Devastadora plaga de langostas entra a Uganda poniendo en riesgo las cosechas
Las langostas tropicales han estado causando estragos en la vecina Kenia desde diciembre de 2019.
Primer plano de una langosta del desierto sobre un girasol en la localidad de Van, Turquía, el 29 de julio de 2019. Archivo (Özkan Bilgin - Agencia Anadolu)
Kampala
Enjambres de destructivas langostas del desierto ingresaron a Uganda este domingo, después de haber devastado varias partes de Kenia, causando escasez de alimentos.
Las plagas de langostas ocurren de manera intermitente en el Cuerno de África, pero esta invasión es la peor en 25 años, según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO). Originarias de la frontera entre India y Pakistán, las langostas emigraron a Somalia y Etiopía y destruyeron casi 71.000 hectáreas de tierras de cultivo en los dos países.
La ONU advirtió sobre una escalada "significativa y extremadamente peligrosa" en el número de langostas del desierto que descienden en la región. La FAO dijo que las langostas pueden vivir hasta cinco meses, dependiendo del clima y las condiciones locales. Pueden poner huevos que eclosionan después de dos semanas, para luego madurar hasta la edad adulta en un promedio de dos a cuatro meses.
El primer ministro ugandés, Ruhakana Rugunda, dijo que se han garantizado los pesticidas, que se usarán aviones de aspersión para exterminar a las langostas y que se espera que la situación sea controlada.
John Martin Owor, comisionado del Departamento de Socorro, Preparación y Manejo de Desastres de la Oficina del Primer Ministro de Uganda, dijo que las langostas entraron a Uganda por el distrito noroeste de Pokot, Kenia, donde destruyeron cientos de acres de vegetación y habían comenzado a destruir la vegetación en Uganda
El funcionario dijo que se han contratado dos aviones de erradicación y que un equipo de guardianes de la Autoridad de Vida Silvestre de Uganda ayudará a los funcionarios del Ministerio de Agricultura a rociar las langostas.
*Traducido por Aicha Sandoval Alaguna.
