El regreso del 'Síndrome de Obama': ¿Cómo garantizará su seguridad Arabia Saudita en la era Biden?
La nueva administración de EEUU puso fin al apoyo militar a Arabia Saudita en la guerra de Yemen, esto podría representar el regreso a la era de la escasez de apoyo estadounidense al Gobierno saudí.

ESTAMBUL
La administración de Riad ya venía venir días difíciles tras la elección de Joe Biden como presidente de los Estados Unidos, pero ahora enfrenta una profunda crisis debido a que el Gobierno de EEUU anunció que restringiría la ventas de armas a Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos (EAU).
La crisis se debe a que la administración saudí se encaminó hacia una política exterior ambiciosa y aventurera en el período post-2015, especialmente con la iniciativa del joven príncipe heredero del trono saudí, Mohammed bin Salman. Durante este periodo se vieron políticas osadas y ambiciosas como la guerra saudí en Yemen, el bloqueo hacia Catar, el asesinato del periodista opositor Jamal Khashoggi y la retención del primer ministro libanés, Saad Hariri, en Arabia Saudita para que se favoreciera el ala sunita en la política interna libanesa.
Riad se mostró decepcionado de que Estados Unidos, que ha sido el garante del país desde la Segunda Guerra Mundial, adoptara una política que ignoraba las sensibilidades de seguridad de los saudíes desde el comienzo de las revueltas de la Primavera Árabe. A este descontento, Riad lo denominó como el "síndrome de Obama" en referencia al expresidente estadounidense.
La administración de Riad, se había logrado recuperar del síndrome de Obama cuando Donald Trump asumió la presidencia de EEUU en 2017; sin embargo, con la llegada de Biden, quien ha asegurado que revisará temas como el asesinato de Khashoggi, la guerra de Yemen y las violaciones generalizadas de los derechos humanos, se abre la posibilidad para que el síndrome Obama vuelva a la política saudí.
Las tres opciones de Arabia Saudita
La administración de Riad, que logró garantizar la integridad territorial y la seguridad del régimen apoyándose en las garantías de seguridad de Estados Unidos durante las últimas décadas, entró en una atmósfera de profunda inseguridad en el período posterior a 2010 debido a las políticas de esa misma potencia para reducir las garantías de seguridad en Oriente Medio.
Durante este período, Estados Unidos obtuvo la independencia energética con la "revolución del gas de lutita", eliminando parcialmente la necesidad de los recursos petroleros del Golfo.
Con el efecto palanca creado por la independencia energética en la política exterior estadounidense, y la tendencia hacia la región Asia-Pacífico para equilibrar a China, cuyas capacidades militares y económicas se están desarrollando rápidamente, se eliminó la posición prioritaria de la región del Golfo en la política exterior estadounidense.
Durante este período, los saudíes tenían tres opciones: persuadir a Estados Unidos de que mantuviera su apoyo a la seguridad saudí; construir una sólida infraestructura militar/industrial para garantizar su seguridad; encontrar nuevos garantes de seguridad (como Rusia, China) para reemplazar a EEUU.
En primer lugar, la presidencia de Trump en 2017 dio un rayo de esperanza a Riad de que Estados Unidos podría volver a convertirse en el garante de seguridad del país.
La forma de Trump de administrar EEUU como una empresa y su política de "chequera", que los saudíes disfrutaron durante muchos años, apuntaban a una nueva era post-Obama en las relaciones entre Estados Unidos y Arabia Saudita.
En particular, la intervención de Trump en el sistema de sucesión saudí de manera indirecta, con la guía de su yerno y asesor principal, Jared Kushner, para facilitar el camino de Mohammed bin Salmán al trono, creó una atmósfera primaveral completa en Riad.
Sin embargo, en 2019, durante los ataques a las instalaciones de la petrolera más grande de Arabia Saudita, Saudi ARAMCO, que se originaron en Irán, la actitud de Trump para disuadir estos ataques y contener a Irán causó decepción al demostrar que Estados Unidos no estaba muy dispuesto a brindar garantías de seguridad de facto a los saudíes.
Las relaciones entre Estados Unidos y Arabia Saudita, comenzaron a tomar una forma que se asemeja al período de Obama una vez que Biden asumió la presidencia.
En particular, la visión de Biden sobre la guerra en Yemen y la crisis humanitaria en ese país, revela que no se puede persuadir a EEUU de que garantice la seguridad saudí.
Ver también: Biden pondrá fin al apoyo de EEUU a la ofensiva de Arabia Saudita en Yemen
Respecto a la intervención de Riad en la guerra en Yemen, los saudíes la consideran como "su propia lucha por la supervivencia”. Sin embargo, la administración Biden señaló que impondrá un embargo de armas a los saudíes si continúa la intervención; esto cambiará rápidamente la situación en el conflicto, que de por sí no es muy prometedora, en detrimento de los saudíes.
El efecto de este embargo será más severo que el de la guerra en términos de que este simboliza el regreso pleno del síndrome de Obama.
En un discurso, Biden declaró que se retiraría el apoyo militar al Gobierno saudí para su participación en la guerra en Yemen, y señaló: "Continuaremos defendiendo la integridad territorial de Arabia Saudita", pero esto no contentó a Riad.
Yemen ha sido la fuente de las mayores amenazas a la integridad territorial y la seguridad del régimen saudí a lo largo de la historia política del país debido a la presencia de milicias chiíes en la región, por esta razón su presencia en el conflicto armado en Yemen es considerado para los saudíes como una lucha por su supervivencia.
En segundo lugar, los saudíes han tratado de construir un poderoso complejo militar/industrial para garantizar su propia seguridad a través de acuerdos masivos de defensa y adquisición de armas a partir de 2010.
Especialmente en los últimos cinco años, Arabia Saudita se ha convertido en el país que más dinero ha gastado en defensa en comparación con sus ingresos domésticos, con un presupuesto de defensa de 273 mil millones de dólares, lo que corresponde aproximadamente al 21% de los ingresos domésticos.
Sin embargo, en 2019 los ataques a Saudi Aramco con un misil crucero de 2 millones de dólares o un vehículo aéreo no tripulado realizado por parte de Irán o milicias iraníes, y el débil desempeño del Ejército de Arabia Saudita en Yemen, también anularon las esperanzas de los saudíes de que podrían proporcionar su propia seguridad con sus capacidades militares.
Por otra parte, el Ministerio del Interior, el Ministerio de Defensa, la Guardia Nacional y la presidencia de los servicios de inteligencia, que eran liderados por diferentes príncipes saudíes a lo largo de la historia del país, fueron retirados del control de los miembros de la dinastía y toda la autoridad se concentró en el Príncipe Heredero Salman, en un esfuerzo por establecer la estructura de seguridad, pero esto ha llevado a la industria de seguridad saudita a la confusión y el caos.
A la luz de estos datos, se puede decir fácilmente que las capacidades militares sauditas no son mejores que hace cinco años, a pesar de todos los gastos defensivos.
Las opciones de seguridad sauditas tras la llegada de Biden
Al no poder persuadir a los Estados Unidos de garantizar la seguridad saudí y construir un poderoso complejo militar/industrial capaz de garantizar su propia seguridad, Riad parece tener una última opción; asegurar el apoyo de otros actores globales, como Rusia y China, además de los Estados Unidos, para la seguridad del régimen y su integridad territorial.
Especialmente en el período Biden, las intensas preocupaciones de seguridad que enfrentarán los saudíes pueden hacer que esta última opción sea más importante para Riad. Sin embargo, es importante saber que confiar en las garantías de seguridad de Rusia y China puede tener algunas ventajas, así como muchos inconvenientes.
En primer lugar, es necesario considerar lo siguiente, ni Rusia ni China tienen la capacidad militar suficiente para desempeñar un papel dominante en materia de seguridad regional.
Si bien ambos actores tienen motivaciones significativas para garantizar la seguridad saudí en términos de venta de armas, seguridad energética, ambiciones geopolíticas y ventajas comerciales, las capacidades militares limitadas pueden hacer que ambos actores tengan dificultades para desempeñar un papel relevante.
De la misma manera, la estrecha cooperación entre Rusia y China con Irán dificulta el cumplimiento de las expectativas de los saudíes que buscan su seguridad en contra de Irán. La descripción de Biden de Rusia y China como los rivales más peligrosos de Estados Unidos en su primer mensaje de política exterior también dificultará que los saudíes se vuelvan hacia este eje.
Las garantías de seguridad rusas y chinas también tienen algunas ventajas. Por ejemplo, ambos actores no tienen en cuenta temas como las violaciones de derechos humanos y las libertades en la venta de armas.
Al mismo tiempo, tanto a Rusia como a China no les preocupa que "el poder militar de Israel sea superado" en materia de venta de armas a la región. Sin embargo, los países occidentales, especialmente Estados Unidos, podrían imponer restricciones a la venta de armas por violaciones de derechos humanos y para garantizar que ningún actor en Oriente Medio tenga una capacidad militar más fuerte que Israel.
El acuerdo de 2019 entre los EEUU y los saudíes en materia de cooperación nuclear, fue criticado por la prensa estadounidense. Trump defendió el movimiento señalando "si no vendemos, los saudíes comprarán esta tecnología a China".
El hecho de que China sea el mayor cliente de petróleo en la región y los países del Golfo sean los socios comerciales más importantes de China, alentará a Pekín a desempeñar un papel eficaz en los mercados energéticos mundiales y a Rusia a desempeñar un rol decisivo en la arquitectura de seguridad de la región.
Con el comienzo de la era Biden, los saudíes, evidentemente, han recurrido a una política para mantenerse al día. La eliminación del bloqueo de Catar por iniciativa de los saudíes, aunque no cumplió con ninguna de las solicitudes de la lista de 13 puntos de demandas presentadas por Catar, fue el resultado de este esfuerzo de adaptación.
En el nuevo período, podemos prever que los saudíes desarrollarán una cooperación militar con ambos actores, aunque limitada. Sin embargo, a pesar de los problemas con Estados Unidos, parece difícil para los saudíes desarrollar una cooperación militar profunda con potencias como Rusia y China debido a los inconvenientes mencionados anteriormente.
Pero una cosa es segura: los saudíes no quieren irse de Yemen "sin dañar su dignidad nacional" como lo harían si abandonan la región abruptamente. Sin embargo, mientras continúe la atmósfera internacional actual, será muy difícil para los saudíes recurrir a nuevas políticas intervencionistas y aventureras basadas en el poder militar.
Finalmente, parece que se ha iniciado una campaña en la prensa y los círculos políticos estadounidenses para pedir la destitución de Mohammed bin Salman del cargo de príncipe heredero debido al asesinato de Jamal Khashoggi y la liberación de importantes miembros de la monarquía como Ahmed bin Abdulaziz y Mohammed bin Nayif, quienes fueron detenidos en purgas en el reino.
El tiempo mostrará qué tipo de relación desarrollará la administración Biden con Mohammed bin Salman, quien está preparando el terreno para ocupar la corona saudí y el convertirse en el gobernante de facto del país gracias las intervenciones indirectas de Trump en el sistema de sucesión saudí.
Por otro lado, también es probable que el apoyo en la política interna saudí a Mohammed bin Salman, quien está tratando de ganar el trono saudí con tres proyectos ambiciosos como el del el Islam moderado, Visión 2030 y la guerra de Yemen, probablemente se vea erosionado por faltas de cálculo y el fracaso de sus tres iniciativas.
[El profesor Necmettin Acar es director del Departamento de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales, de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas, de Universidad Mardin Artuklu]
*Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no reflejan necesariamente la postura editorial de la Agencia Anadolu.
*Camilo Hernández contribuyó a la redacción de esta nota.
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