Análisis

Exceso de confianza y la violación de los protocolos descarrilaron la lucha contra la COVID-19 en la India

La lección que se extrae de la nueva ola de la COVID-19 en la India es que existe la necesidad incluir también la sanidad en temas relacionados con la seguridad nacional y humana.

Syed Iftikhar  | 30.04.2021 - Actualızacıón : 30.04.2021
Exceso de confianza y la violación de los protocolos descarrilaron la lucha contra la COVID-19 en la India NUEVA DELHI, INDIA - 28 DE ABRIL: Vista general de la cremación masiva de quienes murieron por la enfermedad del coronavirus en un crematorio en Nueva Delhi, India, el 28 de abril de 2021. (Imtiyaz Khan - Agencia Anadolu).

Ankara

Por: Iftikhar Gilani

Estos días, las llamadas telefónicas desde la capital de la India, Nueva Delhi, provocan escalofríos. Cada vez que suena el teléfono es para comunicar la muerte de un familiar o conocido. Numerosos pacientes ingresados ​​en los hospitales jadean por falta de oxígeno mientras sus familiares buscan desesperadamente cilindros de oxígeno usados.

Una persona que llamó desde Faridabad, en las afueras de Nueva Delhi, pedía ayuda para incinerar a su padre fallecido. Dijo que había largas colas de espera fuera de los crematorios. Las parrillas de hierro de uno de los crematorios eléctricos se derritieron debido a la constante quema en su horno. Otra persona que llamó se quejó de que no quedaba leña en el crematorio para realizar el funeral de su tío. Vinay Srivastava, un periodista de Lucknow, capital de la provincia más grande de la India, Uttar Pradesh, permaneció pidiendo un cilindro de oxígeno a sus amigos y a las autoridades a través de Twitter hasta su último aliento.

Hospitales de renombre acuden a los tribunales para exigir que se garantice el suministro de oxígeno. En el Hospital Ganga Ram, un centro de salud líder en Nueva Delhi, 19 pacientes murieron luego de que el suministro de oxígeno se agotara. Horas antes, la dirección del hospital había pedido a las autoridades que les enviaran camiones cisterna con oxígeno.

Samriddhi Saxena, una destacada locutora de radio en Mumbai, la capital comercial de la India, dijo que fue incapaz de conseguir un cilindro para su padre enfermo, quien necesita un suministro constante de oxígeno, a pesar de sus recursos e influencia. Saxena dijo que el costo de un cilindro en Mumbai se ha disparado a 20.000-30.000 rupias (aproximadamente USD 270-370) y solo dura de dos a tres horas.

La suegra de un excolega y periodista dio positivo en COVID-19. A pesar de los recursos y contactos a todos los niveles, tuvieron que recorrer cuatro hospitales en busca de una cama. La anciana perdió la vida mientras sus familiares buscaban cama e intentaban completar los trámites necesarios. Desde hace cuatro días, el cadáver de la suegra se encuentra en una morgue, ya que la lista de espera en el crematorio es muy larga.

La solicitud de ayuda de Ramesh Chander, un juez retirado, para llevar el cadáver de su esposa al crematorio se ha vuelto viral en las redes sociales. "Mi esposa y yo habíamos dado positivo en COVID-19. Probé todos los números de la línea de ayuda, pero ninguno respondió, hasta que mi esposa colapsó por la mañana", dijo Chander en una nota.

Vimal Kapoor, un residente de Varanasi, el distrito electoral del primer ministro Narendra Modi, dijo que su madre falleció en el hospital por falta de camas. "Vi a gente ser atendida en los estacionamientos. No hay espacio dentro de los hospitales. En el crematorio, los cadáveres están en bultos y los precios de leña (para la cremación) se han disparado", cuenta Kapoo, quien tuvo que esperar 15 horas para que incineraran a su madre.

India rural desatendida

Si esta es la situación en áreas metropolitanas como Delhi y Mumbai, uno puede imaginar la situación en ciudades más pequeñas, pueblos y zonas rurales de la India. Según el Centro de Recursos de Coronavirus Johns Hopkins, en EEUU, la India ha comunicado 17,3 millones de casos y 195.123 muertes hasta el momento. Por sexto día consecutivo, el país reportó 300.000 infecciones y más de 2.000 muertes.

No obstante, los expertos se muestran escépticos sobre estas cifras oficiales. Un reportero de un periódico importante, The Telegraph, dijo haber una gran cantidad de informes incompletos de casos en varias partes del país. En una localidad, donde sólo se habían registrado 10 infecciones sobre el papel, el periodista encontró 150 casos. Según el diario, los contagios podrían superar los 800.000 casos, con 20.000 muertes diarias.

El año pasado, la India dio esperanza al mundo al actuar con rapidez y detener con éxito la propagación del virus. En enero, el primer ministro Modi declaró la victoria contra el virus mientras se dirigía al Foro Económico Mundial por videoconferencia. "La gente preveían que entre 700 y 800 millones de indios resultarían infectados y que más de dos millones morirían. Pero la India no permitió que esto sucediera y salvó a la humanidad de un gran desastre", dijo Modi.

El primer ministro habló sobre cómo la India había desarrollado capacidades en poco tiempo, sobre cómo el programa de vacunación más grande del mundo se había lanzado con base en dos vacunas "Made in India", con muchas más por venir, y cómo la India ahora quería salvar al mundo exportando estas vacunas.

De enero a marzo de 2021, la India exportó 65 millones de dosis de vacunas, un millón de medicamentos remdesivir, 9.300 toneladas métricas de oxígeno y 20 millones de kits de pruebas con el propósito de demostrar su destreza y, aparentemente, para competir con la diplomacia sanitaria de China. Ahora, la repentina prohibición impuesta a las exportaciones también ha puesto a los países que dependen del suministro de vacunas de la India en una situación problemática.

En marzo, Modi regaló 1,2 millones de dosis de vacunas a su vecino Bangladés, que también compró 30 millones de dosis a una empresa de la India para vacunar a su población y ha hecho pedidos de otros 40 millones de dosis. El deterioro de la situación en la India ha obligado a esta a restringir las exportaciones de todos los artículos médicos y ha dejado a Bangladés, las Maldivas y muchos países africanos en una situación desagradable, ya que habían puesto sus esperanzas en el suministro de vacunas de la India.

Jadeando por respuestas

No hay respuestas sobre por qué la India fue sorprendida por la segunda ola mortal, la cual había mostrado sus colmillos ya a mediados de febrero. Las encuestas serológicas del propio Gobierno advirtieron ampliamente sobre una segunda ola. En su documento de 120 páginas de la primera semana de marzo, un panel parlamentario enumeró las acciones que debían tomarse, incluido el almacenamiento de suficiente oxígeno médico. Por cierto, el virus mutado apareció por primera vez en las provincias de Kerala, Punjab y Maharashtra, todas ellas gobernadas por la oposición. En lugar de ayudarlos a contener el virus, el partido gobernante culpó a estas administraciones y puso en tela de juicio su eficacia.

En general, los expertos creen que el exceso de confianza de los líderes los llevó a permitir la celebración de elecciones en cinco provincias y la reunión religiosa de hindúes a las orillas del sagrado río Ganges en Hardwar, a 213 kilómetros de Nueva Delhi, eliminando todas las medidas de precaución observadas durante el último año. El Tribunal Superior de Madrás consideró a la Comisión Electoral como singularmente responsable de la segunda ola e incluso observó que sus funcionarios deberían ser procesados por homicidio por no obligar a los líderes políticos y a los votantes a seguir los protocolos de la COVID-19. Hasta el momento, cuatro candidatos en el estado de Bengala Occidental han muerto después de haber dado positivo.

Durante la reunión religiosa en el Ganges, se congregaron hasta 4,6 millones de devotos. En solo unos días se detectaron 2.000 infecciones en la ciudad de Hardwar, que ahora se han extendido a través de los devotos por toda la India.

La indulgencia para permitir esta reunión contrasta con la actitud del Gobierno y los principales medios de comunicación el año pasado cuando estos acusaron a los miembros de Yamaat Tabligh, un movimiento misionero islámico transnacional con sede en Delhi, por supuestamente propagar el coronavirus.

Otra razón que llevó al fracaso a la hora de abordar la segunda ola fue la falta de transparencia en la utilización del Fondo de Asistencia y Alivio al Ciudadano en Situaciones de Emergencia del Primer Ministro o Fondo PM Cares, que fue creado el 27 de marzo de 2020, tras el comienzo de la pandemia. Muchos departamentos gubernamentales y corporaciones contribuyeron generosamente al fondo. Sin embargo, los partidos de la oposición alegan que los contratos para la producción de equipos médicos se otorgaron a empresas favoritas y que la calidad de estos equipos se ha visto comprometida.

La oposición recordó que el Gobierno del estado de Rajasthan devolvió los ventiladores, ya que el 90% de ellos no funcionaban. Hace ocho meses, se lanzaron licitaciones para construir 150 plantas de fabricación de oxígeno médico. A excepción del estado más meridional, Kerala, que aumentó su capacidad de producción y almacenamiento de oxígeno en un 58%, en el resto de las provincias el proyecto quedó en los archivos. En lugar de aumentar la capacidad de los hospitales en varias localidades se cerraron centros para la COVID-19.

Una investigación llevada a cabo hace quince días por el periódico Mid Day, de Mumbai, indica que las autoridades del aeropuerto de la ciudad permitían a los pasajeros de otros estados evadir la cuarentena obligatoria de siete días al presuntamente aceptar sobornos de 10.000 a 12.000 rupias (aproximadamente USD 133-267).

Gasto insuficiente en el sector sanitario

El Ministerio de Sanidad solicitó una partida presupuestaria anual de 1.218 billones de rupias (aproximadamente USD 16.300 mil millones) para 2021-22, pero solo obtuvo 712,6 billones de rupias (aproximadamente USD 9.500 millones), 58,48% menos de la cantidad solicitada. Un panel parlamentario había advertido en marzo que este déficit en la asignación presupuestaria obstaculizará la ampliación de varios sistemas sanitarios.

Décadas de financiación insuficiente han dejado al sector sanitario en un estado deficiente en la India. El gasto público anual en sanidad sigue siendo solo el 1,8% del PIB del país. En la actualidad, la India tiene ocho médicos por cada 10.000 habitantes. El vecino Pakistán gasta el 0,9% de su PIB en sanidad, en contraste con el 4,4% en Turquía y el 6,6% en China.

Según Laxman Kumar Behera, investigador del prestigioso Instituto de Estudios y Análisis de Defensa (IDSA) de la India, la pandemia ha demostrado que la seguridad nacional no es solo militar. "Su impacto en términos de pérdida de vidas humanas, sufrimiento extremo de la población que vive marginada, pérdida de puestos de trabajo y otros graves reveses económicos no son menos que los estragos infligidos en una guerra interestatal", explica Behera.

Mientras los Ejércitos de todo el mundo siguen haciendo ejercicios para prepararse para cualquier eventualidad, la mayoría de los países siguen acumulando reservas estratégicas de petróleo además de los depósitos de municiones para ayudarlos a prepararse para las posibles guerras. La lección que se extrae de la nueva ola de la COVID-19 en la India es que existe la necesidad de tener una estrategia similar para abordar los problemas de sanidad, almacenar suficientes medicamentos y equipos médicos y combatir próximas pandemias. Es imperativo incluir también la sanidad en temas relacionados con la seguridad nacional y humana.

Las opiniones expresadas en este texto son propias del autor y no reflejan necesariamente la postura editorial de la Agencia Anadolu.

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