Análisis

Luchas de poder en Arabia Saudita, el futuro de la dinastía

Aunque Arabia Saudita parece estar al borde de un cambio radical, una mirada de cerca muestra que las reformas impulsadas por el príncipe heredero Mohammed bin Salman buscan su consolidación en el poder.

21.03.2018 - Actualızacıón : 21.03.2018
 Luchas de poder en Arabia Saudita, el futuro de la dinastía

LONDRES


El rey Salman de Arabia Saudita ha transformado el panorama político del golfo Pérsico al nombrar a su hijo, el ministro de defensa, Mohammed bin Salman, como príncipe heredero. En los meses posteriores a su nombramiento, Mohammed bin Salman anunció su apoyo a las reformas socioeconómicas y políticas en el reino con el fin de moderar la ideología wahabista, hacer del país un destino más atractivo para la inversión internacional y abrir el camino a un próspero futuro post-petróleo.

A pesar de esta osada postura, la agenda de reformas en Arabia saudita ha sido dictada por el deseo de Mohammed bin Salman de consolidar poder y eliminar retos a su autoridad. Bin Salman considera las aspiraciones políticas de la familia Al Saud, quienes están molestos con su rápido ascenso al poder, como la amenaza más grande a su autoridad. A manera de combatir esta aparente amenaza, la agenda de reformas de bin Salman se ha enfocado en separar las palancas del poder político y económico de la familia Al Saud, y construir una nueva coalición de musulmanes moderados, élites del sector privado, y nacionalistas anti chiitas a manera de consolidar el poder.

Ya que la familia Al Saud históricamente ha dependido de su cercanía con clérigos wahabistas influyentes a manera de legitimarse, bin Salman busca romper la cercanía entre estos líderes religiosos y el Estado. En octubre del 2017, Mohammed bin Salman retó el rol tradicional del wahabismo como la ideología guía del Estado saudita, argumentando que la toma en 1979 de la Gran Mezquita durante la Revolución Iraní, llevó a que Arabia Saudita acogiera una interpretación más estricta de lo necesario de la ley sharia. Debido a que la amenaza de los militantes sunitas ha disminuido e Irán no logró esparcir su ideología revolucionaria más allá de sus fronteras, el principe insiste en que Arabia Saudita puede moderar su ideología wahabista con poco riesgo de consecuencias no deseadas.

Al implementar legislaciones como permitir a las mujeres conducir automóviles y ponerle fin a la prohibición sobre las salas de cine en el reino, Mohammed bin Salman busca ganarse la confinza de las futuras generaciones de élites sauditas, y marginalizar la influencia de los clérigos conservadores, como Sheikh Salman al-Ouda y Sheikh Awad al-Qarni, quienes fueron detenidos temporalmente en septiembre de 2017. Ya que el 70% de la población de Arabia Saudita es menor de 30 años, Mohammed bin Salman piensa que sus reformas le darán gran legitimidad a su poder y le permitirán retar a los ideólogos wahabistas alineados con otras facciones de la familia Al Saud.

Aparte de corroer gradualmente la influencia del wahabismo en la vida diaria en Arabia Saudita, bin Salman ha tomado pasos para separar a la economía saudita de clanes rivales mediante una campaña anticorrupción ampliamente publicada y varios intentos de privatización. A finales de noviembre, autorizó la detención de 500 miembros de la familia real de Arabia Saudita y varios empresarios en el hotel Ritz Carlton.

Mohammed bin Salman justificó esta muy controversial decisión diciendo que USD 800.000 millones en bienes eran retenidos ilegalmente por las élites sauditas y que se necesitaban medidas coercitivas para ponerle fin a la cultura de corrupción de Arabia Saudita. Durante las semanas después de los arrestos, Bin Salman aplaudió la eficacia de sus medidas anticorrupción, señalando que el 95% de las personas confrontadas con evidencia de actividades ilegales estaban dispuestas a devolver sus ingresos ilegales al Estado.

Aunque muchos analistas y legisladores occidentales han aplaudido los esfuerzos de Mohammed bin Salman para reducir la corrupción, un análisis más cercano de la campaña anticorrupción saudita revela que su principal objetivo es consolidar el poderío del príncipe heredero. El arresto de Waleed al-Ibrahim, presidente del Centro de Emisiones de Oriente Medio (Middle East Broadcasting Center, MBC), y del príncipe Alwaleed bin Talal, dueño del Grupo Rotana, están cercanamente ligados al deseo de Mohammed bin Salman de controlar los medios sauditas.

Estas operaciones no se restringen a la esfera de los medios. Las operaciones de Mohammed bin Salman contra el grupo de construcción Binladin y el príncipe Turki bin Abdullah, un importante inversionista en el sistema de transporte público de Riad, muestran su deseo de controlar las industrias de construcción y finca raíz en el reino. Mientras los gastos innecesarios y el nepotismo siguen siendo presentes en la forma de gobernar de bin Salman, es claro que la campaña anticorrupción de Arabia Saudita tiene como fin corroer el poder de los retadores dentro de la familia Al Saud y sus aliados.

Aunque las privatizaciones fueron fomentadas por la creciente inestabilidad de los programas de bienestar del Gobierno, y Riad quiere atraer mayor inversión internacional, la naturaleza poco uniforme de las privatizaciones está fuertemente ligada a las ambiciones de consolidar el poder de Mohammed bin Salman.

A pesar de que el reino hace poco anunciara su decisión de retrasar su oferta pública inicial de Aramco hasta el 2019, la eventual dispersión de activos del gigante petrolero a inversionistas domésticos e internacionales dará oportunidades de llegar a la cima a una nueva generación de oligarcas sauditas. Esta clase de oligarcas estarán endeudados con Mohammed bin Salman; la corona, por su parte, tendrá asegurada la lealtad de estos oligarcas.

Otra parte crucial de la consolidación de poder de Mohammed bin Salman es su promoción del nacionalismo anti chiita. Al promover el nacionalismo anti iraní y juntar a los sauditas alrededor de la amenaza que representa irán para la estabilidad regional, Mohammed bin Salman quiere asegurarse que el público continúe siendo leal al Estado saudita, incluso si el país se distancie a sí mismo de la ideología wahabista o reduzca los beneficios ofrecidos por el gobierno.

En este contexto de gran sectarismo, el uso de la fuerza de Mohammed bin Salman contra rebeldes hutíes pro Irán en Yemen, y la aislación diplomática de Catar debido a la retórica conciliatoria de Doha hacia irán le han ganado un gran apoyo popular, considerándolas las acciones de un líder fuerte. Ya que Estados Unidos no ha castigado a Arabia Saudita por los resultados negativos de estas acciones, el reino probablemente siga interviniendo a favor de las causas sunitas en Oriente Medio por mucho tiempo más.

A pesar de que la nueva coalición política de Mohammed bin Salman ha mostrado señales de cohesión durante los últimos meses, su estrategia de separar al Estado de la familia Al Saud y el wahabismo se podría ver saboteada por varias debilidades. La capacidad de Bin Salman de controlar la conducta de los clérigos wahabistas que desean promover un mensaje alternativo o retar la política oficial hacia grupos militantes sigue siendo borrosa.

La doble moral en la campaña anticorrupción de Arabia Saudita también puede frenar la inversión internacional en su sector privado, haciendo que el control de la familia Al Saud sobre la economía dure más de lo esperado. Estos riesgos significan que el camino de Mohammed bin Salman a la consolidación personal del poder no será linear sino gradual, y se enfrentará a varios retos de gran magnitud.

Aunque Arabia Saudita parece estar al borde de un cambio radical, un vistazo más de cerca revela que Mohammed bin Salman está principalmente preocupado con consolidar el poder personal y la destrucción de los clanes rivales de su familia. Solo el tiempo dirá si Mohammed bin Salman será capaz de forjar una nueva coalición política, o si las fuerzas reaccionarias dentro de la familia Al Saud y los clérigos frustrarán sus intentos de consolidación de poder.

*Ahmed Fawzi Mostefai contribuyó con la redacción de esta nota

*Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no reflejan la política editorial de la Agencia Anadolu.

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