Mundo, Análisis

Abriendo la caja de Pandora en Idlib, Siria

Las Fuerzas Armadas sirias están a punto de cambiar la composición demográfica de Siria si se les permite proceder con sus planes sin control en la provincia de Idlib. Esto podría significar más que exacerbar una catástrofe humanitaria.

Dr. Can Kasapoğlu  | 18.09.2018 - Actualızacıón : 19.09.2018
Abriendo la caja de Pandora en Idlib, Siria

Istanbul

Dejémonos de rodeos. El régimen del Baath (el partido gobernante de Siria) y su ala militar, las Fuerzas Armadas Árabes Sirias no se están preparando para una lucha en pro de liberar a Idlib de actores armados no estatales incluyendo a terroristas. Este objetivo, si es que dicho objetivo existe en primer lugar, está en un segundo plano frente a la meta principal de expulsar a los habitantes sunitas y despoblar la provincia.

Este notorio concepto de despoblación se deriva del cálculo operativo y estratégico del régimen.

En el nivel operacional, el régimen se esfuerza por compensar las deficiencias del personal. Los estudios estadísticos en ciencias militares revelan que las operaciones de estabilidad en entornos de conflicto de baja intensidad requieren, como requisito mínimo, de 20 efectivos por cada 1.000 habitantes.

Por lo tanto, el ejército árabe sirio necesitaría unos 60.000 efectivos para controlar de manera decisiva a Idlib. El régimen del Baath sencillamente no puede darse el lujo de asignar una unidad militar tan grande. Aunque en el papel, la fuerza de trabajo de Bashar al Assad es de unos 100.000 hombres, en la realidad el régimen tiene un número estimado de solo 20.000 tropas de élite y confiables para ofensivas mayores.

Además, no pueden ubicar la mayor parte de las formaciones de élite a cientos de kilómetros de distancia de la capital y otros centros clave durante largos períodos de tiempo. De hecho, esta es la razón por la cual Al Assad todavía necesita la milicia chiíta de las Fuerzas Quds de Teherán, así como el Hezbolá libanés, que en conjunto representa un poder de combate extra de 30.000 efectivos.

En un nivel estratégico, el régimen tiene un plan más pernicioso. Según han sugerido algunos generales sirios de alto rango, incluido el jefe de inteligencia de la Fuerza Aérea siria, Jamil Hassan, el clan gobernante del país opta por convertir a todas las personas desplazadas en refugiados permanentes en otros países para cambiar la composición demográfica de la nación.

En el lenguaje de las Naciones Unidas, ese concepto operacional se considera como un crimen de lesa humanidad. Esto es lo que está sucediendo ahora mismo en Siria.

Un liderazgo militar problemático

Las piezas de inteligencia de código abierto sugieren que el Ejército Árabe Sirio ha estado concentrando sus formaciones élite para una ofensiva robusta en Idlib y las provincias adyacentes. Estas unidades pretorianas, como la Guardia Republicana, las Fuerzas Tigre y la Cuarta División Blindada, están organizadas de manera sectaria en conformidad con los cimientos del régimen del Baath.

Muchos de los principales comandantes: el general Suheil Hassan, el general Talal Makhlouf, el general Aous Aslan y el general Maher al Assad, por nombrar algunos, tienen registros notorios de cometer delitos sistemáticos que van desde el uso indiscriminado de la fuerza hasta bombardeos y empleo de armas químicas. Un liderazgo militar tan problemático plantearía riesgos importantes para el pueblo sirio y la región.

Además, el Ejército Árabe Sirio avanza con varios grupos paramilitares que lo respaldan. Estos auxiliares matones no pueden ser controlados completamente por reglas estrictas de enfrentamiento como una unidad regular. En muchos rincones de Siria, lo que estos paramilitares sectarios han estado haciendo se conoce mejor como una limpieza etno-sectaria y definitivamente no como operaciones militares.

En resumen, la razón subyacente del problema de los refugiados sirios que llegan a Europa es, en esencia, las campañas violentas de las Fuerzas Armadas árabes sirias. Idlib es solo un ejemplo revelador de ellas. A menos que se evite la intención del régimen de construir a la fuerza un país con una demografía más favorable, los refugiados sirios nunca podrán regresar a sus hogares.

Fantasmas del pasado

La situación actual en Idlib es un residuo del pasado y también un determinante del futuro.

De hecho, cuando Trump asumió su puesto como presidente de Estados Unidos, encontraron un expediente sirio que ya estaba mal administrado. El predecesor del presidente Trump, Barack Obama, construyó su estrategia exterior y de seguridad para revertir el legado de la presidencia de Bush. Para hacerlo, la administración de Obama optó por deshacer las políticas republicanas neoconservadoras en cuestiones clave de seguridad.

El año 2013 se convirtió en un hito histórico en este sentido, un hito que pudo haber llevado al colapso de una norma internacional muy necesaria que prohíbe el uso de armas químicas.

Ese año, el Ejército Árabe Sirio perpetró los ataques químicos de Guta, cobrando la vida de más de 1.500 personas. Como resultado, el presidente Obama vio el gran ataque del régimen sirio, un caso de armas de destrucción masiva y perspectivas de intervención militar en el Medio Oriente.

En lugar de preguntarse “¿Qué debemos hacer ahora?”, no solo para salvar al pueblo sirio sino también a las normas mundiales del conflicto armado, parece que el gobierno de Obama se preguntó qué haría la presidencia de Bush y optó por lo contrario.

Parecido al famoso artículo de opinión de 1980 de Isaac Asimov, “A Cult of Ignorance”, Washington en 2013 fue testigo de un culto al optimismo idealista (algunos preferirían la palabra “ingenuo” o “poco realista”), junto con una obsesión de promover opciones no militares en asuntos de seguridad difíciles, independientemente de las circunstancias.

En 2012, antes de los ataques de Guta de 2013, Jihad Makdissi, el entonces portavoz de la Oficina de Relaciones Exteriores de Siria, aseguró que el régimen no usaría armas químicas o biológicas contra su gente. De hecho, esta declaración marcó la primera confesión clara que destaca la presencia de un arsenal no nuclear de armas de destrucción masiva a disposición de Damasco.

Cabe señalar que cuando inició la guerra civil, el presidente Obama había trazado una línea roja con respecto al uso de estas armas terroristas. Una vez que se violó la línea roja con impunidad, los militares de Estados Unidos se estaban preparando para la acción. Sin embargo, la intermediación rusa salvó a Al Assad al convencer a Washington para que detuviera el desarrollo militar a cambio del desarme químico de Siria.

En ese punto crítico, algunos expertos advirtieron a la administración estadounidense sobre los graves inconvenientes que tal enfoque “suave e ingenuo” podría provocar. Sin embargo, en esos días eufóricos, casi todos los eventos académicos internacionales estuvieron dominados por una “opresión liberal”.

Claramente, el caso de (no) castigar el uso del régimen sirio de armas químicas demostró que deshacer el legado de Bush ya no era una opción de política exterior, sino una obsesión que estaba causando patologías analíticas. Es revelador que antes de que el presidente Obama terminara su mandato, la comunidad de inteligencia de Estados Unidos ya había llegado a la conclusión de que el régimen efectivamente había incumplido el plan de desarme.

Posteriormente, el ataque químico de Jan Sheijun en 2017 obligó a la administración de Estados Unidos a tomar medidas militares con sus aliados internacionales. Fue demasiado tarde... En otras palabras, lo que pasó en 2013 no solo no logró desarmar el arsenal de armas de destrucción masiva de Siria, sino que también le mostró al régimen que podía salirse con la suya con esos crímenes.

En medio de riesgos crecientes, Turquía aún puede responder

Volviendo al caso problemático actual de Idlib, se debe señalar que abrir la caja de Pandora podría significar más que exacerbar una catástrofe humanitaria.

Turquía, que protege a Europa y ya alberga a casi cuatro millones de refugiados, no puede tolerar otra oleada masiva. Si no se controla, la implacable agresión del régimen en Idlib podría provocar un conflicto regional. En este sentido, dos eventos críticos podrían desencadenar una respuesta robusta por parte de Turquía.

En primer lugar, existe el riesgo de contaminación por armas químicas. En caso de que el régimen opte por despoblar y capturar Idlib sin destruir totalmente la infraestructura, puede emplear, una vez más, su arsenal químico.

Los asesores militares de Al Assad también podrían considerar el uso de armas químicas para compensar sus deficiencias en mano de obra. Dependiendo de las condiciones climáticas y del agente de guerra químico de elección, el territorio turco, o las formaciones militares desplegadas hacia adelante de Turquía, podrían verse afectadas por una contaminación en Idlib.

A lo largo de la guerra civil, varias armas convencionales de Siria, como misiles balísticos y misiles de defensa aérea, llegaron hasta Turquía varias veces. Sin embargo, usar armas de destrucción masiva en las inmediaciones de Turquía sería cruzar un umbral muy peligroso.

Un movimiento tan peligroso obligaría a Ankara a responder masivamente, probablemente atacar a los activos estratégicos del régimen sirio o directamente al comando operativo de la campaña de Idlib.

En segundo lugar, las unidades militares de Turquía que ya están desplegadas en Idlib podrían verse expuestas a provocaciones. En la actualidad, 12 puestos de observación turcos rodean la provincia de Idlib en el eje suroeste-noreste según lo acordado con el marco de desescalamiento de Astaná.

Los bombardeos indiscriminados de la Fuerza Aérea Siria con municiones no guiadas (por lo general bombas de barril improvisadas) podrían causar bajas turcas. Del mismo modo, los puestos de observación también podrían ser atacados por los paramilitares deshonestos que avanzan con el Ejército Árabe Sirio. En cualquier caso, la administración turca respondería militarmente.

Lo que es más importante, si los puestos de observación de desescalada fueran atacados por el régimen de Al Assad, esto llevaría a un callejón sin salida a las conversaciones de Astaná junto con los esfuerzos políticos rusos en Siria.

Parece que se aproxima otro momento como el de 2013

En este momento, estamos presenciando lo que podría ser un evento como el de 2013 en Siria. Las Fuerzas Armadas árabes sirias están a punto de cambiar la composición demográfica del país si se les permite seguir con sus planes fuera de control. La ola de refugiados resultante llevaría a cientos de miles hacia Turquía, que así mismo podría dar paso al funcionamiento de un punto importante para las células terroristas en el área.

La comunidad internacional tiene dos opciones: observar o hacer algo al respecto. Algo que pueda detener la máquina de guerra del Baath. Algo que proteja al pueblo de Siria de un régimen sectario, un tipo de régimen remanente de la Guerra Fría; más importante aún, algo para proteger los logros de la humanidad al limitar los conflictos armados con las normas legales y humanitarias.

* Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no reflejan necesariamente la política editorial de la Agencia Anadolu.

*Daniela Mendoza contribuyó con la redacción de esta nota.

El sitio web de la Agencia Anadolu contiene sólo una parte de las historias de noticias ofrecidas a los suscriptores en el Sistema de Difusión de AA News (HAS), y en forma resumida.