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Potencias se aprovechan de la crisis económica en Sudán para lograr sus objetivos geopolíticos

Estados Unidos obligó al Gobierno de transición sudanés a que estableciera a relaciones diplomáticas con Israel a cambio de ser asistido económicamente, mientras que dicha propuesta no es apoyada por la población del país africano.

Enver Arpa  | 05.11.2020 - Actualızacıón : 06.11.2020
Potencias se aprovechan de la crisis económica en Sudán para lograr sus objetivos geopolíticos El deterioro de la economía está llevando al pueblo de Sudán a la decepción y la desesperación. El Gobierno de transición sudanés, que ha comenzado a atravesar tiempos difíciles debido a las dificultades económicas que enfrenta, ha recurrido a diferentes alternativas para superar la crisis actual. (Archivo Agencia Anadolu)

ESTAMBUL

El movimiento para acabar con el Gobierno del expresidente sudanés Omar Hasán Ahmad al Bashir, quien gobernó el país durante 30 años y fue derrocado en 2019, no logró mejorar la economía de Sudán y hasta el momento parece haber empeorado la situación política del país. Ahora, el país africano se acerca a Estados Unidos, los Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita y hasta Israel para lograr recibir el apoyo económico que necesita para salir de su profunda crisis. 

El deterioro de la economía está llevando al pueblo de Sudán a la decepción y la desesperación. El Gobierno de transición sudanés, que ha comenzado a atravesar tiempos difíciles debido a las dificultades económicas que enfrenta, ha recurrido a diferentes alternativas para superar la crisis actual.

El Gobierno de transición sudanés, encabezado por Abdalla Hamdok, pretende recuperar la economía con ayuda exterior sin mejorar áreas como la inversión y la producción interna.

Largos años de conflictos internos, embargos y disputas entre las fuerzas militares y civiles del país, han imposibilitado que los dirigentes propongan alternativas para mejorar la situación económica.

Sudán se ha centrado en los gastos de seguridad durante muchos años y su infraestructura económica ha sido muy débil, y no tiene los medios para llevar la economía a un nivel de equilibrio en poco tiempo. Aunque la recuperación del país requiere sacrificios y soluciones arraigadas a largo plazo, el pueblo sudanés, que ha estado sometido a duras condiciones económicas durante muchos años, no tolerará más sacrificios.

La gente culpó a al Bashir de la mala situación económica y lo expulsó del poder. Ahora todos esperan que el Gobierno de transición recién formado, se dé cuenta de lo que al Bashir no pudo hacer. El Gobierno sudanés, por otro lado, aún no ha podido entregar el desempeño deseado debido a las diferentes posturas de sus integrantes, la falta de experiencia política del gabinete establecido y las actitudes obstructivas de los grupos de oposición.

Debido a que el potencial económico del país no es suficiente para salir del estancamiento en poco tiempo, el gobierno de Hamdok ha puesto sus esperanzas en la ayuda exterior.

La economía de Sudán está pasando por un mal momento. Un dólar estadounidense (USD) que ronda las 60 libras sudanesas durante la era al Bashir, ahora ha subido a los 280 en el mercado negro. El desempleo también es alto, y se ha registrado las cifras de inflación más altas de la historia del país. A parte de esto, desastres naturales como las inundaciones que han azotado a los africanos condenaron a las personas a condiciones aún más difíciles.

El Gobierno sudanés de transición no ofrece ninguna muestra de esperanza de que se pueda superar la crisis actual. Según expertos, el país está cambiando rápidamente a un "estado fallido". Esta situación económica del país ha despertado el apetito de algunos actores regionales y mundiales que hacen sus cálculos para sacar provecho de Sudán.

La coalición del Golfo busca aumentar su influencia en Sudán

La coalición del Golfo liderada por los Emiratos Árabes Unidos (EAU) y Arabia Saudita, que presuntamente desempeñó un papel importante en el cambio de Gobierno en Sudán, fueron los países más rápidos en convertir en una oportunidad para ellos la crisis económica que enfrentó el Gobierno sudanés.

Los Gobiernos de los Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudita inmediatamente anunciaron un paquete de ayuda de USD 3 mil millones para la administración provisional establecida después de la caída de al Bashir, y entraron en la carrera para garantizar la efectividad de la administración recién establecida. Para estos países, el establecimiento de buenas relaciones con Sudán era de vital importancia. Necesitaban el apoyo de Sudán en muchos asuntos, especialmente para la coalición en Yemen, e hicieron todo lo posible para establecer relaciones prontas con la nueva administración.

Ver también: Israel cerca de normalizar sus relaciones con Sudán

Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudita tomaron la caída de al Bashir como una oportunidad para ellos y trataron de asegurarse de que la administración recién establecida se pusiera de su lado.

Estos países saben que el nuevo Gobierno de transición, que se estableció en condiciones políticas y económicas muy difíciles, los necesita para salir de la actual crisis económica, y están tratando de mantener al Gobierno de Sudán bajo sus propias políticas.

La causa palestina está en juego

Sudán históricamente ha sido uno uno de los países que más ha defendido la causa palestina. La mayoría de los líderes palestinos se refugiaron en este país cuando se enfrentaron al exilio debido a la presión de Israel sobre esta población.

En una reunión de la Liga Árabe celebrada en la capital sudanesa, Jartum, en 1967, la República de Sudán fue uno de los países en impulsar la política de las “tres no” (No a Israel, no al reconocimiento del país, no a la negociación".

Sin embargo, ahora este país está inclinándose cada vez más a una normalización de relaciones diplomáticas con Israel. Esto se debe en gran medida a Estados Unidos, que explota la crisis económica en Sudán con una actitud poco ética, y obliga al país a establecer relaciones diplomáticas con Israel con la promesa de sacarlo de la lista de países que apoyan el terrorismo y brindar apoyo financiero a la nación africana.

Si bien el Gobierno provisional sudanés sabe que esta decisión nunca será aceptada por el pueblo de Sudán, lo ve como una oportunidad para superar la crisis económica actual.

Este movimiento fue impulsado por el presidente estadounidense, Donald Trump, y fue parte de su material de propaganda electoral. A pesar de esto, el pueblo sudanés se opone a tal normalización. Incluso el bloque socialista, uno de los socios importantes del Gobierno de transición, no consiente esta decisión.

Aunque países como Egipto y Jordania, y recientemente los Emiratos Árabes Unidos y Bahrein se han sumado a la caravana de normalización de relaciones diplomáticas con Israel, la decisión de Sudán es de particular importancia para Tel Aviv. Porque la decisión tiene el potencial de jugar un papel desencadenante para muchos países africanos.

De esta manera, Estados Unidos e Israel han revelado hasta qué punto siguen una política alejada de los valores éticos y cuán insignificante consideran el principio del "respeto a los derechos soberanos de los estados", un valor universal.

Esta actitud pragmática de la administración Trump en aras de sus propios cálculos políticos puede ser vista como un ejemplo de imperialismo. Esta comprensión egoísta, que no ve ningún daño en adoptar enfoques que pongan en peligro el futuro político de los demás en aras de sus propios intereses, falla en contribuir a la paz mundial.

El hecho de que el Gobierno de transición de Sudán, que se estableció para el período de transición y no depende de la elección del pueblo, tome tal decisión, por difíciles que sean las condiciones, merece ser considerado como un ejemplo de cómo las políticas sin principios, orientadas a los intereses económicos, pueden llevar a los países a tomar actitudes impredecibles.

El hecho de que un Gobierno de transición tome decisiones tan importantes no es una situación que se pueda explicar en términos de prácticas democráticas. El mayor objetivo de la revolución contra el Gobierno de Bashar al Bashir se produjo para hacer "prevalecer la voluntad del pueblo". Como sugiere el nombre, el objetivo de los Gobiernos de transición es crear un entorno favorable y llevar al país a elecciones donde se acate la voluntad del pueblo. El hecho de que una decisión tan importante fuera tomada por una administración no electa contradice el espíritu de esta revolución.

Además de ir en contra de las tradiciones democráticas, este enfoque sin duda pondrá a los socios de la coalición en el Gobierno de transición sudanés en una difícil situación y pondrá en riesgo su futuro político. Es evidente que tales decisiones, que no traen un aporte real al futuro político y económico del país y no encuentran respuesta en la conciencia de la sociedad, no beneficiarán la estabilidad política a largo plazo, aunque parezcan aportar algunos beneficios económicos a corto plazo.

[El profesor Enver Arpa es el director del Instituto de Estudios Orientales y Africanos (DOAF), Universidad de Ciencias Sociales de Ankara]

*Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no reflejan necesariamente la política editorial de la Agencia Anadolu.

**Camilo Hernández contribuyó a la redacción de esta nota.

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