Política

Trump y Putin, cumbre del deshielo que provoca expectativas y temores

Más allá del tablero de las relaciones internacionales, son las características personales de Trump y Putin, y el tipo de liderazgo que ejercen, lo que hace más difícil cualquier predicción.

Francisco Seminario  | 15.07.2018 - Actualızacıón : 16.07.2018
Trump y Putin, cumbre del deshielo que provoca expectativas y temores Donald Trump y Vladimir Putin. (Archivo - Agencia Anadolu).

FINLANDIA

Por: Francisco Seminario

La cumbre de 1975 en la capital finlandesa, que propició los Acuerdos de Helsinki, marcó un hito en los intentos de descongelar la relación Este-Oeste.

La tensión política entre Estados Unidos y Rusia está hoy lejos de los niveles de enfrentamiento de la Guerra Fría, pero los presidentes Donald Trump y Vladimir Putin intentarán el 16 de este mes, en esa misma ciudad, un acercamiento similar, que les permita relanzar las relaciones bilaterales después de varios años de desencuentros.

La cumbre será la primera reunión formal, y a solas, entre ambos desde que Trump llegó a la Casa Blanca hace un año y medio. Y viene precedida de un sinnúmero de especulaciones y expectativas, así como del temor de muchos especialistas a que el presidente norteamericano, frente a un negociador experimentado, que ha sabido jugar sus cartas para devolverle a su país el lugar de superpotencia, termine cediéndole a Rusia una cuota mayor de influencia sobre sus zonas de interés.

Los analistas internacionales destacan que es difícil prever un resultado de la cumbre porque la agenda de temas, que en los últimos años han enfriado la relación bilateral, es extensa y sumamente compleja, con asuntos como la crisis en Siria, las sanciones a Moscú y el desarme nuclear que pone en juego la seguridad nacional y la posición estratégica de ambos países.

“Van a jugar un ajedrez como el que Churchill, Roosevelt y Stalin jugaron en Yalta después de la II Guerra Mundial”, resumió Peter Schechter, analista y director del podcast Altamar sobre política internacional consultado por la Agencia Anadolu. Pero esos mismos expertos confiesan que, más allá del tablero de las relaciones internacionales, son las características personales de Trump y Putin y el tipo de liderazgo que ejercen -imprevisible uno, duro e inescrutable el otro- lo que hace más difícil cualquier predicción.

De hecho, los analistas están abocados, desde hace días en los medios, a un imposible juego de predicciones y la huella de una relación que ha fluctuado entre el amor y el odio no hace más sencilla su tarea.

“Realmente no lo sé en este momento”, le dijo Trump el lunes a los periodistas en la Casa Blanca, poco antes de iniciar su gira europea, cuando le preguntaron si considera a Putin un amigo o un enemigo. “Hasta donde yo sé, es un competidor”, completó el mandatario.

Evitó rotular una relación cambiante, que escapa a las definiciones porque ha pasado una y otra vez de los elogios a las críticas, pero que según los observadores posiblemente atraviesa ahora su peor momento.

Sin agenda definida

“La cumbre no tiene una agenda definida, como suele pasar desde que Trump es presidente. Algo parecido ocurrió cuando se reunió en Singapur con el líder norcoreano, Kim Jong-un”, recordó Schechter.

Esa ausencia de un temario preestablecido, un terreno en el que el mandatario estadounidense parece sentirse cómodo, es lo que ha dado pie a las especulaciones y atizado los temores. Sobre todo, entre los socios de la OTAN reunidos el miércoles en Bruselas.

“Por el estilo negociador que tiene Trump, sus aliados están justificadamente preocupados de que le diga a Putin que retirará parte de sus tropas de Europa del Este, o suspenderá la participación de Estados Unidos en los ejercicios militares de la OTAN, como señal de buena voluntad”, indicó Rachel Rizzo, analista del Centro para la Nueva Seguridad Americana, en Washington.

Si eso ocurre, señaló la experta, “los socios europeos entrarían en un estado de nerviosismo extremo”. Otros analistas temen que Trump le reconozca a Putin una zona de interés en Ucrania, lo que implicaría cierto reconocimiento de la anexión de Crimea en 2014. Y otro tanto podría ocurrir en Siria.

“A diferencia de lo que hace en Twitter, en los encuentros cara a cara Trump huye de la confrontación, y si se muestra débil o cede en cuestiones complejas como Ucrania o la injerencia electoral, Putin se va a aprovechar de él”, evaluó Steven Pifer, analista del think tank Brookings Institution, de Washington, y exdiplomático norteamericano en Ucrania.

Los temas críticos

Los asuntos que podrían estar sobre la mesa en Helsinki son muchos y todos de la mayor gravedad. Las sanciones a Irán por su programa atómico, los niveles de producción petrolera, el ritmo del desarme nuclear de las grandes potencias, los ataques cibernéticos y la redefinición de las esferas de influencia estratégica pueden ser sólo algunos, además de la anexión rusa de Crimea y la situación en Siria.

El aislamiento internacional de Rusia y las sanciones que le impuso Occidente probablemente serán también parte de las discusiones.

Relegitimado en el poder luego de su triunfo electoral, Putin aspira a romper con ese aislamiento, pero los indicios más recientes de la Casa Blanca parecen apuntar en la dirección opuesta: en marzo, el gobierno norteamericano expulsó a buena parte de la delegación diplomática rusa en Estados Unidos, y en abril y junio aplicó sanciones a funcionarios, individuos y entidades de Rusia.

Algunos observadores se preguntan si ha llegado la hora de dar vuelta a la página de las sanciones. Pero Putin quizá no pueda esperar mucho de Trump en ese terreno en momentos en que sigue abierta en Estados Unidos la investigación sobre la posible injerencia rusa en las últimas elecciones presidenciales norteamericanas, en las que se sospecha que Moscú orquestó una campaña de influencia pública para favorecer al entonces candidato republicano.

Esa investigación, que el mandatario norteamericano ha calificado reiteradamente de “fake news” (noticias falsas), tiñe la relación entre ambos líderes desde el inicio del mandato de Trump. Y es muy probable que sea un elemento más en el complejo ajedrez que jugarán en la capital de Finlandia.

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