La importancia de aprender a escuchar en medio de las encendidas discusiones políticas en Colombia
El escuchar activamente, una actividad olvidada en varias ocasiones y que se da por sentada, tiene un rol central en un panorama político agitado, especialmente en medio de las protestas que atraviesa Colombia.

Colombia
Por: Juan Felipe Vélez Rojas
Escuchar es algo que se da por sentado cuando se inicia una conversación, un diálogo o una discusión, pero está claro que en varias ocasiones esta actividad no se logra y se queda simplemente en cumplir con la parte más básica y física, la cual es insuficiente para reflexionar sobre lo que el interlocutor dice.
Catherine Salamanca Ballesteros, psicóloga con una maestría en Salud Mental y Psicopatología de la Universidad de León, compara el oír con leer un texto rápidamente, lo cual permite generar una idea, mientras que el escuchar requiere una capacidad de mayor atención que posibilita entender el mensaje de una forma más completa.
La escucha, señala Salamanca, requiere de una capacidad de espera; la persona debe ser un poco paciente. Es una habilidad que permite saber lo que le pasa al otro, por qué toma una determinada posición frente a un tema.
“Se habla incluso de que la escucha tiene una dimensión política en tanto es una participación con otro. Se escucha el sufrimiento, se escucha lo que les gusta, lo que no les gusta, sus deseos, por qué hacen lo que hacen. La escucha es un puente entre lo que le está pasando a un humano y a otro humano”, destaca la experta, quien también tiene un máster en Formación Psicoanalítica - Sección Clínica de la Universidad de Barcelona.
Un estudio de la Universidad Javeriana y la Fundación SM titulado 'Juventudes colombianas: preocupaciones, intereses y creencias, una mirada desde la encuesta nacional de juventud', publicado a finales de abril de este año, encuestó a 1.620 personas entre los 15 y 29 años y determinó que el 75% de los jóvenes no sentía que los políticos escucharan sus ideas o inquietudes. El estudio indicó, además, que solo el 7% confiaba en los partidos políticos.
Esto se ve reflejado en las semanas de paro que atravesó Colombia, en las que miles de jóvenes de diferentes partes del país protestaron contra las políticas del Gobierno de Iván Duque. Pese a que se dispusieron mesas de diálogo entre los manifestantes y la administración de Duque, varias de estas rondas de conversaciones terminaron sin que se alcanzara un acuerdo y con las partes beligerantes acusando a la contraparte de no escuchar sus demandas y no entenderlas.
Y es que, según varios estudios, el diálogo va más allá de una simple reunión entre diferentes partes donde se escucha a un interlocutor y se generan algunas preguntas y respuestas. En dichas situaciones, de hecho, es poco probable que exista un entendimiento mutuo o una conversación profunda. En un diálogo debe existir compromiso para cambiar ciertas prácticas y con base en ello los líderes de los Gobiernos podrán tomar medidas adecuadas, especialmente en medio de las protestas.
Para Paula Cárdenas, psicóloga con máster en psicología clínica, el tener una escucha activa es vital para poder interpretar el mensaje adecuadamente, pues gracias a ello se puede generar una estrategia de intervención; de lo contrario se puede generar un conflicto.
“La interpretación que uno le da a un mensaje está marcada y mediada por las experiencias de vida que uno ha tenido (cultura, lenguaje, estudios, familia, entre otros) y es necesario corroborar si estoy entendiendo bien el mensaje para que la otra persona pueda afirmarlo o rectificar. Entender bien el mensaje hace que yo tome la acción adecuada”, explica la experta.
Un estudio publicado en la revista especializada Science titulado "No estás escuchando: Negociar y problematizar la interacción ideal a través de Metatalk sobre la escucha en el enfrentamiento de Waco", que hacía referencia a una negociación en Waco, una ciudad de Texas, entre el FBI y una secta religiosa, la cual fracasó y terminó en la muerte de decenas de personas, explicó que la escucha es una actividad interactiva "que atiende tanto a las expectativas que los oyentes tienen de los hablantes como a los hablantes de los oyentes”.
Ver también: Acuerdos previos y respeto por el otro, las claves para retomar la vida social en ColombiaEl estudio destacó que escuchar es una actividad conductual pero también cognitiva. "Decirle a alguien que escuche, o cómo escuchar, es decirle cómo pensar, en qué pensar o cómo procesar los mensajes que ha escuchado. Implícitamente, también les dice cómo deben responder a esos mensajes o al menos cómo comportarse mientras los procesan”.
Así mismo, explica Salamanca, al escuchar activamente se pueden pensar en cambios, nuevas ideas. Se pueden construir opciones entre varios, pueden aparecer nuevos escenarios grupales, puede empezarse a ser parte de algo e incluso llega a generar cierto sentido de pertenencia.
“Cuando solamente se oye se presume que no hay cambios, que no se puede hacer algo distinto, que las cosas son tal como son”, destaca la psicoanalítica, quien reitera que oír no genera tanta empatía con el otro como sí sucede con la escucha activa y profunda.
Escuchar activamente, enfatiza la experta, permite a la persona salir de esa 'burbuja mental’ en la que el sujeto suele estar y donde lo único que hace es repetir una y otra vez las percepciones ya adquiridas, salir de ese narcisismo en el cual el sujeto cree poseer la verdad absoluta, de esa única opción, y le da un lugar al otro, a la otredad, a la diferencia.
Pero esta actividad puede enfrentarse a ciertos obstáculos, especialmente en un ambiente tan políticamente polarizado como el que vive Colombia, un ambiente cargado de emociones e ideologías. Y es aún más difícil cuando se trata de masas de personas, como las vistas en el paro nacional.
Sobre ello, Cárdenas señala que tanto el individuo como la sociedad han perdido la capacidad de escucha. “Siento que estamos delimitados por ciertas ideologías y pensamientos que nos impiden comprender la experiencia del otro. Muchas veces negamos e invalidamos lo que sea distinto a nuestra forma de pensar, a nuestro sentir y eso hace que no tengamos una capacidad crítica frente a nuestros mismos pensamientos”.
Para la psicóloga tanto el individuo como la sociedad hablan desde sus propios discursos y se niegan la oportunidad de entender lo que el otro quiere decir, de acercarse y comprender la experiencia del otro y de asegurarse de si se está recibiendo el mensaje correctamente. Es importante, destaca Cárdenas, tratar de aumentar nuestra capacidad para entender que el otro tiene un pensamiento y una emoción diferente a la propia, pues si se logra se da la oportunidad de ser más empáticos frente al sufrimiento o las emociones del otro.
Por su parte, para Salamanca hacer que una masa escuche es muy complicado pues la individualidad del sujeto se tiende a perder dentro de esta; la individualidad desaparece, por así decirlo. Aparentemente solo hay una voz. Sin embargo, la experta destaca la importancia de no perder la voz particular, del individuo que conforma esa masa, pues desde lo particular es desde donde se puede hacer la escucha real, entender por qué salió a marchar dicho sujeto, sus motivaciones. Para ella es como un rompecabezas donde cada pieza es fundamental para completar esa idea global.
Ana Sanz Campos, especialista en liderazgo político, en el portal web Crecimiento Político, destaca seis ventajas de la escucha activa para la política. Esta serviría para incrementar la confianza, conseguir información útil, solucionar conflictos, transmitir seguridad y cercanía, mejorar las relaciones y aumentar la capacidad de diálogo.
Las seis ventajas apuntan a construir lazos más fuertes entre las partes al acortar la distancia emocional, fomentar la empatía, construir relaciones de apoyo y generar diálogos enriquecedores.
Ver también: Colombia y Chile, las dos caras de una misma protesta en Latinoamérica
Pero nada de esto puede funcionar enteramente sin los espacios adecuados, razón por la cual en Chile, que atravesó fuertes jornadas de protesta social para exigir una nueva Constitución, las universidades se convirtieron en escenarios centrales para facilitar las discusiones.
Fue así como la Universidad Católica de Chile y la Universidad de Chile crearon la iniciativa 'Tenemos que hablar de Chile', un espacio donde se impulsó el diálogo abierto, el cual permitió a los habitantes ofrecer sus perspectivas, generar diálogos desde distintos puntos de vista y del que se derivaron nuevas ideas y estrategias para pensar sobre el futuro del país. A partir de la multiplicidad de voces e individuos se logró impulsar una meta en común, un cambio.