Cultura

Economía Naranja, ¿un salvavidas desinflado para el sector cultural colombiano durante la pandemia?

Bondades y defectos de las medidas adoptadas por el Gobierno colombiano para reactivar las industrias creativas y culturales en el país durante la pandemia del coronavirus.

Santiago Serna Doque  | 11.09.2020 - Actualızacıón : 14.09.2020
Economía Naranja, ¿un salvavidas desinflado para el sector cultural colombiano durante la pandemia? Vista del escenario del Teatro Colón en Bogotá, Colombia, el 22 de 2019. Los hermanos Balanta, portadores de la herencia musical de Timbiquí, presentan su nueva producción musical “Espíritu Balanta y Estrellas de Timbiquí”, una explosión de marimba, bombo y guitarra, junto a la potencia de las mujeres cantaoras, que transmiten la fuerza de la tradición africana y del espíritu de la naturaleza. (Juancho Torres - Archivo Agencia Anadolu)

Colombia

Por: Santiago Serna Duque 

El pasado martes en un foro digital, la ministra de Cultura de Colombia, Carmen Vásquez, enumeró una serie de cifras que, según ella, hablan de la capacidad del Gobierno para auxiliar al sector cultural y las artes en medio de la pandemia del coronavirus (COVID-19). 

A la pregunta: ¿Cuáles son las ayudas concretas que ha recibido el sector para atender la crisis?, la ministra respondió, palabras más, palabras menos, que la asistencia ha sido millonaria y efectiva. El Gobierno, dijo Vásquez, comenzó a trabajar “decretos legislativos, decretos ordinarios, medidas administrativas y líneas crediticias para el sector”. 

Resaltó, igualmente, las bondades del programa Ingreso Solidario (un apoyo económico que tiene como fin mitigar los impactos derivados de la emergencia del coronavirus), con el cual unos 15 mil artistas, gestores culturales y creadores reciben mensualmente COP 160 mil (USD 32) hasta junio de 2021. 

Vásquez continuó con el decálogo del Gobierno para salvar a la cultura. 

Subrayó que se invirtieron recursos por unos COP 800 mil millones (USD 215 millones) “en esfuerzo fiscal”; que dineros del impuesto nacional al consumo fueron destinados, transitoriamente, para atender a más de 50 mil artistas; que hubo una disminución del 11% al 4% de la retención en la fuente para empresarios del sector… y así, la lista se alarga. 

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Lo anterior se enmarca en la llamada Economía Naranja, un plan de Gobierno del presidente Iván Duque que pretende apostarle a “las industrias creativas y la cultura” como un “impulso de reactivación económica del país”. 

Además del bonito mensaje que contiene este programa con nombre colorido, más allá de las millonarias cifras que parecen estar bien distribuidas entre las manos de los artistas -según lo dicho por la ministra-, surgen un par de preguntas: ¿Por qué la cultura debe convertirse en una suerte de músculo financiero autosostenible y emprendedor que responde ante la oferta y la demanda? ¿Por qué el arte, de acuerdo al discurso del Gobierno, solo se entiende a partir de la suma de números o, mejor dicho, de billetes? 

Para Santiago Rivas, artista plástico colombiano, ese mensaje del emprendimiento en las artes no es más que pirotecnia verbal, demagogia politiquera que confunde. 

“Nosotros estamos tratando de vendernos esa mentira del emprendimiento como una panacea que resuelve todos los problemas y eso es mentira. El asunto con las artes es más complejo porque son volátiles y no rinden las cuentas de una manera convencional en términos de negocio. (…) Se nos olvida a menudo que su gran lucha es precisamente no ser asimilada”, afirma Rivas.

Los rostros del Festival de Música del Pacífico Petronio Álvarez en Cali, Colombia

El Festival Petronio Álvarez en Cali, Colombia, celebra la música, gastronomía y cultura de origen afrocolombiana en el suroccidente del país. 

En ese sentido, el tono de la Economía Naranja parece rechazar -u olvidar- a algunas de las expresiones o disciplinas artísticas. 

Por ejemplo, apunta Rivas: “¿Y si quiero hacer un performance? ¿Si quiero sangrar en una tarima? ¿Si quiero meterme pepinos por el culo y arrojarme carne en la cara? ¿O qué tal que yo quiera hacer algo como artista que no dé un peso? ¿O que quiera hacer música experimental? Todo esto que digo también debería ser respetado y estar incluido en la concepción de lo que es el arte (pese a que no genera dinero)”.

En cuanto al impacto monetario de la pandemia sobre esta “industria” en Colombia, Rivas reiteró que el sector cultural ya venía con serios problemas antes del coronavirus. 

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“Nosotros tenemos problemas macros y tenemos problemas micros -explica-. Y los problemas macros hacen que los problemas micros se recrudezcan o se vean agravados en una contingencia como la de la pandemia. Tenemos una idea de la economía que desprecia profundamente el quehacer cultural; por eso nadie, ni el presidente (Duque), sabe qué es la Economía Naranja”. 

Para el artista plástico, la razón de eso tiene que ver con que “siempre estamos a punto de entregarles a los grandes terratenientes (con sus equivalentes), el control sobre los insumos principales. Entonces, la financiación a la cultura -que empieza a plantearse como si fuera un esfuerzo nacional- para darle plata a los artistas y a los creadores, en realidad termina justificándose para los grandes empresarios en el hecho de que, cuando hay festivales, se mueve (el dinero) a las aerolíneas y los hoteles”. 

En este plano, Rivas plantea una teoría (especulativa) en relación a lo que el Gobierno busca con la iniciativa naranja. 

Según el artista, la administración Duque diseña una especie de Agro Ingreso Seguro (AIS) de las artes. Cabe recordar que AIS fue un programa del Gobierno de Álvaro Uribe, liderado por el exministro de Agricultura, Andrés Felipe Arias, que benefició a latifundistas adinerados que no necesitaban de los recursos estatales.

“Es decir, en una economía que es de ‘microfundios’ o ‘nanofundios’ -lo que son las artes y la cultura-, ellos (el Gobierno), para poder rendir un informe de gestión, están diseñando una economía de grandes plataformas, de grandes superficies y de grandes presupuestos. Y cuando uno les habla de arte y cultura pues dicen que aquí están eventos como ArtBo (Feria Internacional de Arte de Bogotá), los festivales al parque, o los festivales de teatro; lo cual está muy bien, pero no es lo único”, advierte. 

De hecho, concluye Rivas, si una cultura sobrevive es gracias a sus pequeños creadores, gracias a quienes en un comienzo se animaron a no dejarse asimilar por una dinámica puramente económica. 

Está por verse. Aún quedan dos años del Gobierno de Iván Duque, y desconocemos cuántos más de pandemia. El tiempo dirá si la Economía Naranja fue un plan que sirvió de salvavidas para el sector cultural, o, por el contrario, se encargó de socavar a los artistas en virtud de unas minorías privilegiadas. 

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