De la Orden Teutónica a la OTAN: las preocupaciones de Rusia frente a Occidente
El epigrama "el que venga con espada, a espada perecerá" atribuido a Alejandro Nevski, una de las figuras clave que sentó las bases de la Rusia actual, resume la visión que esa nación implementa desde hace 800 años frente a las amenazas de Occidente.

Estambul
Por: Mehmet A. Kanci*
En el séptimo aniversario de la anexión de la península ucraniana de Crimea por parte de Rusia y la invasión de la cuenca de Donbás, también perteneciente a Ucrania, por los separatistas prorrusos, la comunidad internacional observa con profunda preocupación la más reciente escalada de las tensiones entre Moscú y Kiev.
El conflicto dejó de ser una lucha territorial entre Rusia y Ucrania, y se convirtió en una cuestión sobre si Kiev será o no miembro de la OTAN.
Mientras soplan vientos de guerra e incluso hay preocupaciones sobre un conflicto nuclear, todo el mundo intenta comprender las dimensiones de la preocupación que Kiev le causaría a Moscú si se convierte en miembro de esa alianza.
Preocupación rusa de 800 años
No es posible entender las razones de la creciente actividad militar en el norte del Mar Negro sin analizar los 800 años de historia de la preocupación rusa.
"El que venga a nosotros en paz, como huésped será tratado. El que venga con espada, a espada perecerá". Este epigrama atribuido al príncipe de Nóvgorod y Kiev, Alejandro Nevski, considerado una de las figuras clave que sentó las bases de la Rusia actual, resume la visión que esa nación implementa desde hace 800 años frente a las amenazas de Occidente.
Uno de los famosos directores del período soviético, Sergei Eisenstein, filmó la película "Alejandro Nevski" en 1938. En ella dejó claro que el país estaba listo para responder a las "amenazas de los invasores occidentales".
Eisenstein comparó el destino de la Alemania nazi, en caso de un intento de invasión, al de la Orden Teutónica del Sacro Imperio Romano Germánico.
La película no se estrenó inmediatamente después de ser filmada debido a las relaciones positivas entre Hitler y Stalin de ese entonces. Solo en 1941, cuando Alemania lanzó la Operación Barbarroja para invadir la Unión Soviética, el filme llegó a la pantalla grande.
Hoy, tras 60 años, los esfuerzos de la OTAN por agilizar la entrada de Ucrania a la Alianza equivalen a la reproyección de la película Alejandro Nevski en el Kremlin.
En el contexto de las nuevas tensiones, llama la atención un artículo del exasesor de seguridad nacional estadounidense, Zbigniew Brzezinski, publicado en el New York Times el 28 de diciembre de 1994.
El escrito titulado "OTAN: expándete o muere" justificaba por qué la alianza tenía que extenderse hacia el oriente, al poner como ejemplo las guerras de Chechenia y Bosnia.
Brzezinski señaló que a Washington le preocupaba que, si la OTAN no hacía presencia inmediata en la zona abandonada por la Unión Soviética en ese momento, Alemania ganaría influencia en Europa Central y Oriental.
Para entender mejor su visión, es necesario releer el artículo en el contexto de los esfuerzos actuales de EEUU para detener el proyecto Nord Stream-2 y obstaculizar la cooperación energética entre Rusia y Alemania.
Escalada en las tensiones
Tras la llegada de Putin al poder en 1999, la OTAN, lejos de frenar sus planes de expansión, los aceleró.
Con la inclusión de Estonia, Letonia, Lituania, Rumania, Eslovaquia, Eslovenia y Bulgaria en 2004, logró el dominio absoluto en los Balcanes, Europa Central y la región del Báltico.
De esta manera, estableció un frente que limita 2.300 kilómetros con Rusia, desde Estonia hasta Turquía y la distancia a Moscú del miembro de la OTAN más cercano se redujo a 800 kilómetros.
A pesar de esto, la expansión de la alianza no se detuvo allí y centró sus esfuerzos en la membrecía de Georgia y Ucrania.
En 2004, Rusia, que ya no permanecía inmutable, lanzó un contraataque. Primero, inició una crisis en Ucrania, que atravesaba la Revolución Naranja, mientras que la Duma adoptó resoluciones para apoyar a las regiones separatistas de Osetia del Sur y Abjasia en Georgia.
Ver también: Presidente de Ucrania invita a Putin a Donbás para entablar conversaciones de paz
El 8 de agosto de 2008, Rusia le mostró al mundo lo que podría sucederle a una exrepública soviética si intentaba unirse a la OTAN
En apoyo a los separatistas, el Ejército ruso atacó Georgia y en cinco días, la defensa del país colapsó.
Los soldados rusos solo pudieron ser detenidos a 40 kilómetros de la capital, Tiflis, gracias a la presión diplomática internacional.
Luego de esto y hasta el día de hoy, no se ha implementado la decisión de incorporación de Georgia a la OTAN, que se había tomado en la cumbre de Bucarest en abril de 2008.
En Ucrania, la crisis que inició Rusia por los precios de la energía paralizó el sistema político del país.
La elección del presidente prorruso, Viktor Yanukovich, en 2010 dañó todas las cuentas que la OTAN y la Unión Europea (UE) habían hecho.
En 2013, Yanukovich decidió no ratificar los acuerdos con la UE, lo que se convirtió en una crisis política que terminó en enfrentamientos en las calles.
Rusia se valió del pretexto de la “necesidad de proteger" la región de Donbás y los ciudadanos de origen ruso en Crimea para sentar las bases para la invasión militar.
En 2014, Moscú implementó en Ucrania la estrategia que utilizó contra Georgia, al hacer posible la ocupación de Donbás por los separatistas prorrusos y anexarse Crimea directamente.
No costó mucho comprender que Rusia utilizaría este nuevo método, garantizar la existencia de comunidades rusas en las exrepúblicas soviéticas para luego incitarlas hacia la insurrección, en los países bálticos y Bielorrusia.
Hoy en día, Bielorrusia, Letonia y Estonia (según la proporción de la población cuya lengua materna es el ruso) tienen altas probabilidades de ser objetivos de una intervención militar rusa o tácticas de guerra híbridas.
Moscú volvió a hacer uso del método de intervención híbrido en agosto 2020, cuando apoyó a su aliado, Alexander Lukashenko, durante y luego de las elecciones presidenciales de Bielorrusia.
En la actualidad, el hecho de que las más recientes tensiones en las relaciones entre Occidente y Rusia se haya limitado a las sanciones mutuas y la expulsión de diplomáticos es motivo de cierto optimismo.
Analistas y expertos coinciden en que la tensión se encuentra en un nivel manejable.
Occidente se esfuerza por hacer todo lo posible para aislar diplomática y financieramente a Rusia, lo que en realidad afectará a los países que tienen relaciones económicas y de defensa con Moscú, incluidos Turquía, Alemania, India e Irán.
Las experiencias de la Segunda Guerra Mundial mostraron que es imposible sacar a Rusia a través de la fuerza militar de un lugar al que ingresó por las armas.
Estados Unidos y los aliados pertenecientes a la OTAN parecen haber optado por hacer que Moscú aumente su gasto en defensa y llevarlo así a la destrucción socioeconómica, como lo hicieron en la década de 1980.
Sin embargo, debido a la desaceleración económica mundial que comenzó en 2019 y la pandemia de coronavirus, esta estrategia de presión podría traer terribles consecuencias para la economía de un área mucho más amplia.
*Mehmet A. Kanci es un periodista y analista de la política exterior turca.
*Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no reflejan necesariamente la política editorial de la Agencia Anadolu.
**Aicha Sandoval Alaguna contribuyó con la redacción de esta nota.
El sitio web de la Agencia Anadolu contiene sólo una parte de las historias de noticias ofrecidas a los suscriptores en el Sistema de Difusión de AA News (HAS), y en forma resumida.