Análisis

Elecciones turcas 2018: ¿Fin del ottimati turco?

Turquía, la primera república democrática musulmana del mundo, se mueve hacia un futuro político más pluralista, democrático e igualitario

Adam McConnel  | 31.07.2018 - Actualızacıón : 01.08.2018
Elecciones turcas 2018: ¿Fin del ottimati turco?

ESTAMBUL, Turquía
Por Adam McConnel

“[La república] tuvo un principio y en consecuencia tendría un fin; esto fue crucial tanto para el problema de mostrar cómo surgió y cómo podría mantener su existencia, y de reconciliar su fin de hacer realidad los valores universales con la inestabilidad y el desorden circunstancial de su vida temporal”.

--J.G.A Pocock, El Momento Maquiavélico: Pensamiento Político Florentino y la Tradición Republicana Atlántica.

Las elecciones anticipadas en Turquía, inicialmente programadas para finales de 2019, pero antepuestas para junio de 2018, dieron pocas sorpresas. El presidente Recep Tayyip Erdogan recibió el 52.5% de los votos, casi lo mismo que los sondeos objetivos proyectaban durante los dos meses de campaña. El partido Justicia y Desarrollo (AK) recibió un poco menos de votos (42.5%) de lo que indicaban los sondeos, pero de igual manera recibió un 20% y unos 10 millones de votos más que su competidor más cercano.

El Partido Democrático del Pueblo (HDP), por su parte, era el desconocido, los sondeos lo mostraban apenas obteniendo lo suficiente para entrar al parlamento (10%). Al final, los votantes no tradicionales del Partido Republicano del Pueblo (CHP) permitieron el ingreso del HDP al parlamento.

El partido AK y su aliado de campaña, el Partido Acción Nacionalista (MHP), tendrán una mayoría parlamentaria que facilitará la aprobación de reformas. Pero reemplazar la muy enmendada constitución turca –básicamente el mismo documento escrito por los militares después del golpe de 1980- podría ser un objetivo inalcanzable. Durante los próximos cinco años, el principal tema parlamentario será si la oposición logra evolucionar en organizaciones que producen políticas con plataforma y visión, o si siguen existiendo solo como contrapesos, determinados a impedir el proceso legislativo.

Esto debería significar estabilidad política y continuidad hasta las próximas elecciones en 2023 (aunque las elecciones locales se celebrarán el próximo año). Esto también significa que las actuales tendencias de la sociedad turca seguirán desarrollándose, algo que debería interesar a los científicos sociales e historiadores. En concordancia con este raciocinio, los analistas políticos investigan los resultados electorales para encontrar pistas sobre la opinión pública en Turquía. Pero lo que más sorprende de estas elecciones es cuán predecibles los resultados fueron para los que prestan atención al vínculo entre la sociología y la política.

La sociología, clave para entender la política turca

Durante los últimos años, he buscado maneras de explicar los acontecimientos contemporáneos en la sociedad turca de manera comprensible para las personas que no viven en el país y quienes no tienen un conocimiento directo o detallado de la sociedad, historia y cultura de Turquía. Una forma fructífera de hacer esto es mediante comparaciones, aunque uno debe ser cuidadoso cuando compara sociedades diferentes y periodos cronológicos diferentes. Tales comparaciones, sin embargo, pueden ser iluminadoras si se explican de la manera correcta.

Un problema común son las nociones preconcebidas que muchos observadores no turcos tienen: que Turquía ha sido democrática desde que cayó el Imperio Otomano, que las instituciones estatales de Turquía siempre han sido modernas y comparables a aquellas en Europa y los Estados Unidos, que el pueblo turco tenía control de sus instituciones y su futuro.

Tales concepciones son falsas. En realidad, la democracia turca, aun con elecciones abiertas, transparentes y libres desde 1950, se veía limitada por el control que las fuerzas armadas turcas y sus simpatizantes en instituciones estatales mantenían y ejercitaban sobre la sociedad turca. El dominio de las instituciones otomanas y después turcas lo tuvieron los burócratas y más tarde los militares, cuya influencia surgió a mediados del siglo XIX y se mantuvo hasta hace una década, cuando fueron removidos de la política mediante intervenciones a veces violentas.

Por lo tanto, los últimos 10 años se han caracterizado como un conflicto entre el partido AK (electo democráticamente) y actores civiles no electos (la organización terrorista Fetullah (Feto) para controlar las instituciones estatales. Uno de los principales resultados del fallido intento de golpe de Estado del 15 de julio de 2016 es que la veeduría democrática de las instituciones turcas se ha fortalecido. Eso, por su parte, es una de las principales razones para el incremento en la efectividad de las fuerzas de seguridad turcas en su lucha contra organizaciones violentas que tienen como blanco a los civiles y militares turcos. Esta tendencia continuará debido a la transición a un sistema presidencialista, la estabilidad política y los esfuerzos de reforma en las instituciones estatales.

Comparando la República Florentina con la República Turca

Pero, ¿cómo deben los observadores extranjeros que desean entender la esencia de los desarrollos políticos en Turquía acercarse a estos eventos?. Recientemente he llegado a la conclusión que algunos aspectos de la República florentina del Renacimiento, el experimento de políticas republicanas entre el mundo antiguo y el mundo moderno, puede ayudar a los observadores a entender elementos claves del actual desarrollo político de Turquía.

Florencia es fascinante por varios motivos, uno de los principales es su experimento con el republicanismo de gremio, el cual duró 250 años y anticipó a escala micro muchas de las tendencias socioeconómicas que han permitido el surgimiento de las democracias masivas modernas. [La información sobre Florencia aquí presentada es resumida de Una Historia de Florencia 1200-1575, de John M. Najemy].

La vida política de Florencia estaba marcada por una competencia sociopolítica de tres vías. Preeminentes eran las élites florentinas, familias no aristocráticas, las cuales a veces se referían a sí mismas como ottimati y quienes ganaron su estatus mediante el comercio, la banca y el patrocinio. El segundo grupo, los gremios, eran llamados popolo, y se dedicaban a diferentes actividades económicas que hicieron de Florencia la ciudad más importante del Renacimiento europeo. Estos gremios estaban divididos en gremios mayores y gremios menores.

El último grupo, que abarcaba la mayoría de la población, eran los trabajadores que realizaban labores manuales en diferentes profesiones, de construcción a textiles. En teoría, los gremios tenían el mismo derecho a la participación política, pero realmente, las familias de élite y los gremios mayores dominaban y competían entre ellos por puestos políticos y toma de decisiones (y, por lo tanto, la distribución de las riquezas).

El tema importante aquí es que la tradición republicana de Florencia prohibía que la gente con títulos aristocráticos ocupara puestos políticos, por lo tanto, los debates políticos se llevaban a cabo entre ciudadanos no aristocráticos. Esto llegó al extremo de declarar nobleza familiar a cualquiera de las personas que parecía acumular mucha influencia política en la ciudad, lo cual removía a esa familia de cargos políticos y, en consecuencia, de participar en la vida política de la ciudad.

El punto de cambio para la vida política de Florencia fue el año 1378, cuando los gremios menores y los trabajadores intentaron –teniendo éxito por un breve lapso de tiempo– reivindicar sus derechos y hacerse sentir en la vida política. La igualdad política para todos los gremios de la ciudad fue restablecida y, llevando la ideología política un paso más allá, se crearon gremios para los artesanos y las clases trabajadoras de Florencia. Aquel paso cumplió lo que los valores y la tradición política republicana de Florencia siempre indicaban –que todos los habitantes de Florencia tenían derecho a la representación política– pero esta nunca había sido otorgada a la mayoría. Los trabajadores de Florencia eran llamados ciompi, por lo cual estos eventos se recuerdan como la Revolución Ciompi.

Cuando las peticiones políticas de los ciompi se tornaron radicalmente democráticas, pidiendo participación en las decisiones políticas equivalentes a su presencia en la sociedad florentina, los otros gremios los suprimieron mediante el uso de violencia callejera. La coalición de gremios menores y mayores permaneció en el poder de la política florentina hasta 1382, pero se estableció un precedente antidemocrático. Después de los eventos de 1378, la alianza entre los gremios mayores y menores solo duraría tres años más. Las familias de la élite florentina se opusieron a otorgarles derechos políticos a los gremios, confiando solo en los ottimati para tomar decisiones políticas. Los ottimati eventualmente eliminaron a los gremios de la vida política de la ciudad con el apoyo de importantes miembros de los gremios, quienes temían más a los pequeños trabajadores que al dominio de las élites. Los ottimati recordarían a 1378 con horror y sentimientos de odio de clases.

La aversión de los ottimati a cualquier tipo de involucramiento de las no élites en la política florentina llevaría, paso por paso, inicialmente a la oligarquía y eventualmente al surgimiento de la familia Medici como la principal fuerza política y financiera de la ciudad en el siglo XV. El dominio de los Medici sería el fin de las tradiciones republicanas de Florencia; eventualmente un Medici se convertiría en duque de Florencia y más tarde en gran duque de Toscana, poniendo fin a los experimentos de Florencia con un Gobierno republicano.

El ottimati turco

Turquía tiene una historia sociopolítica comparable a la Florencia del Renacimiento en varios aspectos. El más importante es que el Imperio Otomano no tenía una nobleza hereditaria e incluso las familias provinciales poderosas que surgieron en el siglo XVIII nunca tuvieron el mismo estatus que la nobleza europea. Alguien tan poderoso como Mohammed Ali Pasha de Egipto tenía que esforzarse para hacer que su puesto fuera heredado por sus hijos.

Por este motivo, se empezó a formar una nueva élite sociopolítica mientras surgían las instituciones estatales a mediados del siglo XIX. Los primeros fueron diplomáticos y burócratas, después oficiales militares durante la modernización de las fuerzas armadas otomanas. Durante la era Tanzimat (1839-1876), los intelectuales también tomaron importancia mientras la sociedad otomana se volvía más educada; surgió un pequeño público lector y las políticas se desplazaron a la naciente esfera pública. Pero la era Tanzimat fue también cuando las élites estatales obtuvieron el poder para tomar decisiones políticas e imponer sus ideales –en gran parte conceptos europeos importados, tales como el positivismo– sobre la sociedad otomana.

En 1876, estas mismas élites se ingeniaron la declaración de una constitución otomana, con parlamento y elecciones a bordo, pero estas elecciones no eran democráticas y el parlamento no tenía un poder político verdadero. Este siguió siendo el caso incluso cuando el Imperio Otomano se transformó en la República Turca en la década de 1920. El control ejercitado por las élites estatales no cambió y las ideas que impusieron sobre la sociedad turca siguieron siendo mayoritariamente europeas, enfocadas a construir una nación-Estado con identidad turca.

Después de 1950, el pueblo turco finalmente hizo oír su voz en las decisiones políticas, pero apareció un nuevo problema. Las instituciones estatales seguían en manos de los ottimati turcos, quienes no tenían intenciones de dejar su acceso a los recursos y privilegios estatales. El resultado de esto ha sido varias intervenciones militares durante los últimos 60 años mientras el ala militar de los ottimati turcos actuó para prevenir su pérdida de control sobre los políticos electos democráticamente y sus constituyentes. Pero a diferencia de lo que ocurrió en Florencia, después de que surgió un precedente democrático en Turquía, los ciudadanos turcos retornaron a sus políticos electos después de las intervenciones militares.

En retrospectiva, la era entre 1950 y el 2007 podría ser recordada como una versión extendida de la Revolución Ciompi, durante la cual las masas de ciudadanos turcos se dieron cuenta de los ideales políticos que habían sido presentados en la retórica política de la República de Turquía, pero que nunca habían podido gozar. La sociedad turca, que permaneció al margen hasta 1950 e incapaz de imponer su voluntad política sobre las instituciones estatales hasta el 2007, parece haber salido victoriosa. Cuando otro grupo no electo, FETO, intentó apoderarse a la fuerza de las instituciones estatales de Turquía en julio de 2016, los ciudadanos turcos salieron a las calles a garantizar que sus derechos democráticos no serían ultrajados de nuevo. A diferencia de los ciompi florentinos, las masas en Turquía triunfaron.

Pero ¿qué es de los ottimani turcos? Sus representantes políticos, el CHP, han mantenido un bloque de votantes de alrededor del 25% durante varias décadas, pero el cambio a un sistema presidencialista significa que ya no pueden depender del parlamento para influenciar las decisiones políticas y tener acceso a beneficios. Si quieren acercarse al pueblo turco políticamente, ahora deben tener candidatos atractivos al 50% del electorado; eso también significa desarrollar una plataforma política que entregue soluciones realistas a los problemas que enfrenta la sociedad turca.

El miedo de los ottimani turcos a las clases bajas no les permitió mantener el control sobre las instituciones estatales. Al contrario, se separaron del resto de la sociedad turca, haciéndose a sí mismos incapaces de entender los cambios que ocurren en la sociedad, en especial las crecientes peticiones de instituciones estatales verdaderamente democráticas que provean servicios efectivos y justicia a los ciudadanos.

En otras palabras, la República Turca tomó un camino diferente a Florencia. Cuando los marginados de Turquía exigieron sus derechos democráticos, lograron mantener su petición a pesar de la resistencia, a veces violenta, por parte de las élites. En vez de una degradación lenta al dominio por parte de una sola familia, Turquía, como la primera república democrática musulmana del mundo, se mueve hacia un futuro político más pluralista, democrático e igualitario.

*Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no reflejan la política editorial de la Agencia Anadolu.

**Ahmed Fawzi Mostefai contribuyó con la redacción de esta nota.

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