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El entramado geopolítico detrás de la crisis migratoria en la frontera entre España y Marruecos

La semana pasada alrededor de ocho mil personas de origen magrebí y subsahariano se lanzaron al territorio español con la permisividad de las autoridades marroquíes, que con esto buscaban enviar un fuerte mensaje.

Santiago Sánchez B.  | 27.05.2021 - Actualızacıón : 31.05.2021
El entramado geopolítico detrás de la crisis migratoria en la frontera entre España y Marruecos Militares españoles permanecen en guardia y detienen a los migrantes que llegan al territorio español de Ceuta, el 18 de mayo de 2021. (Marcos Moreno - Agencia Anadolu)

MADRID

Por: Santiago Sánchez B.

Cuarenta días antes de dejar la Casa Blanca, Donald Trump hizo tres trinos en respaldo a la soberanía del Reino de Marruecos sobre el Sahara Occidental, en la disputa que le enfrenta desde hace más de cuarenta años con la "República Árabe Saharaui Democrática". Ese 10 de diciembre de 2020, el entonces presidente de los Estados Unidos firmó una proclama en la que oficializaba la postura de su Gobierno.

El pronunciamiento, irreflexivo para muchos y hoy sepultado en su cuenta suspendida por Twitter, es parte del entramado geopolítico que explica en gran medida la crisis que estalló la semana pasada en la frontera ceutí, en la que durante 48 horas alrededor de ocho mil personas de origen magrebí y subsahariano se lanzaron al territorio español con la permisividad de las autoridades marroquíes.

Aunque la falsa promesa de ver jugar a Cristiano Ronaldo -como han reseñado algunos medios- probablemente haya atraído a los más jóvenes, lo cierto es que la asfixia social y económica que ha dejado la pandemia también empujó a muchos de ellos a la odisea de llegar a Europa a como diera lugar. Sin embargo, las imágenes retratan lo previsible: la migración irregular, azuzada por el desespero, rápidamente se convirtió en una pesadilla. En cuestión de horas, una crisis humanitaria desbordó la capacidad de reacción de España y, probablemente, los cálculos políticos de Rabat.

Inflamar el nacionalismo

Como una cicatriz que evoca una disputa interminable, un muro de más de 2.000 kilómetros separa los territorios del Sahara Occidental que están en manos de un lado de marroquíes y del otro de los saharauis. Ese trozo del continente africano, que por más de noventa años fue colonia española, enfrenta al Reino de Marruecos con la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) y su movimiento de liberación nacional, el Frente Polisario. Ambas partes del conflicto son reconocidas por Naciones Unidas. Tras cuatro décadas de violencia y acuerdos incumplidos, la tensión persiste y no hay señales de que termine pronto. Esta cuestión de soberanía es para Marruecos un tema principal de su política exterior.

De ahí que el respaldo de Trump haya sido tan relevante. “A nivel de derecho internacional ningún gran país democrático, excepto Estados Unidos, reconoce esa soberanía de Marruecos”, señala Haizam Amirah-Fernández, investigador principal del Real Instituto Elcano, que explica el hecho como “un intercambio de reconocimientos” a cambio de que Marruecos normalizara sus relaciones con Israel. “Fue un favor de Trump y su yerno, Jared Kushner, a Netanyahu”, el primer ministro isaraelí, apunta.

“En política internacional, los espacios vacíos no existen; se llenan”, afirma Pau Solanilla, especialista en diplomacia corporativa y reputación. “Europa ha dejado un espacio en el contexto de la COVID-19. Marruecos necesitaba reforzarse y ese espacio lo ocupa EEUU”, explica. Para Solanilla, durante los últimos años la Unión Europea y España, inmersas en la crisis, han olvidado a su vecino alauí.

Así las cosas, con el guiño americano, una diplomacia marroquí más “envalentonada” esperaba conseguir respaldos de la comunidad internacional. Algo que no ocurrió y que ahora, con un nuevo presidente en Estados Unidos, tambalea ante la posibilidad de un cambio de enfoque en Washington.

De hecho, señala Amirah-Fernández, el pasado mes de febrero un grupo de 27 senadores estadounidenses solicitaron en una comunicación al presidente Biden que revirtiera la decisión de Trump y le advirtieron sobre los efectos que esta podía tener en el continente africano. “Ahora vemos que está generando más tensión en el norte de África, entre Marruecos y Argelia, pero también entre Marruecos y países europeos, primero con Alemania y ahora con España”, explica.

Finalmente la hospitalización en secreto y por "razones humanitarias" del secretario general del Frente Polisario, Brahim Ghali, en España hizo las veces de detonante, pues el gobierno del rey Mohammed IV ha visto esto como una provocación y un síntoma de deslealtad. “Con los socios no se maniobra por la espalda”, dijo el ministro de Exteriores, Naser Bourita.

La diplomacia del “juego duro”

Hay una serie de altibajos entre el reino alauí y España. Las relaciones de ambos países, que son normalmente buenas, a juicio de expertos como Solanilla y Amirah-Fernández, han permitido periodos de grandes avances, vínculos a todos los niveles y cooperación en temas de personas, de seguridad y desde luego, en lo económico.

Sin embargo, explica Solanilla, “de forma cíclica se genera un cierto momentum de roce y malos entendidos, que suelen derivar en un conflicto que se puede manifestar de varias maneras”. “Marruecos tiene por costumbre enviar mensajes no por la vía diplomática, sino con hechos y muchas veces jugando duro”, apunta Amirah-Fernández. “Lo ocurrido en Ceuta es una de esas formas del poder marroquí, al más alto nivel, de enviar un mensaje”, añade.

Y lo ha hecho con uno de los puntos más sensibles para Europa: la inmigración irregular proveniente de África. Marruecos es un eje de estabilidad -o lo contrario si así lo quiere- para la Unión Europea. Un aliado indispensable por cuenta de la frontera española -y europea- de Ceuta y Melilla. “La cuestión es que la crisis migratoria está íntimamente ligada a la geopolítica. No las puedes separar”, señala Claudia Fitonelli, académica de Relaciones Internacionales, Cooperación y Movilidad de la Universidad Complutense.

En el caso de la Unión Europea la eficacia de este “juego duro” está relacionada, según Fitonelli, con la externalización de las fronteras, que no es otra cosa que el traslado de responsabilidad a otros países para evitar la migración irregular. Italia lo ha hecho con Libia y España con Marruecos.

“El problema es que esos países tienen sus propios intereses. A Marruecos no le interesa tener que lidiar con Mali o con quien esté en sus fronteras, enviándoles de vuelta migrantes, no quiere parecer ante sus otros aliados como el vasallo de la Unión Europea”, explica Fitonelli, quien añade que si hay una situación de chantaje con personas como la que se acaba de presentar, “la manera de impedir que suceda es evitar la posibilidad del chantaje”.

“A veces cuando Marruecos juega duro, se hace daño”, afirma Amirah-Fernández. Y los acontecimientos de Ceuta pueden resultar contraproducentes para sus intereses. Empezando por Estados Unidos, que con sus propios desafíos migratorios puede no ver con buenos ojos la actitud de un país que deliberadamente crea las circunstancias para que familias, jóvenes y niños indocumentados arriesguen su vida intentando cruzar una frontera, vulnerando con ello los principios de seguridad y cooperación con sus vecinos.

Así mismo, el rechazo de la Comisión Europea ha sido vehemente. El Rey de España ha recordado que las fronteras de su país son de Europa y la política partidista española se ha agitado, una vez más, en torno a un tema que espolea los discursos de la extrema derecha. “¿Le interesa a Marruecos generar este tipo de discursos y el deterioro de su imagen y la de su monarca?”, pregunta Amirah-Fernández.

Está claro, ahora que el punto más urgente de la crisis parece haberse superado, que esto tendrá sus consecuencias políticas, económicas y sociales. Sean las que sean, Solanilla advierte que un episodio de este tipo “nunca beneficia a una de las partes, es un lose-lose para todos”. Es lo que tiene “jugar duro” con aliados como si fueran enemigos.​​​​​​​

*El autor es periodista, corresponsal y consultor en comunicación y asuntos públicos en España. MPA en Gobierno y Gestión Pública.

*Las opiniones expresadas en este artículo pertenecen al autor y no reflejan necesariamente la política editorial de la Agencia Anadolu.

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