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Mea Culpa de Macron: ¿demasiado poco, demasiado tarde?

El presidente francés tiene una gran responsabilidad en la actual crisis de su país. Sus políticas económicas y fiscales han resultado inadecuadas, mientras que sus maniobras políticas y estrategias de comunicación han sido deficientes.

Dr. Tarek Cherkaoui  | 10.12.2018 - Actualızacıón : 11.12.2018
Mea Culpa de Macron: ¿demasiado poco, demasiado tarde?

Estambul

La fuerte movilización de los "Chalecos Amarillos" ha tomado por sorpresa a los círculos de poder de Francia. Lo que comenzó como manifestaciones marginales contra la imposición de un nuevo impuesto ecológico, se ha transformado lentamente en un gran movimiento político.

Las políticas y estrategias del presidente francés, Emmanuel Macron, sin duda, han exacerbado la situación y llevado a la actual crisis política. Irónicamente, poco después de ser elegido, Macron declaró en una larga entrevista con The Guardian (20 de octubre de 2017), que "no estaba hecho para liderar en clima tranquilo", sino que estaba "hecho para tormentas". Sin embargo, cuando la primera prueba política real le llegó como presidente, Macron parecía bastante abrumado.

Para muchos observadores, la presidencia de Macron no ha sido más que un catálogo de errores. La insistencia del presidente de ofrecer recortes de impuestos a las personas más ricas de Francia y eliminar el impuesto a la riqueza (ISF), argumentando que tales medidas alentaban la inversión, ha demostrado ser un error estratégico.

Por un lado, este enfoque ha provocado un agujero de EUR 10.500 millones en el presupuesto de 2018, lo que equivale a una caída del 39 por ciento en el total de impuestos recibidos en 2017. Por otro lado, para compensar esta gran pérdida, los impuestos aplicados en personas comunes - por ejemplo, el impuesto sobre los productos energéticos (TICPE), el impuesto sobre el valor añadido (IVA) o el impuesto sobre la renta, aumentaron en 2018 en comparación con el mismo período de 2017.

Mientras tanto, las presiones fiscales sobre los grupos de bajos ingresos se combinaron con muy poco, si es que alguno, aumento en los salarios. Si bien los altos ingresos han visto crecer su fortuna en un 134 por ciento en los últimos 15 años, los salarios de las personas de bajos ingresos simplemente aumentaron en un 6 por ciento durante el mismo período (esto significa un crecimiento anual de apenas 0.4 por ciento).

En consecuencia, Macron ha estado perdiendo constantemente la batalla por la opinión pública. Según una encuesta de Ifop-Fiducial para Paris Match y Sud Radio, publicada el 4 de diciembre, el índice de aprobación de Macron cayó a 23 por ciento, seis puntos porcentuales menos que el mes anterior. La misma encuesta encontró que el 71 por ciento respaldó a los "Chalecos Amarillos". Sin embargo, esto no es una sorpresa, porque muchos segmentos de la sociedad francesa han llegado a la conclusión, correcta o incorrectamente, de que Macron se preocupa más por los ultra ricos que por la clase media y la clase trabajadora.

El segundo error de Macron ha sido ignorar las protestas en sus inicios. El presidente parece haber subestimado los "Chalecos Amarillos" debido a su estructura atípica. Presentan fuertes similitudes con Ocuppy Wall Street o los movimientos que surgieron en la Plaza Tahir de Egipto. Tienden a adherirse a una narrativa común, pero no tienen una representación clara ni un portavoz.

Debido a su falta de juicio, el presidente francés fue extremadamente lento en reaccionar. En consecuencia, su silencio alimentó aún más el resentimiento de los manifestantes que ya tenían la sensación de haber sido dejados atrás y de que pertenecían a la llamada "Francia periférica", acuñada por el autor Christophe Guilluy.

El sentimiento de estar aislado geográficamente, políticamente y económicamente es, según Guilluy, compartido por el 60 por ciento de la población francesa y se encuentra entre el 80 por ciento de las ocupaciones más populares: trabajadores, empleados, pequeños agricultores, pequeños artesanos y propietarios de pequeñas empresas que generalmente viven fuera de las megaciudades globalizadas en Francia.

Sin embargo, en la fase inicial, las demandas de los "Chalecos Amarillos" fueron ignoradas por el presidente francés. Macron optó por pasar por alto sus quejas, se mantuvo inflexible en sus orientaciones políticas y ni siquiera habló directamente con el pueblo francés sobre el problema durante más de un mes.

Esto fue percibido como un desaire claro para la gente y terminó radicalizando las demandas del movimiento. Por lo tanto, los "Chalecos Amarillos" pasaron de exigir la eliminación del impuesto al combustible a solicitar el despido del propio Macron. Entonces, cuando el primer ministro Edouard Philippe anunció la suspensión durante seis meses de cualquier aumento en los impuestos sobre el combustible, los manifestantes consideraron que esto era demasiado poco y demasiado tarde.

Un error adicional costoso ha sido que su gobierno haya usado un enfoque de mano dura hacia las protestas, que inicialmente eran completamente pacíficas. Las autoridades francesas esperaban retratar el movimiento como una especie de "guerrilla urbana", a fin de crear una cuña entre los manifestantes y la población en general.

Las imágenes de matones que destruyen propiedades, a quienes los "Chalecos Amarillos" acusan de ser agitadores profesionales en connivencia con la policía, no lograron crear el efecto psicológico deseado en las personas.

El uso de vehículos blindados de la Gendarmería y otros métodos agresivos por parte de la policía antidisturbios se diseñó para asustar a los manifestantes y crear un clima de psicosis entre la población. El juego final fue para que la narrativa de seguridad tuviera prioridad sobre la narrativa de justicia social. Sin embargo, estas tácticas resultaron ser contraproducentes.

Un video de estudiantes franceses, en el que están obligados a arrodillarse en silencio con las manos detrás de la cabeza bajo la vigilancia de una policía antidisturbios altamente equipada, causó indignación después de ser publicado en las redes sociales. Esto ha provocado que muchos políticos franceses critiquen estos métodos. Por ejemplo, el excandidato presidencial Benoit Hamon describió la escena como "escalofriante", mientras que Eric Coquerel, miembro del Parlamento, caracterizó estos métodos como "inaceptables y humillantes".

Por otra parte, fue bastante incómodo para los tomadores de decisiones franceses, que generalmente no pierden la oportunidad de dar conferencias sobre derechos humanos a otras naciones, al encontrarse en el extremo receptor de las críticas internacionales sobre el tema.

Con todo, Macron tiene una gran responsabilidad en la actual crisis de Francia. Sus políticas económicas y fiscales han resultado inadecuadas, mientras que sus maniobras políticas y estrategias de comunicación han sido muy deficientes. Ahora, renombrado a sí mismo como un hombre de diálogo, finalmente ha decidido hablar con los franceses en la televisión, allanando el camino para algunas propuestas políticas limitadas y posibles incentivos económicos. En consecuencia, se verá obligado a negociar y hacer concesiones mucho más grandes en medio de un entorno político menos favorable y una crisis más amplia del parlamentarismo y la representación democrática.

[Tarek Cherkaoui es Gerente en TRT World Research Center y el autor de "Los medios de comunicación en la guerra: el choque de las redes occidentales y árabes en Oriente Medio". Cherkaoui es un experto en el campo de las comunicaciones estratégicas].

*Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no reflejan necesariamente la política editorial de la Agencia Anadolu.

*Maria Paula Triviño contribuyó con la redacción de esta nota.

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