Análisis, Jamal Khashoggi

El asesinato de Khashoggi y el futuro de la Casa Saud

La ausencia de un verdadero retador de Mohammed bin Salman probablemente asegure su dominancia sobre las políticas del reino en el futuro cercano.

Samuel Ramani  | 02.11.2018 - Actualızacıón : 02.11.2018
El asesinato de Khashoggi y el futuro de la Casa Saud

OXFORDSHIRE, Reino Unido

El 19 de octubre, Arabia Saudita reconoció que el periodista disidente Jamal Khashoggi había muerto durante un altercado con oficiales diplomáticos. En una entrevista con Fox News, el ministro de Relaciones Exteriores de Arabia Saudita, Adel al Jubeir, describió el asesinato de Khashoggi como un “gigantesco error”, pero negó vehementemente las acusaciones de que el príncipe heredero del reino, Mohammed bin Salman, había ordenado el asesinato. Bin Salman reiteró los comentarios de Al Jubeir el 24 de octubre, calificando el asesinato como un “crimen macabro”, y prometiendo castigar a los oficiales saudíes responsables del crimen.

La narrativa oficial aparentemente inviable de los oficiales saudíes sobre el asesinato de Khashoggi suscitó un amplio criticismo internacional e hizo que varias potencias occidentales debatieran abiertamente la imposición de medidas económicas punitivas contra Arabia Saudita. La reacción del aliado más importante de Arabia Saudita, Estados Unidos, ha sido seguida de cerca por Mohammed bin Salman y sus aliados políticos. La respuesta inicial del gobierno estadounidense al asesinato de Khashoggi fue bienvenida por Arabia Saudita, mientras Trump enfatizó la importancia de los contratos armamentísticos con Riad para los empleos en la industria de defensa estadounidense y el secretario de Estado de EEUU, Mike Pompeo, se reunió con altos oficiales del reino.

La reacción pasiva de la administración Trump a la muerte de Khashoggi fue criticada en el Congreso de EEUU. Después del asesinato, republicanos neoconservadores como el senador por el estado de Carolina del Sur, Lindsay Graham, y el senador de Florida, Marco Rubio, se alinearon con importantes legisladores demócratas para rechazar el involucramiento del gobierno saudí en el asesinato y cuestionaron el futuro de las relaciones EEUU-Arabia Saudita. La aparición de varios críticos de Mohammed bin Salman en el Congreso de EEUU convenció a la administración Trump de cambiar su rumbo, revocando las visas de algunos oficiales saudíes y haciendo que considere sanciones contra los responsables de la muerte de Khashoggi.

¿Cómo puede EEUU presionar a Arabia Saudita?

Mientras el impacto de estas acciones en las relaciones EEUU-Arabia Saudita ha sido limitado hasta la fecha, EEUU puede explotar las crecientes vulnerabilidades de Arabia Saudita y presionar a Mohammed bin Salman de dos maneras. La primera, es que el Gobierno estadounidense presione al reino para hacer pagos más rápidos de sus adquisiciones militares, usando la amenaza de cancelación de los contratos para que Riad entre en acción. Aunque Arabia Saudita firmó contratos por USD 110.000 millones en mayo de 2017, solo USD 14.500 millones de estos han sido confirmados por Riad. Asegurar más pagos de Arabia Saudita daría más credibilidad a los argumentos de Trump sobre la importancia económica del reino para EEUU, y también demostrará que su retórica sobre que Riad no está pagando lo suficiente a EEUU por defensa está siendo igualada con actos concretos.

La segunda opción es que Trump le ofrezca a Arabia Saudita un quid pro quo que EEUU no impondrá sanciones punitivas contra Riad si Mohammed bin Salman toma acciones tangibles para normalizar las relaciones con Catar. Aunque el secretario de Estado de EEUU, Mike Pompeo pidió a Arabia Saudita poner fin a su bloqueo contra Catar a finales de abril e incluyó a ambos países en su plan de la OTAN contra Irán, Riad ha restado importancia a las preocupaciones de EEUU por la división en la Península Arábiga. Mientras el asesinato de Khashoggi ha reforzado las preocupaciones internacionales sobre la impulsividad destructiva de Mohammed bin Salman, los legisladores estadounidenses están en una posición fuerte para convencer a Riad de calmar las tensiones con Catar, ya que hacerlo podría reparar la reputación de Arabia Saudita.

¿Mejores relaciones con China y Rusia?

El creciente riesgo de medidas punitivas por parte de EEUU contra Arabia Saudita por el asesinato de Khashoggi ha hecho que importantes analistas como el director del periódico Al Arabiya, Turki Aldakhli, y Ayham Kamel de Eurasia Group, hicieran un llamado para balancear la política exterior saudí hacia China y Rusia. Aunque este argumento se ha difundido a lo largo de la comunidad intelectual y empresarial de Arabia Saudita, este tiene cimientos empíricos débiles. Aunque China es el principal socio comercial de Arabia Saudita, la Corporación Petroquímica China cortó las importaciones de petróleo provenientes del reino por preocupaciones sobre posible manipulación de precios, y los inversionistas chinos se vieron frustrados por la decisión de Bin Salman de suspender la venta inicial de acciones de la petrolera Saudi Aramco. También hay pocos prospectos para mejorar la cooperación en materia de defensa China-Arabia Saudita, ya que Riad solo compró USD 20 millones en armas chinas en 2017, y la campaña militar en Yemen depende de tecnología estadounidense.

Los prospectos para una mejora considerable en las relaciones Rusia-Arabia Saudita son igualmente limitados. El 18 de octubre, el presidente ruso, Vladimir Putin, criticó la reticencia de Trump para criticar a Mohammed bin Salman por el asesinato de Khashoggi, diciendo que esta actitud era muy diferente a la decisión inmediata de Washington de acusar a los servicios de seguridad rusos del envenenamiento del ex espía ruso Serguei Skripal en el Reino Unido. Aunque Putin habló sobre el asesinato de Khashoggi con el príncipe el 25 de octubre, las preocupaciones por el bloqueo saudí contra Catar y las dudas sobre un posible quiebre en las relaciones EEUU-Arabia Saudita podrían eventualmente debilitar la alianza Moscú-Riad.

En Oriente Medio, las reacciones iniciales a la muerte de Khashoggi acentuaron las polarizaciones regionales. Los principales aliados de Arabia Saudita en la región, los Emiratos Árabes Unidos (EAU), Bahréin y Egipto, aplaudieron el manejo de la investigación sobre el asesinato por parte del gobierno saudí; mientras sus principales rivales, Catar, Irán y Turquía, pusieron en duda la versión saudí de los hechos. Mientras la cobertura extensa del caso Khashoggi por parte de la cadena catarí Al Jazeera y la insistencia de Turquía en que Mohammed bin Salman dio una versión deshonesta sobre el asesinato podrían empeorar las relaciones bilaterales del reino con ambos países, un alza en las tensiones no es el único escenario posible.

Los intentos de Bin Salman de evadir las críticas internacionales

En los últimos días, Mohammed bin Salman se ha alejado de su enfoque tradicionalmente agresivo hacia la crítica internacional, aplaudiendo el modelo económico de Catar y discutiendo el caso Khashoggi directamente con el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan. La falta de voluntad del príncipe para empeorar las tensiones con Catar y Turquía busca mostrar la capacidad del reino de actuar como un ente responsable en la arena internacional y evadir críticas dirigidas a su política exterior.

Aparte de disminuir el daño a la imagen internacional de Arabia Saudita, los esfuerzos de Mohammed bin Salman para calmar las tensiones con sus rivales regionales también pueden estar encaminados a disminuir las frustraciones con su estilo de gobierno dentro de la familia real. Un potencial rival de Bin Salman es el príncipe Alwaleed bin Talal, un magnate arrestado el pasado mes de noviembre durante las operaciones anticorrupción y un ex empleado de Bin Salman en la cadena progresista bahreiní, Al-Arab News Channel. Otro crítico potencial es el príncipe Ahmed bin Abdulaziz, quien culpó al príncipe directamente por la intervención militar en Yemen el mes pasado, y quien goza de legitimidad como uno de los pocos hijos del fundador de Arabia Saudita, Abdulaziz ibn Saud.

En medio de estas posturas disidentes, el regreso de Ahmed ibn Abdulaziz a Riad el 31 de octubre es una amenaza considerable a la autoridad de Mohammed bin Salman. La muy reportada decisión de los gobiernos estadounidense y británico de ofrecer garantías de seguridad a Bin Abdulaziz sugiere que los aliados occidentales de Arabia Saudita lo están preparando como un crítico que puede servir como contrapeso a las acciones impulsivas de Bin Salman. Los simpatizantes de Ibn Abdulaziz en el reino a primera vista parecen pocos, ya que fue una de solo tres personas del consejo de confianza de la familia real en oponerse al nombramiento de Bin Salman como príncipe heredero. Sin embargo, la existencia de simpatizantes de Khashoggi entre las élites y sus lazos con potencias occidentales lo convierten en la principal amenaza interna a Mohammed bin Salman.

A pesar de la influencia que tienen estos críticos, su descontento es poco probable que se convierta en una amenaza a corto plazo para la autoridad del príncipe. La campaña anticorrupción hizo que ningún saudita apareciera en la lista de multimillonarios de la revista Forbes publicada en marzo. El príncipe Turki al Faisal, líder no oficial del ala moderada de la familia real, también defendió a Bin Salman contra los señalamientos de su supuesto involucramiento en el asesinato de Khashoggi. Mohammed bin Salman también mantiene control sobre los servicios de seguridad del reino y la ausencia de criticismo por el despido de su ex ayudante, Saud al Qahtani, sugiere que la posición interna del príncipe heredero permanece estable.

Aunque el gobierno saudita continúa negando su participación en el asesinato de Khashoggi, el caso ha suscitado temores de un alza potencial en las tensiones Arabia Saudita-EEUU y dejó a Mohammed bin Salman apurado por defender su reputación en el exterior. A pesar de estas incertidumbres, la atmósfera de miedo creada por el asesinato de Khashoggi y la ausencia de un verdadero rival de Mohammed bin Salman probablemente asegure su dominancia sobre las políticas del reino en el futuro cercano.

*Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no reflejan la política editorial de la Agencia Anadolu.

*Ahmed Fawzi Mostefai contribuyó con la redacción de esta nota.

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