
WASHINGTON
Parece que los que escriben los discursos de Trump hubieran leído el titular de la Agencia Anadolu "¿EEUU primero o EEUU solo?" y estuvieran respondiéndolo cuando el presidente le dijo a los demás líderes mundiales, en Davos, que EEUU primero no significaba EEUU solo. Lo contradictorio, sin embargo, fue el consejo que enseguida le dio el presidente a los líderes mundiales:
“Como presidente de Estados Unidos, siempre pondré a Estados Unidos primero, así como los líderes de otros países deberían poner a su país primero”.
El consejo que Trump le dio a los líderes mundiales habría sido genuino, si Estados Unidos no estuviera involucrado con la mayoría de países alrededor del mundo.
Al norte de Siria, en la frontera con Turquía, Estados Unidos ha equipado a las fuerzas del PYD/PKK, acusadas por Ankara de ser responsables de una ola de ataques terroristas que han afectado a ciudades turcas, incluyendo destinos turísticos como la avenida İstiklal en Estambul.
¿Cómo espera Trump que los líderes mundiales pongan a sus países primero, y al tiempo den paso a fuerzas que perjudican la seguridad e intereses de aquellos países, especialmente a los miembros de la OTAN y a los aliados de Estados Unidos como lo es Turquía?
Tal contradicción caracterizó el discurso de Trump ante los acaudalados y líderes en Davos. Al mismo tiempo caracteriza la mayoría de políticas y declaraciones de Trump.
El republicano emite falsedades, como cuando afirma que la tasa de desempleo estadounidense está en un mínimo histórico, que no es el caso, o que desconoce las políticas de Estados Unidos, como cuando le dice a Turquía que Washington dejó de equipar al grupo terrorista del PYD/PKK, sin embargo, las tropas de Estados Unidos siguen desplegadas entre estos grupos terroristas armados.
En Davos, Trump dijo solo la mitad de la verdad con respecto a su política exterior. Estados Unidos derrotó a Daesh, pero lo hizo gracias a la cooperación de otros actores regionales. Si gobiernos como el de Turquía no hubieran abierto su base aérea de Incirlik a los aviones de combate estadounidenses para proporcionar apoyo aéreo a los combatientes que expulsaron a Daesh de Siria e Irak, derrotarlo habría sido una tarea mucho más difícil.
Estados Unidos pidió ayuda para derrotar a Daesh, pero se rehusó a ayudar a sus aliados para derrotar a otros grupos radicales. La reciprocidad que Trump exigió en el intercambio, solo para hacer de éste un intercambio justo, no parece aplicar a otros aspectos de la política internacional, como la guerra contra el terrorismo, en donde Washington rara vez ofrece su ayuda si algún grupo radical no molesta tanto a Estados Unidos.
“Para hacer al mundo más seguro frente a regímenes radicales, terrorismo o poderes revisionistas, les pedimos a nuestros amigos y aliados que inviertan sus propias defensas”, instó Trump en Davos.
Muchos países, incluyendo a los aliados de Estados Unidos, han invertido mucho en sus defensas, con el miedo de que un impredecible Trump no acuda al rescate cuando se requiera. El problema es que Trump aún tiene que decidir qué tan grande quiere que sea la huella estadounidense en todo el mundo.
Si Estados Unidos únicamente está teniendo en cuenta sus propios intereses, entonces debería dejar que los otros países vean por los de ellos. Si Estados Unidos despliega sus fuerzas alrededor del mundo, entonces debería escuchar los intereses de sus aliados que Estados Unidos podría no necesariamente ver o apreciar.
Pero al hacer ambas cosas, al anunciar la política de EEUU Primero y al mismo tiempo mantener la usual huella estadounidense en el mundo, se está contradiciendo y tal contradicción necesita ser resuelta. El discurso de Trump en Davos no ayudó a resolverla, la hizo más evidente.
En cuanto a su política económica, las palabras que Trump le dijo al mundo en Davos también envían mensajes confusos. Se jactó de que Estados Unidos es “hasta ahora” la economía más grande del mundo e invitó a todos a invertir en su país, y después criticó a algunos gobiernos por incumplir las normas del comercio internacional.
Ahora, ¿qué pasa si los países que están incumpliendo con las normas del sistema de comercio internacional también están invirtiendo en Estados Unidos? ¿Acaso Estados Unidos va a penalizar estas prácticas de comercio desleales? ¿O mirará para otro lado, utilizando así el comercio justo como herramienta de castigo contra los países que no invierten en Estados Unidos?
Trump “dio vueltas” en la mayoría de temas que tocó en su discurso. Sí es cierto que Estados Unidos es la economía más grande del mundo, pero también es cierto que tiene la deuda nacional más grande en términos absolutos y se ubica entre los cinco primeros países en deuda con relación al PIB.
Entonces, mientras que Trump dijo que la economía estadounidense había regresado con gran fuerza (cosa que podría no ser tan cierta dado que el crecimiento de la economía estadounidense disminuyó medio punto porcentual el trimestre pasado), arrojó muchos otros datos que comprobarían que la imagen de la economía en Estados Unidos y en el mundo podría no ser tan positiva.
Puede que las acciones y las grandes corporaciones estén pasando un muy buen momento, pero el ingreso familiar promedio para la mayoría de los estadounidenses apenas se ha mantenido al ritmo de la tasa de inflación.
Trump puede insistir todo lo que quiera que EEUU Primero no significa EEUU solo, pero una rápida revisión evidenciaría que, desde su llegada a la Casa Blanca, Washington ha alejado a una gran cantidad de sus aliados, desde Europa hasta Turquía y el sur de Asia.
Trump se retiró del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP), creyendo que Estados Unidos podría negociar acuerdos comerciales bilaterales más favorables con los países miembros, debido a que la enorme economía estadounidense tiene una ventaja ilimitada en las negociaciones comerciales.
Pero algo inesperado sucedió. En vez de que el TPP se desmoronara y las naciones miembros entraran en negociaciones con Estados Unidos, mantuvieron vivo el acuerdo, estableciendo así una zona de libre comercio con un tamaño económico considerable.
Ahora Japón y Australia pueden negociar con Estados Unidos en nombre de la zona del TPP, lo que les quita a los estadounidenses la ventaja en este caso.
Desde las políticas exteriores a las económicas, el discurso que dio Trump en Davos estuvo cargado de contradicciones, y esto no puede ser bueno para nadie, ni para Estados Unidos ni para el resto del mundo.
*Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no reflejan la política editorial de la Agencia Anadolu.
*Daniela Mendoza contribuyó con la redacción de esta nota.
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