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Libia sigue sin ser un Estado democrático 10 años después de la revolución que derrocó a Gadafi

Los dirigentes libios tienen por delante la ardua tarea de aprobar una nueva Constitución, procurar la unidad militar o al menos poner fin al proyecto destructivo del general golpista Jalifa Haftar, y sacar al país de la crisis económica.

Mustapha Dalaa  | 18.02.2021 - Actualızacıón : 20.02.2021
Libia sigue sin ser un Estado democrático 10 años después de la revolución que derrocó a Gadafi TRIPOLI, LIBIA - FEBRERO 17, 2021: Cientos de personas celebran la Revolución Libia, conocida como la Revolución del 17 de Febrero, que derrocó al ex gobernante Muammar Gaddafi, en la Plaza de los Mártires en Trípoli, Libia el 17 de febrero de 2021. (Hazem Turkia - Agencia Anadolu)

ESTAMBUL

A pesar del transcurso de 10 años luego del levantamiento popular del 17 de febrero de 2011 que derrocó al exlíder de Libia, Muamar Gadafi, el país norafricano sigue hundido en una guerra interna sangrienta y sin haber sido capaz de establecer los fundamentos de un Estado democrático, próspero y moderno.

En 2012 se formó el primer Parlamento tras el derrocamiento del antiguo régimen. Su principal misión era redactar una Constitución nueva en el periodo de un año. Pero fracasó en su cometido y optó por formar un comité constitucional de 60 miembros, quienes también fueron incapaces de redactar a tiempo la nueva Carta Magna.

A partir de junio de 2014, el Parlamento empezó a sufrir divisiones serias debido a los desacuerdos entre los diversos grupos que lo formaban y la situación en Libia empeoró con el lanzamiento de una ofensiva militar por parte del general golpista Jalifa Haftar.

Con el propósito de impedir un vacío político en el país, los diversos sectores políticos firmaron en 2015 el acuerdo de Sukhairat en Marruecos que contemplaba la extensión del mandato del Parlamento y la formación de un Consejo Superior de Estado.

El primer borrador de la Constitución no estuvo listo hasta julio de 2017, pero los partidarios de Haftar intentaron impedir su votación en referendo ante la prohibición que se le impuso a presentarse como candidato a la presidencia del país debido a su doble nacionalidad (libia y estadounidense).

No obstante, las partes se pusieron de acuerdo recientemente en celebrar un referendo sobre la Constitución antes de las elecciones anticipadas previstas para el 24 de diciembre de este año.

El principal motivo por el que Libia sigue inmersa en un caos se debe a la incapacidad de los grupos que participaron en el derrocamiento del antiguo régimen de instaurar unas Fuerzas Armadas y de seguridad unificadas y homogéneas.

La ofensiva de Haftar no hizo sino profundizar la división entre los diversos grupos armados: mientras el ministro de Defensa y las unidades del Ejército en el este del país se manifestaron a favor de Haftar, el jefe del Estado Mayor de la Defensa y las unidades en el oeste se mantuvieron leales al Gobierno legítimo.

De esta manera, Haftar y sus milicias capturaron la ciudad de Bengasi en 2017 y la de Derne en 2018. El 4 de abril del siguiente año, Haftar lanzó su ofensiva contra la capital Trípoli, la cual acabó con unas negociaciones auspiciadas por las Naciones Unidas.

A partir de 2013, las milicias de Haftar cerraron varios yacimientos de petróleo en las regiones centrales del país, así como puertos petrolíferos, privando al Estado de los ingresos de las ventas de hidrocarburos y asestando un duro golpe a la ya de por sí pésima situación económica de Libia.

Los intentos del Gobierno por recuperar los yacimientos dieron lugar a enfrentamientos armados intensos que no hicieron sino causar daños materiales en las instalaciones petrolíferas.

En 2016, las milicias de Haftar se apoderaron de la región llamada la media luna del petróleo en el norte del país. Sin embargo, Haftar fue incapaz de aprovecharse de los ingresos de las ventas de crudo, ya que el mercado internacional solo reconoce las instituciones controladas por el Gobierno legítimo en Trípoli, como el Banco Central y la empresa petrolífera pública.

Ante esta situación, Haftar decidió suspender la venta de crudo al exterior, provocando pérdidas de hasta USD 180.000 millones en ingresos. Esto profundizó aún más los problemas económicos del país y generó malestar entre la población, así como manifestaciones populares incluso en las zonas controladas por Haftar.

Los dirigentes libios tienen por delante la ardua tarea de aprobar una nueva Constitución, procurar la unidad militar o al menos poner fin al proyecto destructivo de Haftar, sacar al país de la crisis económica en la que se encuentra y reconciliar a las partes.

Ver también: ¿Es viable la candidatura del hijo de Gadafi a la presidencia de Libia?

*Traducido por Daniel Gallego.

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