
ANKARA
Por: Iftikhar Gilani
No es fácil controlar las emociones después de visitar el Museo del Holocausto en el corazón de Jerusalén occidental. Quienes lo visitan se transportan al pasado por medio de luces tenues, música lenta y videos e imágenes de trenes llevando judíos a campos de concentración, donde gritan tras ser azotados y son llevados a las cámaras de gas. Una experiencia que derrite incluso a la persona con un 'corazón de piedra'.
Después de experimentar un trato tan inhumano, se esperaba que las víctimas y su descendencia respetaran los valores de la humanidad. Pero pocos años después del final de la Segunda Guerra Mundial, el recién nacido Estado judío de Israel comenzó a dar un trato similar a los palestinos, robándose sus vidas y sus medios de subsistencia.
Lo mismo ha sucedido en Occidente. Todos los que perpetuaron crímenes inhumanos contra los judíos a principios del siglo XX ahora han recurrido a los musulmanes para desahogar su ira. Mientras promueven la islamofobia, no desperdician ninguna ocasión para atacar a los musulmanes, sus creencias y símbolos y así hacerlos sentir mediocres e inferiores.
Ya sea por medio de la edición de dibujos animados daneses (en 2005) contra el profeta Mahoma, el concurso realizado por el parlamentario holandés de extrema derecha Geert Wilders para realizar caricaturas sobre el fundador del islam, o las insultantes caricaturas del semanario francés Charlie Hebdo sobre el Profeta (Mahoma), Occidente siempre se ha excusado bajo la libertad de expresión y opinión para ofender a los musulmanes y sus creencias.
Cuando la comunidad musulmana protesta contra estos actos, es catalogada como una mentalidad estrecha y contraria a los valores modernos de la democracia.
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Sin embargo, la tendencia a herir a los musulmanes no se limita solo a Occidente. En India, la democracia más grande del mundo, ha surgido un patrón similar que busca incitar a la comunidad musulmana al atacar al profeta Mahoma. El único aspecto positivo es que, a diferencia de Francia, el Gobierno no ha aprobado ni respaldado dichos actos directamente.
Bajo el escudo de la libertad de expresión
Aunque la constitución india establece explícitamente restricciones razonables al ejercicio de este derecho, los tribunales indios han dejado claro que la libertad de expresión no se puede equiparar ni confundir con una licencia para formular acusaciones infundadas, irresponsables o incitar al odio.
De esta forma, actos como difamación, desacato al tribunal, la seguridad del Estado, dañar las relaciones amistosas con otros Estados, incitar a cometer delitos, sedición y actos que perturban el orden público y la paz se han mantenido fuera del ámbito de la libertad de expresión.
Más de 100 libros han sido prohibidos en India. Recientemente, se prohibió el libro 'Adivasis will not dance', escrito por Hansda Sowvendra Shekhar. A principios de 2015, un libro del escritor tamil Pramul Murgan no solo fue prohibido, sino que sus editores recibieron instrucciones de quemar todas las copias en sus estantes. El autor había desafiado una antigua costumbre del hinduismo llamada Niyog, según la cual una mujer sin hijos puede tener relaciones físicas fuera del matrimonio.
Asimismo, los países europeos también han impuesto restricciones razonables a la libertad de expresión. De no ser así, los tribunales de varios países europeos no podrían haber procesado y condenado a autores, artistas y activistas políticos por negar el Holocausto. Desde 1998 hasta la fecha, 20 personas han sido procesadas y condenadas a fuertes sentencias por negar el genocidio judío.
La libertad de expresión es un derecho humano fundamental que debe respetarse, pero ninguna sociedad civilizada puede aceptar una libertad absoluta, pues esto significaría anarquía. Esta situación demostrará la máxima del poder, y es que este se usará para proteger a todos los sectores de la sociedad, incluyendo los más débiles y vulnerables.
Por lo tanto, la libertad periodística, aunque invaluable, no puede usarse para insultar a los musulmanes y crear una situación por la cual atravesaron los judíos en el siglo XX.
Promover la tolerancia
La necesidad del momento es promover la tolerancia, las actitudes liberales, los valores pluralistas y desarrollar una actitud duradera para llevarnos bien entre nosotros. Los musulmanes que viven en Occidente también necesitan acercarse a la gente, en lugar de formar un gueto. Sus reacciones no deben ser precipitadas, sino con la lógica que encaja en la personalidad del Profeta.
El destacado erudito islámico paquistaní, Muneer Ahmed Khalili, ha mencionado que los musulmanes no le han dicho al mundo que el sagrado Corán no pertenece a los musulmanes, sino a la humanidad, y que no tienen ninguna exclusividad sobre el profeta Mahoma, ya que él es una bendición y misericordia para toda la humanidad.
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El papel de la Organización para la Cooperación Islámica (OCI)
Si bien es hora de que las organizaciones musulmanas se acerquen, un deber más grande recae sobre los hombros de los líderes de las naciones musulmanas, y más aún sobre la Organización para la Cooperación Islámica (OCI).
Existe una necesidad urgente de que la OCI convoque a una sesión de sus líderes y tome la iniciativa colectivamente para romper este ciclo de odio causado por actos islamófobos. Es necesario trazar líneas rojas similares, que deberían definir y prohibir los actos blasfemos contra los símbolos religiosos, como ha trazado Israel en el caso de la negación del Holocausto y el antisemitismo. Si algún país, grupo o individuo cruza esas líneas rojas, debe hacerse cargo de las consecuencias.
El primer ministro de Pakistán, Imran Khan, expresó acertadamente en una carta a los jefes de las naciones musulmanas que la blasfemia contra cualquier profeta, incluidos los del cristianismo y el judaísmo, debería ser "inaceptable". El mundo no puede continuar en una espiral de odio que solo beneficia a los extremistas y hace del mundo un lugar más peligroso.
*El escritor es periodista senior de la Agencia Anadolu.
*Las opiniones expresadas en este artículo son del autor y no reflejan necesariamente la política editorial de la Agencia Anadolu.
*Juan Felipe Vélez Rojas contribuyó con la redacción de esta nota.
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