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A 100 días de gobierno, Jair Bolsonaro enfrenta un histórico índice de impopularidad

Mano dura, corrupción, Venezuela, declaraciones polémicas, dificultades legislativas y perdida de optimismo marcan el gobierno del “Trump del trópico”.

Santiago Pena Aranza  | 09.04.2019 - Actualızacıón : 10.04.2019
A 100 días de gobierno, Jair Bolsonaro enfrenta un histórico índice de impopularidad El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro. Archivo (Palacio do Planalto)

Brasil

Por: Santiago Peña Aranza

Según un sondeo de Atlas Político realizado a principios de abril, el 30,5% de los brasileños piensa que la gestión de Bolsonaro es “buena” o “excelente”, el 32,4% dice que es “regular” y el 31,2% dice que es “mala” o “pésima”.

Esto significa que su desaprobación viene aumentando puesto que en febrero, en un sondeo de la misma firma, la cifra de buena gestión era del 38,7%.

Destrabar la economía y acabar con la “vieja política” no es tan sencillo como lo hacía ver Jair Bolsonaro en campaña.

Según el Banco Mundial (BM), en sus Perspectivas Económicas Mundiales, “se prevé que Brasil se expanda un 2,2%, suponiendo que se introduzcan rápidamente las reformas fiscales, y que la recuperación del consumo y la inversión supere los recortes del gasto púbico”.

Sin embargo, si bien el gobierno ya ha anunciado recortes (por ejemplo en los aportes de Petrobras a la cultura) y la eliminación de 21.000 cargos públicos, la dificultad del gobierno para lograr consensos en el Congreso, augura que las reformas fiscales no llegarán pronto, así que es probable que la expansión de la economía brasileña se acerque más al promedio de la región, que el BM establece en 1,7%.

Estas dificultades también tienen naufragando otras iniciativas como la llamada Ley Anticrimen, fundamental para que Bolsonaro pueda cumplir otra promesa de campaña: la lucha contra el crimen organizado, los crímenes violentos, la corrupción.

De hecho, en el tema anticorrupción la imagen de Bolsonaro ha sido golpeada por un presunto caso de evasión fiscal de uno de sus hijos y por el caso de Gustavo Bebianno, ministro de la secretaría general y uno de sus asesores más cercanos, que tuvo que ser despedido al ser señalado por irregularidades en el manejo de fondos electorales.

Con respecto al sistema pensional, la incapacidad para lograr esos consensos en el legislativo tiene en vilo una reforma con la que el gobierno pretende solucionar algunos problemas estructurales.

Logros

Pese a las dificultades legislativas, el gobierno puede apuntarse algunos logros desde el punto de vista de sus promesas de campaña.

La flexibilización de las leyes sobre la posesión de armas de fuego, por ejemplo. Aunque necesita complementarse con la aprobación de la mencionada Ley Anticrimen.

La concesión de 12 aeropuertos, que fue mostrada como una seña de la confianza de los inversionistas extranjeros en el nuevo gobierno, pero que ha venido disminuyendo por el comportamiento errático de Bolsonaro a nivel internacional.

La revisión de los textos escolares, que según Bolsonaro promueven el marxismo y la ideología de género. Aunque en términos educativos, la cartera se encuentra paralizada por luchas internas por el poder, que de hecho derivaron en la salida del ministro de origen colombiano Ricardo Velez.

Bolsonaro en el mundo

“Tengo manifestaciones en contra en cualquier parte del mundo a donde voy. Lo importante es que en mi país tuve una victoria excepcional”,

-Jair Bolsonaro en Chile, cuando fue a la Cumbre de Prosur.

Bolsonaro no parece tener un rumbo claro a nivel internacional. Ha sido errático y ha matizado promesas realizadas en campaña para no cumplirlas, lo que para sus detractores puede ser algo afortunado, pero para el resto de actores políticos y económicos, dentro y fuera de Brasil, es algo que genera incertidumbre y la incertidumbre.

Prometió abandonar el Acuerdo de París pero no lo hizo; prometió trasladar la embajada de Brasil en Tel Aviv a Jerusalén, pero solo abrió allí una oficina de negocios. Dijo que “Mercosur no sería prioridad para su gobierno”, pero luego de una reunión con el presidente argentino Mauricio Macri, el 16 de enero, subrayó su importancia y planteó la necesidad de reformas.

En lo que Bolsonaro parece tener coherencia es en su cruzada para construir una narrativa en la que la izquierda tiene la culpa de todos los problemas de Brasil y de la región... y del Holocausto: En Jerusalén hizo el ridículo al afirmar que el nazismo es una ideología de izquierda.

En ese sentido su papel en la pelea del Grupo de Lima contra el gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela es totalmente coherente, de hecho Bolsonaro y Trump fueron los primeros presidentes en reconocer a Juan Guaidó y crear uno de los centros de acopio de la “ayuda humanitaria” en Boa Vista, Brasil.

La mencionada narrativa se evidenció cuando visitó a Donald Trump y dijo que en las últimas décadas Brasil había tenido mandatarios “antiestadounidenses”, cuando la realidad es que el gobierno del Partido de los Trabajadores nunca minó la relación con Estados Unidos, el segundo socio comercial del gigante suramericano.

Quizá entre sus seguidores pueda ser popular hacerle apologías a la dictadura brasileña, atacar la diversidad sexual y hacer comentarios racistas, pero en un mundo globalizado como el actual, donde las noticias vienen y van, sus declaraciones pueden resultar bastante inoportunas.

*Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan la política editorial de la Agencia Anadolu.

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