Política, Análisis

¿Haftar pretende ser el nuevo Gaddafi de Libia?

Libia requiere un liderazgo decidido, facultado por el estado de derecho, así como instituciones democráticas que se adhieran a políticas inclusivas para revertir el rápido deterioro del país.

Ferhat Polat  | 09.04.2019 - Actualızacıón : 11.04.2019
¿Haftar pretende ser el nuevo Gaddafi de Libia? Jalifa Haftar. (Amr Imam - Agencia Anadolu).

ESTAMBUL

El señor de la guerra Jalifa Haftar, un fuerte hombre militar en Libia que controla gran parte del este y dirige el autoproclamado Ejército Nacional de Libia (LNA), ha estado provocando un conflicto militar total en Libia. Él amenaza al gobierno internacionalmente reconocido de Trípoli con el uso de la fuerza militar si no obtiene lo que quiere. Amenaza con marchar a Trípoli si no es reconocido como el comandante militar general del país. Como tal, la situación en el país pronto podría degenerar en una guerra civil en todo el sentido de la regla.

Haftar cuenta con el apoyo político y logístico de Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Francia, Rusia y otras naciones. Se cree que dicho apoyo está directamente relacionado con la riqueza en petróleo que tiene Libia. Es a través de ese respaldo internacional que Haftar ha dominado la parte oriental del país y recientemente se ha aventurado a establecer una base en la región de Sebha. Mientras tanto, Haftar se ha negado sistemáticamente a reconocer la legitimidad del Gobierno del Acuerdo Nacional (GNA) y utilizó las negociaciones para ganar tiempo.

La lucha por el control de los recursos petroleros de Libia es un motor importante en el conflicto en curso. Se cree que Haftar controla actualmente más de un millón de barriles de producción por día; una capacidad que le permite obtener una importante fuente de ingresos, así como también el mando de grupos de milicias.

En los últimos años, las fuerzas de Haftar se han expandido en gran parte de Libia, moviéndose hacia la parte occidental del país, lo que ha llevado al gobierno internacionalmente reconocido en Trípoli a declarar una alerta militar.

El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, expresó su preocupación por el posible enfrentamiento armado con fuerzas rivales al sur de la capital. A pesar de los intentos de la ONU por alcanzar una solución negociada entre grupos y fuerzas rivales, Libia sigue dividida.

Aunque la ONU pidió un alto al fuego inmediato, Haftar no parece estar interesado en ningún tipo de compromiso. Quiere ser un dictador al estilo de Gaddafi y su ataque a Trípoli se considera en general como un intento por cambiar los hechos en el terreno antes de una conferencia de reconciliación nacional patrocinada por la ONU a finales de este mes.

Varios países, incluido el Reino Unido, exigen que se impongan sanciones a Haftar. Se cree que los gobiernos británico y alemán podrían tomar una línea más dura e imponer sanciones, lo que podría presionar a Francia para que condene y se oponga a la ofensiva de Haftar.

Europa está profundamente preocupada por un nuevo flujo constante de migrantes y refugiados a Europa. Como resultado, se espera que los ministros de Relaciones Exteriores de la UE condenen el asalto a Trípoli por parte de Haftar y pidan a todas las partes que trabajen juntas hacia la estabilización del país.

Desde entonces, Haftar se ha negado a reconocer el GNA, alegando que está en deuda con las milicias, y prometió "liberar" a Trípoli de estas milicias gobernantes. Hasta el momento, ha sido uno de los principales obstáculos para la implementación del Acuerdo Político de Libia (LPA) de 2015, el acuerdo negociado por los Estados Unidos con el objetivo de formar un gobierno libio unificado.

Haftar tampoco parece estar interesado en ratificar el acuerdo LPA o en aceptar ninguna enmienda. Sus acciones en última instancia socavan los esfuerzos internacionales para buscar una solución a largo plazo para la guerra civil en curso. Considerado como un hombre fuerte contra el terrorismo, Haftar ha demostrado ser un impedimento para una solución política. Sus decisiones han socavado las perspectivas de un acuerdo de paz y han contribuido a una disminución de la seguridad.

En consecuencia, podría producirse un aumento en la guerra de guerrillas y el terrorismo. Por lo tanto, las potencias internacionales y regionales tienen la responsabilidad de presionar a Haftar para que acepte el LPA con el fin de disminuir la inestabilidad en curso.

No hay alternativa a una solución negociada. Libia requiere un liderazgo decidido, facultado por el estado de derecho, así como instituciones democráticas que se adhieran a políticas inclusivas para revertir el rápido deterioro del país.

Libia necesita un gobierno, instituciones y una constitución que puedan proporcionar estabilidad en el entorno posterior al conflicto. Esto, a su vez, conducirá al desarme y la reintegración de las milicias y mediará entre los intereses en conflicto y los centros de poder.

También se debe garantizar una transición política sostenible para combatir el terrorismo y luchar contra los contrabandistas y la proliferación de armas. Es evidente que el conflicto libio no puede resolverse militarmente y ninguna de las partes puede concluir un acuerdo militar en su beneficio. Por lo tanto, los poderes internacionales deben alentar un acuerdo político, que podría persuadir a todas las partes a aceptar una solución política.

Según el Índice de Transformación de la Fundación Bertelsmann (BTI), que analiza y evalúa cada dos años la calidad de la democracia, la economía de mercado y la buena gobernanza en 129 países en vías de desarrollo, Libia tiene las reservas probadas de petróleo crudo más grandes de África con 48.400 millones de barriles.

El pueblo libio podría tener la oportunidad de utilizar sus propios recursos para comenzar el proceso de reconstrucción de un estado destrozado. El no hacerlo daría lugar a más conflictos.

Por lo tanto, el primer paso debería ser la celebración de elecciones nacionales, que son necesarias para estabilizar a Libia. De lo contrario, la falta de resolución política allanaría el camino para renovar la violencia.

Cuanto más tiempo pase Libia sin elecciones, más peligroso será el vacío político. Esto perpetuará la precaria situación económica y quizás cause un colapso permanente de la gobernanza central.

Más importante aún, el papel de Haftar, que aún no se ha resuelto, sigue siendo el principal obstáculo para unificar el país. Por lo tanto, las potencias internacionales y regionales tienen la responsabilidad de alcanzar un consenso y presionar a Haftar para que traiga la paz y la estabilidad al país.

La crisis libia afecta no solo a Libia, sino a la región en general. Una estrategia tangible para la estabilización es crucial en esta etapa.

*Ferhat Polat actualmente es investigador adjunto en el TRT World Research Center. Es doctorando en Estudios del Norte de África en el Instituto de Estudios Árabes e Islámicos en Exeter, con un enfoque particular en las Políticas Exteriores de Turquía. Sus intereses incluyen la política de Oriente Medio y su influencia en el norte de África, y en particular el potencial de asociaciones económicas, políticas y sociales más sólidas.

*Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan la política editorial de la Agencia Anadolu.

*Maria Paula Triviño contribuyó con la redacción de esta nota.

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