La misma personalidad del presidente Trump sugiere que divulgará cualquier trato con Irán porque lo necesita por su popularidad entre los votantes estadounidenses.

Siendo este el caso, Irán está atrapado en un dilema real. Pero, sin duda, sin un nuevo acuerdo, el sistema respiratorio del régimen iraní está bloqueado. Tanto el discurso del presidente Trump en la Asamblea General de las Naciones Unidas el 25 de septiembre y una declaración consecuente del Asesor de Seguridad Nacional de Estados Unidos, John R. Bolton, sugieren que la República Islámica pasará por un período bastante difícil.

*Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no reflejan necesariamente la política editorial de la Agencia Anadolu.

*Daniela Mendoza contribuyó con la redacción de esta nota.​

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