El caos social en Israel continuará profundizándose a pesar de la salida de Netanyahu
Es claro que la mentalidad de extrema derecha, que ganó un poder decisivo en los mecanismos de toma de decisiones del Estado durante la era de Benjamin Netanyahu, tendrá una influencia duradera en la política israelí.

ESTAMBUL
Por: Selim Han Yeniacun*
En el último mes, el tema Palestina-Israel se ha vuelto la cuestión de seguridad número uno en la agenda mundial por su capacidad de producir crisis multidimensionales.
La dolorosa cuarta jornada de elecciones generales en Israel; la escalada de la tensión social en Jerusalén y sus alrededores; el apogeo del aislamiento, la opresión y la violencia que sufre la sociedad palestina; y el levantamiento sin precedentes de los palestinos que viven en Israel revelaron nuevas polarizaciones y alianzas en la política israelí.
Los enfrentamientos de mayo pueden evaluarse en tres niveles: entre las fuerzas de seguridad israelíes y los palestinos, entre la Franja de Gaza e Israel, entre colonos/extremistas judíos y palestinos con ciudadanía israelí.
Más allá de la rivalidad entre la derecha y la izquierda política israelí, las elecciones de marzo de 2021, la cuarta elección parlamentaria en los últimos dos años, hicieron aún más visible las áreas principales del conflicto social.
Los eventos del último mes son muy importantes y no pueden evaluarse separadamente de la formación y el futuro del Gobierno de coalición, establecido bajo el liderazgo de los oponentes del actual primer ministro, Benjamin Netanyahu.
Quizás el más peligroso de los conflictos que han tenido lugar en el último mes para la sociedad israelí es el de los palestinos en Israel con sus vecinos judíos.
La sociedad israelí cuenta con divisiones como palestino-israelí, asquenazí-sefardí, religioso-secular y rico-pobre. La tensión social entre los palestinos con ciudadanía israelí y los judíos se convirtió en física por primera vez desde hace muchos años (sin contar la intifada).
Podemos decir que ha terminado por ahora esta cadena de eventos que reunió incluso a sectores disímiles de la política israelí, incluidos Yair Lapid, Naftali Bennet, Gideon Sa'ar y Mansur Abbas, en una coalición que será sometida a un voto de confianza el 13 de junio.
Sin embargo, no está claro si el posible Gobierno de coalición reducirá permanentemente las tensiones entre palestinos y judíos en Israel.
Por otro lado, a medida que estos conflictos pierden impulso, surge la pregunta ¿estallará el conflicto secular-religioso, otra área crítica de tensión para la sociedad israelí?
Antes de responder estas cuestiones, sería útil recordar los acontecimientos del último mes, es decir, los hechos provocados por Netanyahu, quien lleva 15 años en el poder.
Durante la era del expresidente estadounidense, Donald Trump, EEUU rompió el principio de "no intervención" de su política exterior, mientras que Israel legitimó su ocupación del Golán y Jerusalén.
Además, surgió el llamado "Acuerdo de Abraham", que condenaba a Palestina a una autonomía dependiente de Israel.
Estos desarrollos mantuvieron de píe a Netanyahu, quien adoptó una retórica populista durante la maratón electoral de los últimos dos años, y provocaron que la tensión entre Palestina e Israel escalara cada vez que tenía problemas políticos.
Los eventos que comenzaron en Sheikh Jarrah y aumentaron las divisiones sociales deben evaluarse en este contexto.
En la última semana del sagrado mes de ramadán, se decidió que las tierras de los palestinos en el barrio de Sheikh Jarrah, que se encuentra en uno de los puntos estratégicos de Jerusalén Este, pertenecían a fundaciones judías de antes de 1948 y las familias palestinas de esta región quedaron bajo peligro de desahucio.
A pesar de que el proceso de apelación contra el fallo continuaba, las asociaciones de colonos ilegales y las fuerzas de seguridad aumentaron las provocaciones contra los palestinos del barrio.
Las autoridades usaron fuerza desproporcionada contra los palestinos en Jerusalén, quienes iniciaron protestas no violentas contra las provocaciones. Las fuerzas de seguridad israelíes les impusieron restricciones al acceso a la mezquita Al Aqsa.
La diferencia principal entre esta crisis y las anteriores es que los fanáticos judíos también se involucraron en los ataques y provocaciones.
Como resultado del comportamiento agresivo de las fuerzas de seguridad en Al Aqsa, Hamas y la Organización de la Yihad Islámica le dieron a Israel un ultimátum de que atacarían si no detenían las agresiones contra los palestinos.
En este punto, los acontecimientos requieren una lectura de conflicto en tres niveles: Primero, las protestas palestinas y la intervención con fuerza desproporcionada de las autoridades israelíes. Segundo, los ataques con cohetes de Hamas y los ataques con aviones de combate de Israel. Tercero, y quizás la situación que lleva esta crisis a una dimensión diferente, el caos social que hace que se enfrenten 1,7 millones de palestinos con ciudadanía israelí y los colonos.
¿Nuevo Gobierno, nuevo Israel?
Hemos visto en los eventos del último mes la combinación de las provocaciones de los colonos que usurpan las tierras palestinas quitándole los derechos a los nativos y el intento de la administración de Netanyahu de dirigir el proceso político al crear una amenaza de seguridad artificial, por miedo a la posibilidad de que la izquierda forme un Gobierno.
¿Logrará el Gobierno de coalición del bloque anti-Netanyahu solucionar la separación entre los palestinos-israelíes y los judíos, uno de los principales problemas de la sociedad israelí?
Ver también: Coalición de polos opuestos pone fin a la era de Benjamín Netanyahu en Israel
Se puede predecir que estas tensiones y conflictos nunca llegarán a su fin mientras Netanyahu y la mentalidad que representa estén involucrados en la política.
Vemos que las amenazas y acciones de provocación de los colonos en Al Aqsa aumentan día a día, incluso antes de que el Gobierno haya recibido el voto de confianza.
Las amenazas de muerte contra los líderes de los partidos de derecha que decidieron unirse a la coalición, por parte de los mismos fanáticos israelíes, muestran claramente hasta donde ha llegado la polarización de la sociedad.
También queda por ver cuánto tiempo durará el nuevo Gobierno, si llega al poder, y cómo los miembros de la coalición trabajarán en disputas fundamentales, incluidos los asentamientos ilegales, la situación de los palestinos en Jerusalén y el alcance de la ocupación israelí de Cisjordania.
Otra cuestión que causa curiosidad es cómo Lapid y el bloque de izquierda, que tendrá más escaños en el Gobierno, ignorarán la responsabilidad de los socios de Netanyahu, Gantz y Sa'ar, en las decisiones que tomó la última administración.
En resumen, la política israelí hizo un esfuerzo extraordinario para librarse de Netanyahu al reunir a diferentes sectores de la sociedad.
Sin embargo, es obvio que la mentalidad de extrema derecha, que ganó un poder decisivo en los mecanismos de toma de decisiones del Estado durante la era Netanyahu, tendrá una influencia duradera en la política israelí.
Por esta razón, las divisiones sociales que la política israelí ha estado tratando de mantener bajo control desde el día de su fundación continuarán profundizándose.
*Selim Han Yeniacun completó su maestría en Estudios de Israel en la Universidad Hebrea de Jerusalén y trabaja como asistente de investigación en el Centro de Investigación de Gobernanza Global de la Universidad de Shanghai.
Las opiniones expresadas en este texto son propias del autor y no reflejan necesariamente la política editorial de la Agencia Anadolu.
**Aicha Sandoval Alaguna contribuyó con la redacción de esta nota.
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