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El fracking, ¿una necesidad para Colombia?

Esta técnica extractiva, que ocupó las primeras páginas de los medios nacionales en los últimos meses, cambió por completo la dinámica de la industria petrolera en el mundo.

Santiago Serna Duque  | 23.05.2019 - Actualızacıón : 24.05.2019
El fracking, ¿una necesidad para Colombia? El fracturación hidráulica cambió por completo la dinámica de la industria petrolera en el mundo. (Archivo - Agencia Anadolu)

Colombia

Por: Santiago Serna Duque 

En plata blanca, la explotación de Yacimientos No Convencionales (YNC) a través de la fracturación hidráulica (fracking), consiste en perforar un pozo vertical -de entre 2.000 y 4.000 metros- hasta alcanzar la formación subterránea que contiene gas o petróleo. 

Posteriormente, se llevan a cabo una serie de perforaciones horizontales en la lutita, una formación sedimentaria que contiene hidrocarburos conocidos como ‘shale gas y shale oil’. A través de dichos pozos se fractura la roca inyectándole una mezcla de agua (95%), arena (4%) y sustancias químicas (1%) que obliga la expulsión del crudo. 

Esta técnica, tan nombrada en las primeras páginas de los medios nacionales en los últimos meses, cambió por completo la dinámica de la industria petrolera en el mundo. 

Gracias a la extracción de crudo de esquisto (o lutita), Estados Unidos recuperó el trono como el mayor productor de petróleo del planeta. El fracking permitió que el país dirigido por Donald Trump superara a potencias como Rusia y Arabia Saudita en esta materia. 

La llamada ‘Revolución shale’ animó de tal manera a Trump que en 2018 anunció la absoluta “independencia energética” de su nación. En noviembre de 2017, la producción de crudo del país norteamericano pasó el récord histórico que databa de 1970 y rebasó la barrera de los 10,1 millones de barriles diarios. 

El año pasado, la línea ascendente continuó y alcanzó los 10,7 millones de barriles por día. Es decir, desde 2010, gracias al fracking, hubo un crecimiento cercano al 40% en la generación de crudo y gas, según la Agencia de Información de Energía de Estados Unidos.

Frente a estos datos, la pregunta es: ¿Colombia puede cerrarle las puertas al fracking ante una latente incapacidad de producir los recursos que consume? La respuesta, según algunos expertos de la industria, es: No. 

En este contexto, el presidente de la Asociación Colombiana de Petróleos (ACP), Francisco Lloreda, afirmó que “no se debe poner en riesgo la autosuficiencia energética del país”, durante el foro ‘Petróleo y Gas: ¿Qué se está jugando Colombia?’. 

El dirigente de la ACP dijo que si prospera la negativa de implementar la técnica de la fracturación hidráulica “nos veremos obligados a importar gas y crudo de países que sí usan fracking y además reciben sus beneficios. La historia de la importación ya la vivimos en la década del 70, con altos costos para los hogares, la industria y el país. No la podemos repetir”.

A mediados de mayo, el Ministerio de Minas y Energía explicó que Colombia pasó de tener 11,7 años de autosuficiencia en gas a 9,8 años. Y, en cuanto a las reservas de petróleo, se llegó a 1.958 millones de barriles. Esto quiere decir que el país tiene una autosuficiencia para poco más de seis años.

En este panorama, la ACP aseguró que con la explotación de YNC se le permitiría a Colombia triplicar sus reservas actuales. Lloreda destacó que promover el desarrollo de los YNC generaría ingresos para el Estado -entre regalías, impuestos, dividendos y derechos económicos- por unos USD 36.000 millones en los próximos 25 años. 

“Si la exploración demuestra que los proyectos son viables y pasan a la etapa de exploración, la inversión podría alcanzar los USD 5.000 millones, equivalentes al 2% del Producto Interno Bruto (PIB) y a un incremento de 40% en la inversión extranjera. Hay una gran oportunidad por todo lo que conlleva la presencia de esta actividad en el territorio”, manifestó el dirigente de la ACP. 

Impactos socioambientales del fracking en Colombia

El 5 de marzo de 2019 un grupo de 27 congresistas, a través de una carta, le solicitaron al presidente de Colombia, Iván Duque, que prohíba el uso del fracking y cumpla su promesa de campaña.

La misiva advirtió que el fracking conlleva altos riesgos ambientales como la presencia de sismos, el mal uso del agua y la contaminación de fuentes hídricas potables. Además de los perjuicios para las comunidades que habitan las zonas donde se desarrollarían los proyectos. 

El argumento de los legisladores colombianos dista de los conceptos expuestos por Lloreda, quien señala que el fracking impulsaría a las regiones y generaría “68.000 empleos en el Valle Medio del Magdalena y la Cuenca Cesar- Ranchería. Estos empleos, directos e indirectos, equivalen a 40% de las personas sin empleo del Cesar y 30% de las personas que no trabajan en Santander”. 

En lo que tiene que ver con los temblores, el presidente de la ACP sugirió que la perforación de 3.000 o 4.000 metros de profundidad produce microfracturas que, en efecto, generan una “microsismicidad” insignificante en la superficie. 

Otras de las advertencias hechas por los parlamentarios y ambientalistas colombianos son los “excesivos” volúmenes de agua -mezclada con químicos- que se utilizan para fracturar un solo pozo y la contaminación subterránea del liquido.

Al respecto, la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA, por sus siglas en inglés), destacó que hasta la fecha no se encontró evidencia de que el fracking haya dado lugar a "impactos generalizados en los recursos de agua potable".

Leonardo Donado, miembro de la Comisión de Expertos que estudia la posibilidad de ejecutar un fracking responsable en el país, subrayó que este tipo de perforación puede ser aprovechado para obtener un mayor conocimiento del subsuelo, más allá de la sola explotación petrolera. 

En su momento, a través de los canales de comunicación de la Asociación Colombiana de Petróleos, Francisco Lloreda aseveró que “los resultados de los primeros pozos exploratorios servirán para construir una línea base ambiental, serán utilizados para evaluar la efectividad de la regulación vigente en Colombia y aportarán los elementos técnicos y ambientales suficientes para determinar cualquier ajuste normativo y regulatorio a futuro, si fuera el caso. De ahí la importancia de avanzar con celeridad”.

“La invitación es a trabajar en conjunto para avanzar en la fase exploratoria y el desarrollo de los yacimientos no convencionales, así como lo han hecho otros países, incluida Argentina, que pasó por esta misma discusión hace una década, y hoy ya ve los frutos del desarrollo de sus YNC”, concluyó Lloreda.

(Ver: El fracking, ¿un riego para Colombia?)

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