Con la nueva política migratoria del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, México recibió con los brazos abiertos a más de mil hondureños y salvadoreños que llegaron en la nueva caravana y les ofreció permisos de residencia por razones humanitarias.

En la frontera Guatemala-México, la caravana, que partió el pasado martes desde Honduras, se encontró con diferentes entidades gubernamentales que los registraron y facilitaron la entrada al país. El Instituto Nacional de Migración (INM) se comprometió a entregar “antes de cinco días” una credencial con la que podrán quedarse en el país durante un año. El permiso será renovable y permite trabajar y acceder a servicios de salud y educación en México.

El INM afirmó en su cuenta oficial de Twitter que había registrado a 969 adultos migrantes y 145 niñas, niños y adolescentes hasta las 6 pm del pasado jueves. Luego del registro inicial se les entregó una manilla con el sello de la Secretaría de Gobernación y un código que les permitirá acceder al permiso de permanencia. La cifra no es exacta porque la llegada de migrantes era un flujo que continuó durante la noche.

El recibimiento hacia los caminantes fue muy diferente al que encontró la caravana anterior, que fue recibida con gases lacrimógenos y puertas cerradas, que no tardaron en tumbar para seguir su camino hacia la frontera con Estados Unidos.

El nuevo plan del gobierno mexicano establece un trabajo coordinado entre las instituciones del gobierno federal, el gobierno estatal y de los municipios fronterizos de Tapachula y Suchiate. Además, tiene la colaboración de oficinas de la ONU como la del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), entre otros.