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¿De dónde proviene la rivalidad política y militar de Arabia Saudita e Irán?

Las tensiones entre ambos países musulmanes llegaron a un nuevo pico tras los ataques a las instalaciones de la petrolera estatal Saudí Aramco y dentro de un escalamiento de hostilidades en la región.

Juan Felipe Vélez Rojas  | 20.09.2019 - Actualızacıón : 21.09.2019
¿De dónde proviene la rivalidad política y militar de Arabia Saudita e Irán? Miembros de las fuerzas de seguridad iraníes hacen guardia mientras los manifestantes protestan frente a la embajada de Arabia Saudita contra la ejecución del destacado clérigo chií saudí, Nimr Baqir al-Nimr, por parte de las autoridades sauditas. (Archivo Agencia Anadolu)

BOGOTÁ, Colombia

Por: Juan Felipe Vélez Rojas

Los recientes ataques contra las instalaciones petroleras de Saudi Aramco en Khurais y Abqaiq, en Arabia Saudita, aumentaron las tensiones en el ya delicado panorama de la región.

Pese a que los rebeldes hutíes de Yemen se adjudicaron la responsabilidad de los ataques, el reino saudí y Estados Unidos culparon a Irán de lanzar “un ataque sin precedentes contra el suministro de energía mundial".

El Gobierno de Teherán negó su participación en los hechos y calificó las acusaciones de “inaceptables y completamente infundadas”. Además, recordó que luego de los “extensos crímenes que la coalición liderada por Arabia Saudita con el respaldo de los países occidentales han cometido en Yemen, es natural que el pueblo y el Ejército yemeníes respondan para parar esos crímenes".

Aun cuando no se ha comprobado ninguna de las versiones, lo único cierto es que las tensiones entre Arabia Saudita e Irán llegaron a un nuevo pico tras los incidentes, que se producen dentro del marco de un escalamiento en las hostilidades de la región.

Rivalidad entre Arabia Saudita e Irán

Pese a que las dos naciones son musulmanas, ambas se encuentran divididas entre las dos corrientes dominantes del Islam: el chiísmo y el sunismo.

Irán sigue el chiísmo, que inició tras la muerte del profeta Mahoma en 632 d.C. como una facción política: 'Shiat Ali' o el partido de Alí. Los chiítas reclaman su derecho a liderar a los musulmanes, pues para ellos el sucesor de Mahoma debía ser algún familiar de sangre, en este caso Alí, primo y yerno de Mahoma.

Por su parte, Arabia Saudita es sunita, cuyo término proviene de la expresión "Ahl al-Sunna": la gente de la tradición. Esta corriente sostuvo que el sucesor de Mahoma debía ser electo por la comunidad musulmana, por lo que respaldaron a Abu Bakr, suegro de Mahoma.

Se considera que en la actualidad cerca del 90% de los musulmanes son sunitas y se concentran principalmente en Arabia Saudita, Kuwait, Emiratos Árabes Unidos, Egipto, Túnez, Catar, Libia, Turquía y Siria, mientras que los chiítas, que representan el 10%, se concentran en Irán, Azerbaiyán, Baréin, Irak, Líbano y en fuertes comunidades en Yemen.

Por varias décadas las comunidades chiítas que viven en Estados de mayoría sunita se han visto a sí mismas como víctimas de la opresión y discriminación, e incluso han sido amenazados por los grupos terroristas como Daesh y Al Qaeda (de origen sunita).

Las diferencias entre ambas corrientes se asentaron tras la revolución iraní de 1979, que llevó a la caída del sha Mohamed Reza Pahlev, aliado hasta ese momento de Estados Unidos y que condujo a la instauración de la República Islámica de Irán.

La nueva república lanzó una agenda islamista radical de vertiente chiíta con la que retó a los gobiernos sunitas conservadores y con la que buscaba apoyar a los partidos y milicias chiítas de otros Estados.

Esta agenda adquirió vital importancia en la mal llamada Primavera Árabe (2011), que desestabilizó principalmente a naciones como Siria, Yemen, Baréin, Egipto, Libia e Irak, y que generó un vacío de poder que fue usado por Arabia Saudita e Irán para impulsar sus propios intereses.

En Siria, Irán movilizó su apoyo a favor de Bashar al-Assad, perteneciente a la comunidad alauita, un rama moderada del chiísmo y un fuerte aliado del Gobierno iraní. Arabia Saudita, por su parte, apoyó a los disidentes del gobierno, mayoritariamente sunitas.

Tras varios años de guerra, Al Assad, respaldado por Rusia e Irán, logró retomar el control de la nación y está en los pasos de un proceso de paz.

En Irak, Arabia Saudita fue testigo de un cambio de poder. Tras el derrocamiento de Saddam Hussein (sunita) en 2003, quien fue un importante aliado entre los años 80 y 90 contra Irán, se estableció un gobierno chiíta que mejoró y fortaleció sus lazos con la República Islámica de Irán.

La guerra en Yemen

Yemen, por su parte, considerado el patio trasero de Arabia Saudita, adquirió un rol estratégico en los últimos años en la lucha de poderes entre saudíes e iraníes.

Tras el derrocamiento de Ali Abdullah Saleh, en 2011, cercano a Riad y quien gobernó Yemen del Norte desde 1978 y Yemen unificado desde 1990, la nación se vio inmersa en un convulsionado panorama político.

En 2014 los hutíes, perteneciente a los zaydíes, una rama de los chiítas que son liderados por la familia Al Huthi, invadieron gran parte del país, incluida la capital, Saná, y el puerto de Al-Hudaydah, expulsando al presidente Abdo Rabu Mansur al Hadi.

Unos años después de esta especie de golpe de Estado, Arabia Saudita lanzó una masiva campaña aérea en compañía de Baréin, Kuwait​, Catar y los Emiratos Árabes Unidos​ con el objetivo de hacer retroceder a los hutíes y permitir el regreso de Al Hadi, aliado saudí.

Los saudíes han acusado en repetidas ocasiones a Irán de apoyar a los hutíes. Incluso un panel de expertos de la ONU demostró que la nación persa le ha entregado apoyo en armamento y dinero a los rebeldes. Sin embargo, Teherán ha rechazado dichos señalamientos.

Pese a su cercanía religiosa y política, la relación entre Irán y los hutíes aún no es muy clara. En varias ocasiones los hutíes no han acatado consejos de Irán y se han mostrado más como un grupo autónomo que actúa bajo sus propios intereses.

Lo que sí es claro es que la población civil en Yemen es la más afectada. Datos del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) indican que unas tres cuartas partes de la población de ese país requieren ayuda humanitaria y más de 22 millones de personas no pueden acceder ni a alimentos, medicinas y otros productos básicos para sobrevivir.

“Este conflicto en Yemen ha desplazado a 2,3 millones de personas de sus hogares y en el lapso de cuatro años registra un número de 65.000 civiles asesinados o heridos”, señala el Acnur.

Aunque es incierto lo que pasará en Yemen y en Oriente Medio, por el momento la balanza de poder parece inclinarse a favor de Irán. El mismo primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, aseguró que Irán “ya controla cuatro capitales árabes: Beirut, Saná, Damasco y Bagdad", lo que desacredita las versiones de EEUU y Riad de que Irán está acorralado.

*Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no reflejan necesariamente la política editorial de la Agencia Anadolu.


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